Hace unos días Gustavo Francisco salió con una declaración polémica en una entrevista que le hicieron en el periódico español El País. No fue de esas en las que con cifras, datos concretos y contexto deja mal parada a la élite nacional, no fue una de esas para compartir con las amistades y decir con cariño, “ese Petro”. Se trató de una declaración tan desafortunada que se puede calificar como una vergüenza internacional y por la que quedó como un ignorante.
Antes de que me salten al cuello, quiero decir que creo en el programa de Petro y que cuando me ha dado la mano o me ha saludado de beso, he sentido una emoción casi que adolescente que va entre la admiración y una especie de relación tóxica, así que, me pueden calificar de lo que sea, pero no me pueden decir que soy de centro o una liberal —Mao no lo quiera —.
Petro salió en prensa internacional a decir que él, un hombre, se había prácticamente inventado el feminismo popular, porque, según él, a las feministas colombianas nos quedó grande tener una agenda feminista relacionada con la ciudad y luego, en una maroma argumentativa salió a decir que él es un feministo que le va a dar la propiedad de la tierra a las mujeres campesinas. Y es que hay que decirlo, Petro es muy inteligente, en los debates se ve hasta guapo, pero en temas relacionados con la lucha histórica de las feministas parece que no sabe nada, porque, de lo poco que habla sobre el tema, se nota que sus apreciaciones van por la misma línea de los trinos que hacen hombres ‘progres’ antifeministas.
Se trató de una declaración tan desafortunada que se puede calificar como una vergüenza internacional y por la que quedó como un ignorante.
Parece que esta postura sobre la justificación de la ignorancia entorno a los feminismos, por lo menos en redes sociales, es la mayoritaria en la Colombia Humana. En las elecciones presidenciales de 2018, la Colombia Humana nos echó el cuento de que se trataba de una campaña feminista, yo me lo creí, aunque habían cosas que no me convencían y que rayaban con el feminismo liberal, pero que iban muy a tono con el “capitalismo democrático” del que habla Gustavo Francisco, pero bueno, nadie es perfecto, ni siquiera Petro, así muchas personas no lo crean.
Meses después, ese sentimiento que es la Colombia Humana nos salió con que Hollman Morris era el candidato a la alcaldía porque no había de otra —soy de las que creen que Ángela María Robledo debía ser la candidata. No entiendo todavía por qué dijo que no, aun cuando las probabilidades de que fuera elegida eran muy altas, y tampoco entiendo por qué Hollman Morris no dio un paso al costado viendo el daño que le estaba haciendo a la Colombia Humana y que en realidad no tenía opciones de ganar, porque en los sectores demócratas, a diferencia del uribismo, eso de “el que dijo Petro” no funciona tanto. ¿Será que en ambos primó un cálculo personal? —. A pesar de las denuncias por violencia intrafamiliar y violencia de género que salieron a flote, empezó la operación defender lo indefendible, adelantada por Petro.
La operación defender lo indefendible empezó con “argumentos” que justificaban el apoyo a Morris, aunque al parecer al propio Petro tampoco le encantaba su candidato de frases vacías. A la operación se sumó inmediatamente ese círculo impermeable de personas que lo rodea, que no permiten que entre nada ni nadie diferente. El círculo impermeable rápidamente avanzó, y de forma decidida cabe decir, con frases célebres como “tenemos que aprender a divorciarnos” pronunciada por la concejala Ana Teresa Bernal.
Con el triunfo de Duque, el fortalecimiento de la derecha, la debacle del Polo Democrático en manos del Moir y el chanchullo de la registraduría, la Colombia Humana se convirtió en un paraguas que brindaba “abrigo” al sentimiento antiuribista que iba en ascenso, un sentimiento que en muchos casos se quedó en eso, porque no estuvo acompañado con formación política. Un sentimiento que asumió una postura anti-intelectual, una cosa rarísima en algo liderado por un tipo que se dedica a comer libros; anti-comunista, sin distanciarse de los valores políticos hegemónicos de Colombia, ese baluarte derechista y pro gringo latinoamericano; y por supuesto, machista, todo esto bien condesado en los trinos del senador Gustavo Bolívar.
Con el triunfo de Duque, el fortalecimiento de la derecha, la debacle del Polo Democrático en manos del Moir y el chanchullo de la registraduría, la Colombia Humana se convirtió en un paraguas que brindaba “abrigo” al sentimiento antiuribista que iba en ascenso
Este escampadero perfecto para personas arrepentidas (eso es bonito, que la gente vea que comete errores y busca enmendarlos, lo grave es cuando no lo hace bien) por haber votado por Uribe o por el funcionario de Estado de toda la vida, Humberto de La Calle, se encontraban para hablar no de un proyecto de país, sino de un salvador, un salvador con muchos errores. Esta cosa amorfa que aglutina todo tipo de sentimientos no se preocupó por identificar falencias y por apostarle a la formación política y de cuadros para las próximas elecciones, sino que se convirtió en un ejército de redes sociales que ataca a quien se meta con Petro, algunas veces con razón, otras veces buscando enemistades donde no las hay.
El objetivo de la operación defender lo indefendible fueron las personas que apoyaron a Fajardo (entendible), el uribismo (entendible), Claudia López (entendible) y las mujeres de la Colombia Humana que se asumen como feministas (inentendible), de este último segmento sale algo que, sinceramente no termino de comprender, un grupo de mujeres machistas, que parece estar liderado por la abogada Cielo Rusinque, que votó por el neoliberal Humberto de la Calle y ahora es más petrista que Petro.
Este grupo habla de un “feminismo” complaciente con las practicas machistas que propone cosas como “el protocolo incluyente no inquisitivo contra los hombres”, como si los feminismos históricos estuvieran en contra de los hombres y no del sistema patriarcal, como si estas mujeres no hubieran agarrado nunca un libro básico sobre feminismos. También adelantan la defensa de Fabián Sanabria con una lectura vintage, o mejor, bastante conservadora y positivista del derecho; el ataque destructivo propio de haters, contra feministas e intelectuales de izquierdas como Luciana Cadahia, Sara Tufano o Mónica Godoy, además con análisis super superficiales sumado a lo que han llamado «feminismo popular», que no es más que un homónimo y una mala interpretación del feminismo popular que ya existía, que se opone a la jeraraquización de las opresiones, y que es anticapitalista, siendo crítico, por tanto, del feminismo liberal que se limita a la lucha contra el techo de cristal sin cuestionar el orden capitalista —recordemos de nuevo: mucha gente de la Colombia Humana defiende abiertamente el orden capitalista—, todo esto en contravía de eso que defiende el “feminismo” machista de la Colombia Humana.
Este grupo habla de un “feminismo” complaciente con las practicas machistas que propone cosas como “el protocolo incluyente no inquisitivo contra los hombres”, como si los feminismos históricos estuvieran en contra de los hombres y no del sistema patriarcal…
Si se mira con detenimiento, ese “feminismo popular” que tiene este sector de Colombia Humana es una suerte de salpicón entre tener una actitud tibia ante prácticas machistas, una adaptación del feminismo liberal, antiintelectualismo, el nuevo libro negro de la izquierda y, además, se cree tan genial, que carga un feministómetro para medir el feminismo de las feministas que sí han estudiado sobre el feminismo y saben de la existencia de años del feminismo popular. Es una cosa rarísima.
Esto nos manda de nuevo a eso que Petro denominó el “feminismo popular”. Argumenta que él se dio cuenta que existe un vínculo entre las mujeres, la tierra y el cuidado, desconociendo las investigaciones que vienen de décadas atrás sobre estos, los feminismos indígenas y campesinos, o los textos escritos por Silvia Federici o Nancy Fraser (querido Petro, creo que de ella leíste por lo menos el título del manifiesto “Un feminismo para el 99%”). Basta con googlear “vínculos de las mujeres con la tierra y el territorio”, de hecho, pongo el link para que verifiquen que es real, para darse cuenta que Gustavo Petro descubrió que el agua moja.
Espero que le pongan fin a la operación defender lo indefendible. Sueño con ver por lo menos un trino de Gustavo Francisco que dé la orientación de leer y estudiar; que así sea en privado, le dé un plan de estudio a Gustavo Bolívar para que salga de su mundo de clichés y estereotipos anticomunistas y superación personal. Espero que Luciana Cadahia no caiga en esa dinámica, porque la veo muy tentada en sus últimas publicaciones o que Susana Muhamad no haga gimnasia olímpica para defender esa entrevista.
Por lo que más quieras Gustavo Francisco, lee, estudia sobre feminismos y con textos feministas, no con esos libros de la derecha machista o con los trinos de Cielo Rusinque “#MiFeminismoEs”. Es que con esas declaraciones no solo tú quedas mal, también tu círculo impermeable, y en general la Colombia Humana. Yo quedo mal porque la gente sabe que te he apoyado. Si quieres hacemos un grupito de estudio, un club de lectura, algo, pero no vuelvas a salir con esas barrabasadas.
Adenda
Como siempre rescato el papel de algunos nodos y algunas personas de la Colombia Humana que tienen una lectura seria sobre el feminismo y no son solo un comité de aplausos de Petro y de su círculo impermeable.
Pos leí el artículo de Petro y si bien en esa entrevista Petro si cometió un error, es relativamente fácil de defender.
Petro dice: “Ha aparecido una agenda que yo llamo feminista, a la que le pongo un apellido, popular, feminismo-popular, que me parece nos acerca más a la posibilidad concreta de que la mujer tenga poder dentro de esta sociedad”.
En este sentido puede que Petro se equivoque al decir que es él el que pone el apellido o sufijo de popular, incluso si este ya existía, pero dice que la agenda ha aparecido, no que él la crea. Es decir, si somos muy caritativos podemos decir que él esta llamando a la agenda feminismo popular, incluso si ya había gente antes que lo llamaba así. Pero si nos vamos a interpretar la literalidad de la palabra Petro, dice que la agenda ya existía y que es él el que le pone el nombre popular. Aún así en ninguno de los casos la inventa, lo máximo que Petro hace es decir que es él el que le da nombre (que también es un error).
Por otro lado, veo muy pocas críticas al hecho de que Petro dijo que los hombres campesinos solo ven un aprovechamiento comercial con la tierra. Puede que hayan existido hombres campesinos que si vendieran su tierra a las mafias y también es cierto que los grandes terratenientes solo ven la acumulación de la tierra como un modo de acumulación de capital, pero la gran mayoría de hombres campesinos no tenían esa relación meramente comercial con la tierra.
Incluso si presuponemos que solo las mujeres tienen una vocación de cuidado de la tierra (tema que nace en que la vocación de cuidado si ha sido tradicionalmente femenina y hay feminismos que quieren reivindicar eso), lo cierto es que los hombres campesinos o de comunidades indígenas o de negritudes no ven a la tierra solo como una fuente de ingreso, la ven como una forma de realizar su trabajo y de realizarse a ellos mismos. Además, la forma en que se les quitó la tierra no fue por medio acuerdos comerciales, sino asesinándolos y desplazando a sus familias, muchos de los testimonios de víctimas desplazadas son justamente de mujeres que cuentan como perdieron a sus maridos. Aquí no digo que no exista machismo en esas comunidades, digo que Petro le niega a esos hombres que fueron victimas de las mafias de la tierra esa categoría de víctimas.