Las vacunas deben ser un bien común de la humanidad. Ni herramientas geopolíticas, ni negocios del gran capital | Parte III
Nota del editor: para leer la tercera parte no es indispensable leer la primera y la segunda, pero si es recomendable a fin de tener un panorama mucho más completo de la exposición del autor sobre el tema.
Las vacunas deben ser un bien común de la humanidad. Parte I
La vacuna contra la Covid-19 como un bien común. Parte II
La inmunidad de rebaño, la estrategia de la confusión y las dosis de corrupción en el manejo de la pandemia
Duque en su show televisivo y el ministro de salud empezaron a hablar de vacunas contra el virus entre el 18 y 23 de diciembre de 2020, simultáneamente cuando Duque, eufóricamente, anunciaba los días sin IVA para que millones salieran desenfrenadamente a comprar en almacenes de cadena y en las calles. También por esas fechas los grandes noticieros dejaron de informar diariamente sobre las cifras de infectados y el número de muertes.
Para tranquilizar a las clases trabajadora y media y persuadirlas a gastar sus ahorros, el subpresidente y ministro inyectaron cifras, confusas e imprecisas, sobre la vacuna. La promesa era que pronto alcanzaríamos la inmunidad de rebaño. De los 51 millones de habitantes, el Plan Nacional de Vacunación presentado el 18 de diciembre, iba a vacunar el 70% (36 millones de colombianos, cifra para alcanzar la inmunidad de rebaño). El ministro Fernando Ruíz Gómez afirmó, según todavía se lee en la página del Minsalud (2020), que el gobierno había comprado 20 millones de dosis (10 a Pfizer y 10 a AstraZeneca) y con la Organización Panamericana de la Salud había suscrito un convenio para acceder al mecanismo Covax por 20 millones de dosis. Los 40 millones de vacunas ascienden a más de un billón y medio de pesos colombianos $1.537.883.767.930, distribuidos así: con la farmacéutica Pfizer por US$119.995.200 (10 millones de vacunas; se necesitan dos dosis por persona); con AztraZeneca, el contrato de compraventa se perfeccionó por un valor de US$59.904.000 (10 millones de vacunas; se necesitan dos dosis por persona); y con la alianza para la vacunación COVAX, se suscribió el contrato por US$214.726.260 (20 millones de vacunas, también dos dosis por persona).
A la fecha no hay nada asegurado que garantice la pronta llegada de la vacuna y se especula que en algún momento de febrero llegarán las vacunas del mecanismo Covax.
Estas cifras no dan para alcanzar la inmunidad de rebaño, ya que haría falta atender a 15 millones de personas, cada una con dos dosis, es decir 30 millones de dosis adicionales. A la fecha no hay nada asegurado que garantice la pronta llegada de la vacuna y se especula que en algún momento de febrero llegarán las vacunas del mecanismo Covax.
El mecanismo Covax es parte del lavado de cara del capitalismo farmacéutico y de los grandes monopolios. Se trata de un acuerdo entre dos fundaciones de Bill Gates, la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI) y la Coalición para Innovaciones en la Preparación ante Epidemias (CEPI), con la Organización Mundial de la Salud – OMS. Este mecanismo busca que países y empresas creen un fondo para aumentar la producción y distribución de vacunas a países pobres y de medianos recursos mediante préstamos, con garantía para la compra anticipada de vacunas, así como contribuciones a la investigación, lo que puede implicar el incremento de la deuda externa en los países del sur global. Más que una operación humanitaria o filantrópica, Covax es un proceso de financiarización de la vacuna, de ahí que el asesor financiero del modelo sea el monopolio Citigroup. En el caso de Colombia, pese a que el país ha aportado a ese fondo del capitalismo farmacéutico global, algo más de 200 millones de dólares, no es claro, debido al secretismo gubernamental, si el aporte cubre los 20 millones de dosis, o deberá endeudarse adicionalmente.
Este mecanismo, Covax, busca que países y empresas creen un fondo para aumentar la producción y distribución de vacunas a países pobres y de medianos recursos mediante préstamos, con garantía para la compra anticipada de vacunas, así como contribuciones a la investigación, lo que puede implicar el incremento de la deuda externa en los países del sur global.
Esta situación ha generado malestar generalizado de parte de la población y fuertes cuestionamientos de las agremiaciones médicas del país. Ante las críticas el gobierno y los grandes medios de comunicación definieron como estrategia mediática responsabilizar a la población por su “indisciplina social” para acatar las normas de distanciamiento, una nueva distracción para ocultar los errores garrafales del subpresidente.
Corrupción rampante en la gestión de la pandemia como antecedente de la vacunación del rebaño
El gobierno Duque, además de exponer a la población al contagio con las medidas para favorecer al gremio de los comerciantes, las aerolíneas y el turismo, ha manejado la pandemia con el más contundente y nítido estilo uribista, aplicando dosis de corrupción. Las declaraciones oficiales de que el país está preparado financieramente para adquirir las vacunas dejan mucho que desear. Con la resolución 2327 de 2020 del Ministerio de Hacienda, el gobierno dice haber asegurado los recursos para comprar de 10 millones de dosis de la vacuna de la farmacéutica estadounidense Pfizer, a una razón de 12 dólares por dosis, un total de $437 mil millones del Fondo de Mitigación de Emergencias (FOME).
En abril de 2020 el gobierno creó la Subcuenta para la Mitigación de Emergencias -Covid 19- de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) y definió que la entidad creada para atender la emergencia sanitaria era el FOME. Se trata de un fondo que ha manejado los procesos de contratación en la pandemia, regido por el derecho privado y no por la Ley 80 de contratación pública, por eso ha podido suscribir diferentes acuerdos de confidencialidad que fácilmente escapan a la vigilancia de los órganos de control y de la ciudadanía. Además, el financiamiento del FOME se logró mediante la disminución de aportes a las entidades territoriales para gastos de salud e inversión social.
Se trata de un fondo que ha manejado los procesos de contratación en la pandemia, regido por el derecho privado y no por la Ley 80 de contratación pública, por eso ha podido suscribir diferentes acuerdos de confidencialidad que fácilmente escapan a la vigilancia de los órganos de control y de la ciudadanía
Por otra parte, la UNGRD encargada de la subcuenta Covid, es dirigida por el político caucano Eduardo José González Angulo. Ya bajo los dos gobiernos de Uribe Vélez, González ocupó esta cartera y aún hoy se le investiga por haber adquirido gigantescos predios en el Vichada. Actualmente la Contraloría tiene un expediente abierto por enriquecerse con los recursos para los damnificados de la Covid-19 y por adquirir mercados con sobre costo y entregarlos saqueados a las víctimas de la pandemia (Toro. 2020).
González Angulo, por orden de Duque, nombró en la gerencia de la Covid-19 a fichas del hoy uribista confeso Miguel Uribe Turbay: Adriana Lucia Jiménez, como gerente general de la subcuenta Covid, Claudia Candela Bello, Juan Sebastián Castro, el exgeneral (antiacuerdos de paz) Gustavo Rincón, además de otro nutrido grupo de contratistas, todos con sueldos que se acercan a los 20 millones de pesos mensuales.
El dinero para atender el sufrimiento de millones de personas manejado por el FOME se ha despilfarrado en contratos como el realizado con los consorcios Pezeta Publicidad SAS y Pubblica SAS, por $18 mil millones de pesos para vallas y carros de perifoneo (El Olfato, 2021). También del FOME salió el aporte-crédito de 370 millones de dólares con que Duque se congració con la multinacional Avianca en agosto del 2020. Los recursos para las vacunas están embolatados, esa es una de las explicaciones a la demora y los dires y mentires del gobierno.
El dinero para atender el sufrimiento de millones de personas manejado por el FOME se ha despilfarrado en contratos
Según el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana las cuentas del FOME durante el 2020 no fueron transparentes, no hay información clara sobre los montos asignados, las destinaciones y los desembolsos no se le están contando a los colombianos de una forma detallada y transparente. En noviembre del 2020 este Observatorio encontró que:
“Lo cierto es que el pasado 1 de noviembre, cuando nos disponíamos a preparar un nuevo reporte de los recursos desembolsados desde el FOME, nos encontramos con una significativa novedad: el fondo ya no es de 25,5 billones de pesos y en octubre pasó a ser de 40,5 billones –una adición de 15 millones de millones de pesos–, de acuerdo con el último reporte del Ministerio de Hacienda. Con corte al final de octubre, según los datos del Ministerio de Hacienda, se han desembolsado 16 billones de pesos desde el FOME para la atención de la emergencia.
¿Cómo pasó eso? Los recursos salieron de algo que el Ministerio de Hacienda llama “Recursos de crédito externo”. Sin embargo, con la información disponible en el portal del Ministerio de Hacienda para el Covid no es posible determinar el plan de financiación específico de estos fondos. Lo que sí se puede saber con total certeza es que los recursos ya fueron apropiados –cuando hablamos de apropiación nos referimos al monto máximo autorizado para asumir compromisos con un objeto determinado–. Lo cierto es que el Gobierno nacional ya le dio luz verde para usar esos recursos”. (Observatorio Fiscal, 2020).
A la tragedia de la Covid-19, la corrupción generalizada y la desinformación intencional con que Duque ha gestionado la pandemia, se suma la historia reciente de pérdida de soberanía en materia de salubridad como resultado del dominio del capitalismo monopolista farmacéutico, el declive de la producción nacional de vacunas en las últimas décadas y la dependencia del país en materia de salud pública y producción de medicamentos.
A la tragedia de la Covid-19, la corrupción generalizada y la desinformación intencional con que Duque ha gestionado la pandemia, se suma la historia reciente de pérdida de soberanía en materia de salubridad
La salud pública de la Colombia dependiente en la ecología-mundo capitalista
En las últimas décadas el crecimiento capitalista en Colombia es innegable. Pero se trata de un crecimiento realizado mediante la guerra del capital contra la población y los ecosistemas, a costa de los bienes naturales del país y del deterioro de la calidad de vida de las mayorías.
Los acelerados procesos de deforestación para abrirle paso a la ganadería y la agricultura comercial, la urbanización sin adecuada planeación y sin criterios de sustentabilidad ambiental, la contaminación de fuentes de agua, el daño ambiental generado por el extractivismo minero-energético, el declive de los programas sociales y la desfinanciación de sistema nacional de salud y de saneamiento básico son los responsables de la débil respuesta gubernamental ante los brotes epidémicos: dengue, zika, chikunguña, malaria; la muerte por desnutrición, a los problemas de hipertensión, diabetes y cáncer, todos estos resultantes del lugar que ocupa el país en la ecología-mundo capitalista.
Según un informe del Instituto Humboldt (2019):
“Las invasiones biológicas impactan la salud humana y la de los sistemas productivos agrícolas. La invasión del territorio por parte de vectores virales ha permitido el ingreso y establecimiento de nuevos virus. El aumento en las poblaciones de invertebrados portadores de parásitos ha aumentado el riesgo de contagio por parte de los humanos o animales domésticos. Las especies de mosquitos Aedes aegypti y A. albopictus originarias de África y Asia respectivamente, representan en el continente americano los principales vectores de transmisión del Virus del Dengue y el Virus de la Fiebre Amarilla. Del mismo modo, son los principales vectores en Colombia de los virus recientemente invasores del Chikungunya y del Zika. El caracol gigante africano sirve de hospedero de nemátodos causantes de la meningoencefalitis eosinofílica y la angiostrongilosis abdominal en seres humanos”.
Particularmente, me interesa reseñar cómo durante la fase del capital financiero en la ecología-mundo capitalista fueron desmontadas las capacidades nacionales para producir vacunas, e incluso exportarlas. En 1917, por iniciativa privada fue creado el Laboratorio Samper-Martínez, destacado por la producción de vacuna antirrábica y suero antidiftérico, y con el montaje de procesos para el diagnóstico de enfermedades microbianas y parasitarias; en 1928 este laboratorio fue nacionalizado y en 1970 convertido en el Instituto Nacional para Programas Especiales de Salud.
El Instituto Nacional para programas especiales de salud convirtió al país en una potencia regional en materia de salubridad, investigación y producción de vacunas.
Con la investigación y el apoyo estatal el instituto erradicó la poliomielitis, controló la rabia, la difteria, el tétanos y la tos ferina por medio de la creación de vacunas. Se produjeron los mejores sueros antiofídicos del continente. El Instituto convirtió al país en una potencia regional en materia de salubridad, investigación y producción de vacunas. Una historia reciente del Instituto Nacional de Salud la ofrece Carlos F. Dáguer (2018).
A partir de la década de 1990 con la nueva organización internacional de la ecología-mundo capitalista controlada por los monopolios internacionales, la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial empezaron a convencer a los gobiernos del sur global para que desistieran de la producción propia de vacunas y dejaran esta tarea en manos de las multinacionales farmacéuticas, que tenían los recursos tecnológicos y podían asegurar el abastecimiento global de medicamentos. Los gobiernos neoliberales no se hicieron esperar, y Gaviria, Samper, Pastrana y Uribe se encargaron de desmontar el Instituto. La Ley 100 de 1993 reorientó el sistema de salud hacia la cobertura mediante operadores privados, desfinanciando y por ende desestimulando la investigación, en 2002 el gobierno de Uribe Vélez decidió liquidar el área de Investigación y Desarrollo para la producción de vacunas. Al arrasamiento neoliberal de la soberanía sobre las vacunas solamente sobrevivieron en América Latina Brasil, Argentina, México, y Cuba.
El profesor Moisés Wasserman recientemente ha cuestionado que la decisión política de poner fin a la producción nacional de vacunas en Colombia correspondió también a una reducción en el concepto de seguridad nacional, entendido solamente en su acepción exclusivamente militar (Wasserman, 2020).
Reflexión final
La pandemia del SARS-CoV-2 ha mostrado la estrecha relación entre la sociedad y el resto de la naturaleza y expresa de manera contundente que los virus y bacterias, presentes en el planeta mucho antes que la vida humana, se convierten en amenaza por la destrucción y violación de los ecosistemas y los ciclos naturales, sumado al deterioro de los sistemas de salud pública.
A lo largo de este escrito he planteado que las vacunas, si bien deben ser entendidas como un bien común de la humanidad, no deberían ser el recurso principal para hacer frente a las pandemias. Solamente una ecología-mundo no capitalista que restablezca el metabolismo dialéctico sociedad-resto de la naturaleza, será la salvaguardia a la vida humana, ante nuevas y cada vez más peligrosas pandemias.
El caso colombiano es ilustrativo de lo que pasa en sociedades en plena descomposición del capitalismo y lumpenización de la burguesía. El cínico fascismo se desnuda tal cual es pese a las estrategias de distracción y desinformación sistemáticas. El manejo de la pandemia se ha hecho bajo la lógica histórica que alguna vez denunciara Jorge Eliécer Gaitán, “la economía de los menos por encima de la vida de los más”.
Referencias
Carlos Dáguer (2018). Vigilantes de la salud. Un siglo del Instituto Nacional de Salud. https://www.ins.gov.co/Noticias/SiteAssets/Paginas/Vigilantes-de-la-Salud/Libro%20INS-100%20a%c3%b1os%20vs_digital%2007-18.pdf
Instituto Humboldt (2019). Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos. Resumen para Tomadores de Decisión – Borrador para comentarios de externos. http://www.humboldt.org.co/images/documentos/rtd-v01062020-comentarios-externos.pdf
Minsalud (2020). Colombia adquirió 40 millones de dosis de vacunas contra el covid-19 https://www.minsalud.gov.co/Paginas/Colombia-adquirio-40-millones-de-dosis-de-vacunas-contra-el-covid-19.aspx#:~:text=Bogot%C3%A1%2C%2018%20de%20diciembre%20de,en%202021%2C%20teniendo%20en%20cuenta
Observatorio Fiscal Universidad Javeriana (2020). El FOME cuenta con $15 billones adicionales y el Gobierno no se lo ha contado a los colombianos. https://www.ofiscal.org/post/el-fome-cuenta-con-15-billones-adicionales-y-el-gobierno-no-se-lo-ha-contado-a-los-colombianos
Jonathan Toro (2020). Contraloría abrió proceso de responsabilidad fiscal contra Ungrd por algunos sobrecostos. https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/contraloria-abrio-proceso-de-responsabilidad-fiscal-contra-ungrd-por-algunos-sobrecostos-3077586
Moisés Wasserman (2020). Así fue como Colombia dejó de producir vacunas.
https://www.eltiempo.com/amp/salud/covid-19-por-que-colombia-no-producira-su-propia-vacuna-538744