Carolina Cruz, presentadora colombiana de TV, volvió a dar su opinión y desató una ola de críticas sobre ella. Tiene todo el derecho de expresar su punto de vista sobre algún tema, como cuando redujo la IVE (Interrupción voluntaria del embarazo) a un negocio macabro y paranoico de venta de partes de fetos, o esta vez que se concentró en el aspecto estético de una cuestión que está mucho más allá de un cuerpo feminizado con los estereotipos más regulares del mercado de la imagen personal.
Por alguna razón Carolina consideró pertinente llamar “moda” a que algunas personas estén pidiendo citas médicas para comenzar el proceso de explantación de sus prótesis mamarias, moda que según ella, sería un simple efecto de un post viralizado.
Me refiero a un comentario que hizo en un programa de TV sobre el síndrome de ASIA —Autoinmune Syndrome Induced by Adjuvants—, específicamente, el causado por implantes mamarios. Este síndrome se identifica por un conjunto variable de síntomas (depresión, fatiga, insomnio, infecciones urinarias, entre otras) asociados al contacto con una sustancia extraña al cuerpo. Por alguna razón Carolina consideró pertinente llamar “moda” a que algunas personas estén pidiendo citas médicas para comenzar el proceso de explantación de sus prótesis mamarias, moda que según ella, sería un simple efecto de un post viralizado.
Particularmente, a la presentadora le preocupa que alguna mujer satanice los implantes de seno y se los retire. No hay que sacar de contexto este comentario, ella se refiere a casos en los que la depresión u otros síntomas posibles no disminuyan con la extracción de los implantes, como le ocurrió a cuatro de sus amigas, las cuales “cicatrizaron muy mal” y “siguieron con los mismos síntomas”.
El problema no es que, dé su opinión, tampoco sus implantes, ni la razón por la que se los puso, se los redujo y se los volvería a poner.
Esto lo dijo en un post aclaratorio para contestar a las críticas que le llovieron por la insensibilidad de sus expresiones. No obstante, en el post, Carolina se refirió a otros tipos de cuestiones oscureciendo las críticas que se le hicieron. El problema no es que, dé su opinión, tampoco sus implantes, ni la razón por la que se los puso, se los redujo y se los volvería a poner. La cuestión tampoco se resuelve si quienes la critican ven el video completo, o si las personas cercanas a ella no se curaron tras la explantación. Puntos irrelevantes que sólo oscurecen el problema de fondo.
Carolina, no oscurezcas porque aclaras, o sí, hazlo. Es más, de corazón te lo agradezco porque nos has permitido poner al frente la cuestión central a la que apuntan la mayoría de tus detractorxs.
Pero esto ya lo sabíamos, lo que queda claro tras ver los videos de Carolina es la barbarie del mundo de los medios de comunicación y de la estandarización de la belleza.
Como en otras ocasiones lo que sorprende del comentario de Carolina es la forma en que reduce la cuestión, en este caso, sobreestimando el lugar que le da a las cuestiones estéticas —como convertir unos libros en un portacuchillos o recomendar un tratamiento para remover manchas de la cara sin tener información suficiente—. La cuestión es más preocupante porque se trata de una figura pública que viene construyendo una carrera mediática exitosa desde 1999. Pero esto ya lo sabíamos, lo que queda claro tras ver los videos de Carolina es la barbarie del mundo de los medios de comunicación y de la estandarización de la belleza. Un mundo del que la misma Carolina ha sido presa, según ella misma nos cuenta en el post explicativo al que ya me referí. En esa publicación afirma haberse puesto los implantes “por presión de la sociedad”, a pesar de tener busto, y por esa misma presión social haberse hecho una reducción y estar dispuesta en el futuro a más cirugías estéticas.
No es un problema de inteligencia o de educación, es un efecto de la violencia que modela los cuerpos, una violencia que seguramente sin querer Carolina reproduce cuando habla de heridas que “cicatrizaron muy mal”, de “cicatrices horribles”, cuando usa peyorativamente expresiones del tipo quedar “como un hombre”, “plana como una pared”. En concreto, una violencia que desde los feminismos hemos criticado por homogeneizar la vida, por negar la existencia de cuerpos diversos: que cicatrizan a su modo, que se parecen, quieren parecerse o no tuvieron más remedio que parecerse, por ejemplo, a cuerpos con pecho plano (que ni son exclusivos de sujetos masculinizados, ni estos tienen siempre esa característica).
debes saber que el día que te canses de las reglas y miradas inquisidoras sobre tu cuerpo, el día que se agote toda la fuerza con que has sabido lidiar con ellas, o simplemente quieras redirigir esa energía hacia otros fines, las feministas de todas las cepas estaremos aquí con el único discurso que tenemos para ofrecer: el de la alianza entre cuerpos heterogéneos.
Otra conocida modelo, Natalia París, intentó terciar en el debate apoyando a Carolina con una disparatada afirmación: “ese feminismo es una trampa para separarnos, para hacernos pelear”; qué poco entiende Natalia de feminismos, pero cuánto sabe de solidaridad; y de eso van nuestras luchas. Por lo anterior, Carolina —y Natalia también—, debes saber que el día que te canses de las reglas y miradas inquisidoras sobre tu cuerpo, el día que se agote toda la fuerza con que has sabido lidiar con ellas, o simplemente quieras redirigir esa energía hacia otros fines, las feministas de todas las cepas estaremos aquí con el único discurso que tenemos para ofrecer: el de la alianza entre cuerpos heterogéneos.
Carolina, evitemos malentendidos. Los feminismos no nos separan, todo lo contrario. Esto queda bien recogido en las palabras de cierre de Teoría King Kong, libro de Virginie Despentes que te recomiendo:
“El feminismo es una revolución, no un reordenamiento de consignas de marketing, ni una ola de la promoción de la felación o del intercambio de parejas, ni tampoco una cuestión de aumentar el segundo sueldo. El feminismo es una aventura colectiva para las mujeres, pero también para los hombres y también para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción”.