De manera histórica y luego de la firma de los acuerdos de paz en el 2016, Julián Conrado se ha convertido en el primer excombatiente de las FARC-EP en llegar a la alcaldía de un municipio por medio del voto popular.
Aunque a Julián, como a muchos otros, la desigualdad lo obligó a elegir el camino de la guerra, él lleva una bandera de paz clavada en el corazón y no hay prueba más fehaciente de esto, que el compromiso entregado a los acuerdos de paz y a la construcción de una nueva Colombia que ha caracterizado su vida. En el pasado, demostró su amor por el pueblo desde las montañas con una guitarra en su regazo, luego, más adelante y con la misma guitarra, pero injustamente desde una cárcel en Venezuela, demostró que su alegría y su compromiso con la justicia social no eran objeto de claudicación; más tarde, lo reiteró como negociador de los acuerdos de paz con el Gobierno en Cuba, ahora en la vida civil y como alcalde de una ciudad que le ha confiado la administración de sus recursos, Turbaco espera que este compromiso siga siendo materializado y que esta alcaldía se convierta en el mejor ejemplo del grito de los sin voz.
Con la frente en alto, como diría Julián, el pueblo de Turbaco, Bolívar, con más de 18 mil votos, le ha demostrado a el país que la guerra debe ser un asunto del pasado, y ahora es el tiempo para la paz. Aunque la democracia no debe limitarse a la representatividad, la elección de Julián Conrado es, sin lugar a dudas, una luz de esperanza para un pueblo que camina en una larga noche pero que a veces parece que no avanza.
Es menester para Colombia, más y más Turbacos, más y más soñadores como Julián. Que se sepa que ante la injustica no abra rendición, que es la paz el camino deseado, vamos arando la paz.