Un 17 de diciembre más… Bolívar de nunca olvidar

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Un 17 de diciembre más… Aquel de 1830 marcó la suerte actual de al menos 513 millones de personas.

Pero, lo más exacto es decir que esa fecha determinó el presente del mundo entero, porque en su desenlace fatal se truncó la utopía de establecer el equilibrio del universo que él proyectó en su mente febril, y que logró vislumbrar con nuestra independencia respecto a la España tiránica: de él dijo el poeta que despierta cada 100 años cuando despierta el pueblo.

Cuando despierta lo hace para conmover los cimientos de todo cuanto existe, tronos o imperios, pereza y mediocridad. Su voz estremece la parsimonia, su alocada mirada perturba la calma, es rayo que irrumpe en el gris de la normalidad, porque en sus campañas nada es normal, todo es revolución, y su ímpetu, como tormenta en el Caribe, remueve la playa llena de agitación, y de ella insurge con furia renovada auspiciado por el ilustre negro Pétion.

Vuelve y juega Bolívar: ¿por qué le temen aún? ¿Por qué se urdió contra él la más cobarde felonía? ¿Acaso porque sabían que su idea de redención social sería semilla en fértil tierra de esclavos o asalariados?

Su mensaje profundo debe ser revelado para nutrir a nuestros hambrientos de un pan para el alma: originalidad, movilidad, astucia y valor, sigue siendo la simiente de aquel sueño llamado COLOMBIA.

¡Oh, COLOMBIA! voz sonora para corazones bravíos, será admiración del mundo entero, hoz en el pescuezo del tirano, abrigo de la virtud y la libertad; más será libertad con igualdad y justicia, no la ponzoña del norte, auspiciada para amordazar, acobardar y comprar almas menos nobles.

Aún está por cumplirse su sueño: COLOMBIA aun no llega, pero se asoma desde hace dos siglos con brazos vigorosos y el estandarte que cubre su torso de tricolor ha de ser el símbolo de la grandeza y la humildad hecha victoria.

Ella es semejanza de su mentor, porque él la esculpió con fina piedra de virtudes humanas, con argamasa de indio y negro, pero también de europeo, para crear aquel microcosmos que no es indio ni negro ni europeo, que lo reúne todo para ser americano, nuestro americano, original: mestizaje creador.

Vuelve y juega Bolívar: porque entre pólvora y humo se eleva. Es del tipo de Da Vinci y Miguel Ángel, nuestro Alejandro o Catón, continuador de Manco Capac y Guaicaipuro, de los Benkos cimarrones, porque su talla es universal, inspirador de las juanas aguerridas, como la adorable Manuelita, fuego incandescente del sexo combativo, que no débil, más aún cuando de la libertad se trata, que se echan a pelear en la primera fila.

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