Medellín, 04 de noviembre de 2017. El pasado jueves se llevó a cabo en la Universidad de San Buenaventura en Medellín, el lanzamiento del libro Machuca, del investigador irlandés Gearoid Ó Loingsigh, acerca de los hechos ocurridos en Machuca corregimiento de Segovia-Antioquia el 18 de octubre de 1998, cuando fallecieron 84 personas tras la detonación de una carga explosiva por parte de una cuadrilla de la Compañía Cimarrones, del Frente José Antonio Galán del ELN, en un tramo del oleoducto de la empresa petrolera OCENSA.
Una pesadilla que dejó literalmente marcas en la piel y en la memoria de quienes lograron sobrevivir a ésta.
El libro abarca los contextos históricos de las partes involucradas, de la industria petrolera en Colombia, del ELN, de su relación con la soberanía energética, del papel de los medios de comunicación y su presentación del conflicto armado, de la omisión del Estado en ciertos hechos y del paramilitarismo como otro actor armado, ofreciendo al lector la posibilidad de cimentar una postura no distorsionada, una postura que involucre los grises que componen la historia y no el drama en blanco y negro que desde lo sucedido en Machuca, se han encargado de difundir los medios de comunicación corporativos frente a la completa culpabilidad del ELN, y desconociendo la corresponsabilidad del Estado y de OCENSA.
Aunque ya el ELN ha pedido perdón y ha reconocido no solo su autoría, sino su responsabilidad en el atentado (lo que obviamente no difumina el dolor de las víctimas, ni las ausencias obligadas), han quedado fuera de la imagen, dos partes cuya responsabilidad no ha sido reconocida ni por estas mismas, ni por los medios de comunicación. Por un lado está OCENSA, que prescindió del plan de emergencias contra incendio y no tuvo un método de prevención y mitigación del riesgo para la comunidad. Por parte del Estado, cabe preguntarse también acerca de su responsabilidad, no solo por dar a OCENSA todos los avales para su funcionamiento en Machuca sin exigir las mínimas garantías de seguridad para la población, sino por el pésimo estado de la carretera hacia Segovia, imposibilitando una llegada y salida ágil de las ambulancias que trasladarían a los heridos, demorando la atención urgente que ellos requerían.
Hoy, 19 años después, Machuca sigue cubierto de la ceniza que le invisibiliza en el mapa, sigue en completo abandono por parte del Estado, sigue desconocido por OCENSA, sigue con las constantes presencias invisibles de 84 que ya no son sino que eran.
Se hace necesario así mismo, el reconocimiento a Gearoid Ó Loingsigh, a Corporación Periferia y Comunicación Alternativa coeditores del libro, a la FIPU (Federación Internacional de Prensa de los Pueblos) y Avanza Colombia, encargados no solo del lanzamiento del libro sino de la justa participación de las víctimas en éste, y de una u otra forma, quitar la legitimidad impuesta que se ofrece hoy a ciertos actores del conflicto en Colombia, visibilizando sus responsabilidades, coartando la posibilidad de próximos hechos como los sucedidos en Machuca, otorgándole más peso a la memoria y menos al olvido.