Una película de acción se queda corta al lado de su vida, ni el mismísimo Ridley Scott lograría retratar la vida de este Robin Hood antifranquista
Lucio Urtubia Jiménez fue un albañil y anarquista español que luchó contra el sistema capitalista y le ganó al establishment.
En sus veintes llegó a Francia y solo tenía claro que era antifranquista. Asistió a algunas reuniones del partido comunista, hasta que unos obreros con los que trabajaba se dieron cuenta que en realidad era anarquista, así militó toda su vida en la CNT.
Urtubia empezó su militancia activa por lo alto, identificó que era urgente que el movimiento tuviera recursos para subsistir, así que participó en varios atracos a bancos para recuperar dinero, sin embargo, los nervios no le daban para empuñar un arma y lo descomponía pensar que alguien resultara herido.
Una película de acción se queda corta al lado de su vida, ni el mismísimo Ridley Scott lograría retratar la vida de este Robin Hood antifranquista. Después de esconder en su casa al famoso anarquista Quico Sabaté, que le decía “Nano, lo que hace falta es gente que pase a la acción”, Urtubia empezó su militancia activa por lo alto, identificó que era urgente que el movimiento tuviera recursos para subsistir, así que participó en varios atracos a bancos para recuperar dinero, sin embargo, los nervios no le daban para empuñar un arma y lo descomponía pensar que alguien resultara herido.
Lucio, que fue un campesino pobre y luego fue albañil, conocía muy bien el arte del rebusque, así que no se dejó desanimar
Se dio cuenta que era más seguro para todos pasar de las armas a la imprenta, pero no para hacer un periódico, ni panfletos, sino para falsificar dólares, cheques, de todo. Él quería montar una imprenta en Cuba para falsificar todos los dólares necesarios que permitieran desestabilizar la economía de Estados Unidos, así que gestionó una reunión con el Ché Guevara, le contó su plan y a Guevara no le convenció.
Recuperaban material de los lugares en los que trabajaban, se conseguían talleres prestados, falsificaban bajo la luz de las velas y en el día se convertían de nuevo en obreros comunes y corrientes.
Lucio, que fue un campesino pobre y luego fue albañil, conocía muy bien el arte del rebusque, así que no se dejó desanimar y siguió insistiendo con su idea alocada. Poco a poco organizó un equipo de impresores rebeldes que se sumó a esta cruzada. Recuperaban material de los lugares en los que trabajaban, se conseguían talleres prestados, falsificaban bajo la luz de las velas y en el día se convertían de nuevo en obreros comunes y corrientes.
Imprimían periódicos, panfletos, falsificaban documentos de identidad, pasaportes, nóminas, cheques y casi cualquier cosa que necesitara de tinta y papel, pues todavía no se animaban a fabricar dólares, para eso se necesitaba del equipo que había soñado instalar en Cuba. Lucio y su equipo financiaron las causas revolucionarias del momento, la lucha contra Franco, a los Tupamaros de Uruguay, las Brigadas Rojas de Italia, los Montoneros de Argentina. Él manejaba cifras de dinero inimaginables, pero nunca se quedaba con nada, seguía viviendo de su sueldo de albañil en un apartamento chiquito en un barrio obrero.
“Mi suerte fue nacer pobre, porque no tuve que hacer ningún esfuerzo para perderle el respeto a los poderes, al Estado, la Iglesia…”
Lucio se burlaba del poder, seguro por eso sus compañeros de obra se dieron cuenta de su vena anarquista, él decía: “Mi suerte fue nacer pobre, porque no tuve que hacer ningún esfuerzo para perderle el respeto a los poderes, al Estado, la Iglesia…”, por eso hasta dejaba su marca de agua en todo lo que hacía.
Le sugirieron falsificar cheques de viaje, la pena por hacerlo era de 5 años y la de falsificar dólares era de 20 años, así que empezó. Ya se cerraba la década de los setenta y Lucio era reconocido en el bajo mundo por su vena artística. Cansado de expropiaciones “pequeñas”, se quiso ir por lo grande y atacar al banco más importante del mundo en ese momento: el First National City Bank (Citibank).
Cuando el Citibank descubrió el fraude ya todo estaba hecho. Se trató de un golpe a sus arcas y a su imagen pública.
Participaron 30 equipos distribuidos en varios países. Compraron talonarios con identidades falsas para poder copiarlos en su taller. Alcanzó a imprimir 8.000 hojas de 25 cheques cada una, eso equivalía a unos 20 millones de dólares. Luego, organizados en parejas, el mismo día y a la misma hora, empezaron a cambiar los cheques de viaje en las sucursales bancarias de distintas ciudades de Europa.
Los recursos recuperados fueron distribuidos así: una parte para el grupo ejecutor, otra para continuar con la causa y la tercera parte para las familias de los presos políticos y el pago de abogados.
Cuando el Citibank descubrió el fraude ya todo estaba hecho. Se trató de un golpe a sus arcas y a su imagen pública.
Detuvieron a Lucío en 1980 cuando le tendieron una trampa, llevaba un maletín lleno de cheques en París, pero por más que buscara la policía, no encontraba las planchas, mientras que los cheques falsos seguían circulando.
El albañil anarquista desde la cárcel seguía haciendo de las suyas, ahora le ponía condiciones al Citibank.
Siempre siguiendo los consejos de Quico Sabaté, se rodeó de los mejores abogados, por lo que consiguió llegar a un acuerdo con la directiva del banco. El albañil anarquista desde la cárcel seguía haciendo de las suyas, ahora le ponía condiciones al Citibank.
Los banqueros reconocían su impecable trabajo y el de su equipo, por lo que querían cerrar pronto este episodio y recuperarse del golpe. Lucio les dijo que a cambio de las planchas y los pocos cheques que quedaban impresos, le tenían que retirar los cargos y además indemnizarlo.
Lucío estuvo un año en la cárcel, entregó la indemnización a la causa y se dedicó a impulsar una cooperativa de constructores. En 1996 compró una casona en Belleville, un barrio de París, y la transformó en el espacio cultural Louise Michel, una heroína libertaria de la comuna de París.
Lucío nació el 18 de febrero en Navarra, España y falleció el 18 de julio de 2020 en París.