Le tour du jour: Transmilenio y mi carrera contrarreloj diaria

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Crónica sobre las situaciones diarias de movilidad de la ciudadanía cuyo lugar de residencia son las periferias bogotanas.

Faltan cinco minutos para las 5:00 AM, aún no amanece, Usme permanece frío y silencioso, tengo como todas las mañanas el tiempo contado, cinco minutos para bañarme, diez para arreglarme, diez para desayunar y cinco para salir, ni un minuto más ni un minuto menos, el tiempo exacto para llegar a mi clase de 7:00 AM.

Etapa 1: Coger el bus verde

Al momento que salgo de mi casa empieza la carrera, tengo que decidir si voy a correr para coger el alimentador Caracas o si voy a correr para coger el Marichuela; he decido probar cada día y he encontrado la respuesta: si salgo antes de la 5:30 AM alcanzo el Caracas, si salgo tarde es mejor esperar el Marichuela – ¿seré la única en hacer estos cálculos? -, me pregunto en voz baja. Salí faltando treinta minutos para la seis, veo pasar el alimentador y corro desesperadamente, -si se me pasa ese no llego nunca, en la carrera de mi día es perder la primera etapa.

Hoy lo alcance a coger, voy espichada, como raro, escuchando las frases comunes, -llevaba media hora esperándolo-, dicen atrás; -córranse que hay espacio-, dicen al momento de abrirse las puertas. -señor apúrele- le gritan al conductor.

Es común encontrarme a mi vecino e indignarnos durante el recorrido del bus verde. Tanto a él como a mí, nos van a tumbar la casa por el modelo de movilidad TransMilenio, el “grandioso modelo” por el que ambos, aparte de perder nuestras casas, perdemos tiempo y humanidad.

Diariamente cuatro horas de nuestras vidas se pierden en el recorrido casa- trabajo/ trabajo-casa, que suman al mes 80 horas perdidas y equivalen al año a 880 horas, es decir 36 días completos perdidos en el transporte público, sin contar la pérdida de calidad de vida que genera: el estrés, la frustración, el desespero, fastidio, cansancio, que este sistema de movilidad causa.

Además, coja el alimentador que se coja, existe una demora real de 30 minutos o más entre la espera y el trayecto, eso contando con el bloqueo de la vía para que manden el bus y claro, por la flota tan vieja de alimentadores ninguno sube las lomas de Usme a más de 5km por hora, una eternidad… y agréguele tener que aguantar que le pisen, peguen, empujen, golpeen y manoseen.

El proyecto “Ampliación de la troncal Caracas sur”, habla de la “ampliación y extensión de la troncal Caracas entre la estación de Molinos hasta el portal Usme” pretendiendo expandir el tamaño de la vía para contar con dos carriles exclusivos para TransMilenio y afectar solamente a los “pobres” suelos del batallón y la picota, además de la “Actualización, complementación, ajustes de la factibilidad y estudios y diseños del tramo Usme- Yomasa, donde se plantea la implantación de tres (3) nuevas estaciones sencillas (Danubio azul, Santa marta, Brasilia)” para lo cual se necesita tumbar cinco manzanas a lado y lado de la Av. Caracas, es decir, tumbar todo el comercio de la Aurora hasta Santa Librada, el corazón comercial de Usme “y una (1) estación intermedia (Yomasa)” donde están mi casa, la de mi vecino y 250 casas más pertenecientes al Barrio Tenerife II, que será demolido en su totalidad para la ubicación de la estación Yomasa, según la “factibilidad estudios y diseños desde Yomasa hasta el nuevo patio” ubicado en el predio La Reforma.

Etapa 2: Coger Transmilenio- el bus rojo

Finalmente he llegado al Portal Usme, allí me encuentro con cuatro opciones para coger el bus rojo y arriesgarme a hacerlo: 1. no mandan ningún bus. 2. lo mandan, pero no te puedes subir. 3. pasan todos menos el tuyo. 4. mandan uno donde te puedes morir mientras tratas de entrar, por ejemplo, hoy mandaron uno donde casi muero entrando y siguen apareciendo las frases frecuentes, diarias y tristemente naturalizadas -todo por una verraca silla, como si nunca se hubieran sentado en su vida-, dice frustrada la señora de al lado. -Cuidado que llevo un niño-. -Esperen que se cayó una muchacha, parecen bestias-, dicen dentro del bus.

Durante el resto del recorrido no se oirá a la gente hablar, entendible teniendo en cuenta que vamos solxs y somos empleados o estudiantes. TransMilenio es utilizado de manera masiva por la población activa que trabaja o estudia fuera de la localidad, es un modo de transporte utilizado para llegar a lugares donde se realizan estas dos actividades y en menor medida para otros motivos de salida, se mueven diariamente un aproximado de 2’600.000 pasajeros diarios, la tarifa está en $2.400 actualmente, teniendo así una entrada de $6.240’000.000 por día, también es mayoritariamente utilizado para viajes de larga distancia, en este caso, para ir a lugares centrales desde la periferia, los kilómetros de recorrido están 26,4 km de Usme a la Calle 72 teniendo una duración diaria de dos horas solo ida.

Claramente existen unas desigualdades en las prácticas de movilidad cotidiana, causadas por unas desigualdades sociales de accesibilidad al espacio, es evidente que mi recorrido diario está ligado por la localización de los equipamientos de educación superior y a su vez por los lugares centro y peri-centros donde se brindan las posibilidades de empleo.

Ahora bien, el tamaño de un metro va desde punta inicial hasta la punta final del largor del portal Usme, en sí en un solo metro entraríamos las personas que estamos esperando tres y hasta cuatro TransMilenios, aparte de que la frecuencia y la velocidad del mismo, ¿Cuál es la demanda social que debemos exigir en términos de movilidad?, me pregunto diariamente.

Ya logré la etapa 2 de mi carrera diaria poder montarme al bus rojo, al haberme arriesgado a subirme, pero esta decisión me cuesta mucho, el espacio mínimo vital es inexistente; siendo mujer puedo llegar a ser manoseada, acosada, violentada; los olores pueden llegar a ser abominables; con cada frenada sientes el peso tuyo y de diez personas más; un día me cogió la puerta el pie y me aguante el dolor, nadie dejó que las cerraran porque -espere que nos estamos bajando-, me dijeron.

Etapa 3: Alcanzar a llegar

Hay que contar con los infinitos semáforos que me voy a encontrar en el recorrido, aparte del sin número de trancones que se hacen en cada estación y de la duración eterna de la gente bregando para poderse subir o bajar, algún cuello de botella en alguna parte del camino, porque siempre hay un bus varado y esperar que el conductor tenga consideración y pise hasta el fondo el acelerador.

Superando todo esto quizá logre llegar a mi querida clase de 7:00 AM y esperando que sea una buena clase porque sería injusto haber superado todas las etapas y llegar a una meta sin premio, solo pido que después de tanto, esta carrera contrarreloj haya valido la pena, que, aunque sea la clase sea buena.

Se convierte así no en una, sino en múltiples carreras contrarreloj al mes e infinitas al año, una historia que se repite diariamente, en forma de espiral siempre volviendo al mismo punto: una falla en la orientación de la movilidad que no está enfocada a la humanización del transporte, unos interés políticos y económicos detrás de la movilidad, y bueno faltando claramente las etapas del retorno, porque en la tarde igual tendré que vivir la hazaña diaria de devolverme.

Entonces después de todo esto me sigo preguntando, si es justo que tumben mi casa por un sistema de transporte público como este, ¿quiénes están verdaderamente detrás de este proyecto “Ampliación de la troncal Caracas sur”?, ¿cuál es el modelo de ciudad se está pensando?, ¿podrá verdaderamente suplir la demanda de lo localidad de Usme? teniendo en cuenta el plan parcial ciudad Usme contemplado en el Plan de Ordenamiento Territorial que habla de la construcción de 40.000 viviendas de interés prioritario (VIP) y vivienda de interés social (VIS).

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Ángela Díaz. Licenciada en Ciencias Sociales en formación, integrante del Semillero de Investigación Problemas Urbanos Contemporaneos-PUC. Habitante del barrio Tenerife 2, Usme.

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