El 1 de enero ví el discurso de posesión de Carlos Fernando Galán. Alisté el cuaderno en el que tomo los apuntes para escribir los artículos, preparé un tinto y obligué a mi mamá a que también lo viera para poder hacer los comentarios de rigor. Debo decir que el alcalde estuvo fofo, flojo y simple, sin anuncios importantes y lleno de lugares comunes. Tanta preparación para nada.
El caso es que después de escuchar esa nula capacidad de oratoria de una persona que vive de hacer política, nos preguntamos qué noticia podría salir de un discurso de una hora en el que no dijo nada, y se nos ocurrieron dos opciones, hacer énfasis en lo único medianamente destacable: “el presidente puede ver un aliado en el alcalde de Bogotá”; o reseñar a su gabinete, como lo hizo al día siguiente La Silla Vacía: “Así es el gabinete de Galán: técnico, experimentado y no tan político”.
Pasados unos meses, seguí pensando en eso de “un gabinete técnico, experimentado y no tan político”, como si la experiencia y la técnica no tuvieran que ver con lo político…Bueno, el caso es que en la actual coyuntura vale preguntarse por esa relación entre qué tan técnico es el mecanismo de racionamiento de agua, desde el punto de vista del sentido común.
Me puse a buscar en internet la noticia más antigua de este año sobre la situación del sistema Chingaza y resulta que es del 7 de abril y fue publicada en El Tiempo. Allí señalan: “Datos revelados a mediados de enero ya anticipaban esta problemática, con el embalse de Chuza apenas al 31,99 por ciento de su capacidad y San Rafael al 53 por ciento”, el lunes 8 de abril el alcalde anunció las medidas: racionamiento de 24 horas por sectores, así, de totazo. Por supuesto la gente reaccionó y se puso a recoger agua de una, normal.
Entonces me pregunto, ¿cuál es el respaldo técnico para tomar medidas cinco meses después de conocer estas cifras?, ¿qué estudios adelantaron para decidir qué anunciando de un día para otro, la gente iba a estar retranqui y no iba a recoger agua?, ¿cuál fue la literatura revisada para determinar que no se necesita de una campaña pedagógica para ambientar medidas como el racionamiento? Son preguntas que me hago desde el sentido común, el menos común de los sentidos y aparentemente, ausente en el equipo técnico del alcalde.
Entonces me pregunto, ¿cuál es el respaldo técnico para tomar medidas cinco meses después de conocer estas cifras?, ¿qué estudios adelantaron para decidir qué anunciando de un día para otro, la gente iba a estar retranqui y no iba a recoger agua?, ¿cuál fue la literatura revisada para determinar que no se necesita de una campaña pedagógica para ambientar medidas como el racionamiento?
Mientras tanto, ni analistas, ni medios corporativos de comunicación se escandalizan por la forma en la que la alcaldía le ha dado manejo al desabastecimiento, en cambio, las noticias que circulan son sobre los mejores memes del racionamiento, lo divertido que es Galán y sobre la culpa de la ciudadanía de a pie porque se subió el consumo de agua. Tampoco sorprende que nos echen la culpa, estos sectores siempre ponen el foco sobre la ciudadanía de a pie antes que sobre las grandes empresas.
Y es que hay que decirlo, son estas grandes empresas y lugares de lujo para las elites las que despilfarran el agua, y además, muchas de ellas participan de manera activa en la forma en la que está creciendo la ciudad, siempre a tono con el gris, y la gentrificación propia del modelo neoliberal.
Aquí parece que los estudios técnicos son para justificar lo injustificable y negar lo innegable, como el cambio climático, mientras se llenan de cemento los humedales, o se tapan los cerros orientales con concreto. Son estudios técnicos previstos para desvirtuar el sentido común y seguir en esta carrera autodestructiva. Mientras tanto, siendo consciente de eso, sigo ahorrando agua y energía, no para aportar un granito de arena, sino porque el cuidado de los bienes comunes es un tema de responsabilidad social y de sentido común.
“Ya no hay tiempo.
Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal.
El Río Gualcarque nos ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados. Debemos acudir.
La Madre Tierra militarizada, cercada, envenenada, donde se violan sistemáticamente los derechos elementales, nos exige actuar. Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida”: Berta Cáceres, 2015.