Enrique Dussel sin duda es un pilar del pensamiento latinoamericano. Desde su teoría sobre la filosofía de la liberación y sus constelaciones políticas sobre el paradigma de una verdadera identidad latinoamericana, ha puesto al desnudo el núcleo de la dominación que ejerce el norte global sobre el sur global. Es decir, la forma en la que los nuevos procesos de pos-colonización se reproducen en cada sujeto latinoamericano.
El eurocentrismo, la colonialidad del poder y las formas de segregación sexual y racial son los rasgos distintivos de la dominación histórica ejercida sobre nuestros pueblos que viene denunciando el filósofo argentino por más de 5 décadas. A esto se suman los aportes de la teoría de la independencia que ha confirmado económicamente cómo los países europeos y norteamericanos se han enriquecido a través de la transferencia de plusvalor producido por todos los trabajadores de nuestra región. Abaratando los precios de la canasta familiar en el norte global y divisas devaluadas ante el dólar o el euro.
También pensar como un blanco europeo, querer ejercer la política cómo los europeos y adquirir la esencia estética europea son solo algunas consecuencias palpables de ese proyecto civilizatorio impuesto históricamente en nuestras culturas americanas. Por eso para Dussel, la única manera de comenzar una agenda política en aras de la liberación americana (segunda independencia) será a través de grandes reformas en la cultura popular de nuestro continente ¿Cómo se hace esto?
Descolonización cultural
Para Dussel los grandes procesos de cambio político vividos recientemente en América Latina con Evo Morales, Rafael Correa, Lula da Silva, Gustavo Petro, entre otros., paradójicamente no han realizado a nivel de enseñanza una transformación cultural. Según Dussel, todos los gobiernos populistas de izquierda en América Latina siguieron siendo eurocéntricos. Es decir, gobiernos que siguieron enseñando una historia cultural aparentemente universal donde se encubre la historia de los pueblos americanos, africanos y árabes. Dussel parte por explicar que dentro de la exterioridad del sistema mundo, América Latina sigue siendo objeto de desecho cultural y económico, sin hablar de los intentos de querer integrar una comunidad globalizada alienada al capital trasnacional producto de una elite criolla blanqueada y clasista.
Por eso, esta relación entre educación y cultura para Dussel es fundamental debido a la potencia transformadora que tienen los procesos pedagógicos a nivel de la sociedad civil. La Historia que aprendemos en nuestras escuelas y universidades niega el contenido ontológico que tienen nuestros propios saberes. Esta experiencia negativa, se verifica cuando en los centros educativos aprendemos con ahínco la historia de Grecia, Roma, Mesopotamia y el centro de Europa y no la nuestra. Por eso, esta forma de periodizar la Historia es el resultado de lo que Boaventura de Sousa Santos denomina como Epistemicidio, pues a partir de la invasión de Europa a las Américas, la fuente de riqueza común nativo-americana (el conocimiento) fue sustituido por el europeo, curiosamente reproducido por las academias latinoamericanas tanto en universidades como en institutos de investigación social.
Reforma curricular y el despliegue de una filosofía del SUR
Sentar las bases de una revolución cultural es apropiarse a nivel político de las instituciones que garantizan y reproducen la enseñanza en los ciudadanos. Para ello Dussel propone una reforma profunda en la malla curricular de la enseñanza en las Ciencias Sociales, comenzando por estudiar, debatir, exponer y publicar una real Historia de las filosofías de sus respectivos países con el objetivo de comenzar a difundir las primeras Historias de las filosofías nacionales del Sur.
Por otro lado, democratizar dicho conocimiento es empoderar al pueblo colonizado para su futura liberación. Dussel propone que los gobiernos inviertan en nuevas bases de datos y de investigación social para desarrollar y publicar dichas filosofías del sur. Esto con el objetivo de que los pueblos oprimidos tengan acceso a dicho conocimiento para el auto agenciamiento de sus necesidades históricas y por lo tanto políticas.
Esto se plantea como una reforma profunda en el sistema educativo de todos los países latinoamericanos. Dignificar el conocimiento ocultado por el proyecto civilizatorio de la modernidad, es la primera tarea que debemos plantearnos como intelectuales y activistas políticos. De esta manera, el cambio cultural o el espacio político para realizarlo, deberá repensar los orígenes étnicos, lingüísticos y sociales de nuestra cultura a través de la dignificación de las tradiciones ancestrales que también deberán ser sujetas al indomable juicio de la crítica radical.
Descolonización cultural, apertura a la transmodernidad
Teniendo en cuenta que la modernidad es un proyecto civilizatorio eurocéntrico, reproducido en la infraestructura social ( familia, institutos de educación, consumo y trabajo) como ideología dominante, lo que propone Dussel es sentar las bases para un diálogo SUR-Norte. Allí deberemos partir desde una propia identidad política como Americanos para poder discernir lo que nos sirve del conocimiento europeo y lo que podemos proponer desde nuestro conocimiento localizado.
Este camino de intercepción epistemológica Sur-Norte, es la salida hacia una reforma pedagógica y curricular en nuestras sociedades que puede impulsar una apertura a la transmodernidad, entendida esta como el diálogo pluriversal de saberes que fundamenten un espacio ético que trasciende la propia modernidad blanca, patriarcal capitalista.
Por eso como infiere Dussel, en esa transmodernidad como etapa final de la emancipación latinoamericana, el humano latinoamericano “no se internará en la universalidad unívoca de una sola cultura”[1] sino que será un pluriverso en el que cada cultura dialoga con las otras culturas dominadas sobre los temas referidos a la economía política principalmente desde una base ética. Con este diálogo podremos dignificar la naturaleza como sujeto histórico. Así mismo, podremos dar un giro a la universalidad impuesta desde el yo pienso- yo y el yo-domino del sujeto cartesiano eurocéntrico.
Pero el camino no es fácil, entendiendo principalmente que estas reformas en la cultura de nuestras Américas deben lucharse en el lodoso terreno del campo político de nuestra cotidianidad. Pues desensamblar toda la estructura moderna enquistada en nuestras sociedades no es nada fácil, aun más cuando tenemos la amenaza ambiental y nuclear rondando por encima de nosotros.
Por: Julian Escobar Ávila. Geógrafo, periodista e investigador social. Así lo encuentran en redes sociales Instagram: julianescobar60 y en Twitter como @julianaandreses.
[1]Enrique Dussel. Descolonización y Transmodernidad. Akal ediciones. Pág. 112
Boaventura de Sousa Santos. Epistemologías del SUR. Siglo XXI editores.