Legitima violencia

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El ahogo que sentimos las y los ciudadanos ante la creciente inseguridad en el país nos ha llevado a revivir viejos demonios. A todos en algún momento se nos ha pasado por la mente la idea de la violencia como único recurso para la solución de problemas, que, si lo pensamos con cabeza fría, los problemas son estructurales.

No, no podemos volver a revivir un debate que la historia se encargó de deslegitimar. Desde el siglo pasado se conformaron en Colombia estructuras/grupos para solucionar disputas de forma violenta, alternas al Estado, bajo la bandera de la legitima defensa, el anticomunismo y la defensa de la propiedad privada, este fenómeno muto a estructuras de poder regionales y nacionales conocidas como autodefensas o paramilitares.

Fue tan poderoso este discurso de salvadores-victimas, que lograron un pacto no solo con elites regionales sino también con las élites nacionales, la famosa ´parapolítica´, que llevó al país a uno de los periodos más violentos en su historia.

La Seguridad Democrática se convirtió en el canal discursivo y político para la expansión y consolidación del paramilitarismo, así como las configuraciones de poder en cada uno de los lugares en donde hacia presencia. Quien tiene las armas es quien tiene el poder y ese poder es legítimo porque se es víctima de un enemigo ¿Cuál? Cualquiera que vaya en contra del Statu Quo o la seguridad que el Estado no da y por tanto otro actor debe entrar a garantizar.

Fue tal el impacto de este llamado a la ´legítima defensa´ que ya no se trató de un derecho sino de un lujo, porque cualquiera no podía ejercerlo o pedirlo, solo los grandes terratenientes, gobernantes y políticos tuvieron acceso a lo que ellos se encargaron de justificar por las malas como algo bueno o como la única solución para la ola de violencia que ellos mismos crearon.

Ahora volvemos a esa misma posición, tenemos como enemiga a la inseguridad y nos venden de nuevo como un viejo salvador a ´la legitima defensa’, nos desvían la mirada hacia quienes son producto del problema y no a quienes, y que está lo está causando, además nos dicen, soluciónenlo como puedan.

No exijan mayor inversión social, trabajo, oportunidades y políticas de reinserción social. ¡NO! por el contrario si se matan entre ustedes, así sea por simple sospecha, para ellos es más fácil volver a posicionar ese discurso de la necesidad de un actor violento que sea Estado donde el Estado hace años que no está.

Por esto hoy necesitamos defender el debido proceso, buscar una reestructuración del sistema penal hacia la reinserción social efectiva, la inversión en educación, trabajo y oportunidades. Cuestionar quienes son los que piden a gritos el retorno del estatuto de autodefensa de los ochentas y a qué se refieren cuando dicen que este permitirá ‘equilibrio social, orden y seguridad’ ¿Para quiénes? ¿A costa de qué? ¿Quiénes son los jueces? ¿Quiénes son los buenos muertos y los malos? ¿Quiénes portaran las armas? Y ¿Quiénes recibirán las balas?

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