Incluyan a la FARC por estrategia

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Me había prometido no volver a opinar sobre la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, ya que lo normal es que sus militantes (sobre todo los que dependen de los salarios que paga ese partido para vivir) me ataquen sin contemplación por lo que a mi me ha parecido injusto o por sus errores sin justificación, pero bueno, esa autocensura al repensarlo, teniendo en cuenta la coyuntura, es ridícula.

Me había prometido no volver a opinar sobre la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, ya que lo normal es que sus militantes (sobre todo los que dependen de los salarios que paga ese partido para vivir) me ataquen sin contemplación por lo que a mi me ha parecido injusto o por sus errores sin justificación, pero bueno, esa autocensura al repensarlo, teniendo en cuenta la coyuntura, es ridícula.

Se acercan las elecciones regionales, se estuvo a punto de ganar la presidencia el año pasado y claramente, si ese fuera el caso actual, hubiera empezado un ciclo político muy diferente al que estamos sufriendo. Nuestro sistema político es vertical, autoritario, centralista y tóxicamente dependiente de quien ocupe la silla presidencial, pero, al mismo tiempo, esta apoyado sólidamente en el poder que concentran históricamente las elites regionales, las cuales en la mayoría de los casos son o están relacionadas con terratenientes, narcotraficantes, paramilitares, corruptos, clientelistas o empresarios; y que en muchos casos son todo al mismo tiempo. Por lo tanto, es comprobable que el sistema político colombiano no esta al servicio del pueblo colombiano.

Un proyecto transformador en Colombia, o para ser mas exactos, los proyectos transformadores en Colombia, saben hace muchísimo tiempo, desde antes que las FARC llegara a un acuerdo con el gobierno Santos para dejar las armas e incorporarse a la legalidad, que es necesario ocupar espacios en el poder local para avanzar en la transformación que necesita nuestra sociedad en clave de mas democracia y justicia social.

En las ultimas semanas se están preparando las posiciones para las elecciones regionales del 2019. Avales, listas y coaliciones tanto de las elites de siempre y sus reacomodos propios de las peleas de gente que cree que nació para gobernar y desde los llamados sectores alternativos que se juntaron el año pasado alrededor de las campañas presidenciales de Sergio Fajardo, Gustavo Petro y Humberto de la Calle que sumados fueron mas del 50% de los votos de la primera vuelta.

Lo lógico desde ese hecho político hubiera sido que esos tres lideres aunaran esfuerzos para construir un frente unido en contra de la avanzada fascista que ha significado el regreso del uribismo a la jefatura del Estado, pero evidentemente eso no ha pasado a pesar del mierdero que ha significado hasta el momento que el títere de Iván Duque este sentado en la silla presidencial.

Toda esa falta de responsabilidad con el futuro del país se demuestra a la hora de discutir si se incluye a la FARC en las coaliciones electorales para estas regionales que se hacen llamar alternativas, progresistas o de izquierda.

La verdadera victoria del uribismo en términos políticos no esta en los muertos, o en los litros de sangre que exigía el general Mario Montoya con la complicidad del Ministro de Defensa Juan Manuel Santos y su presidente Álvaro Uribe Vélez. La verdadera victoria del uribismo para la Colombia en disputa en el siglo XXI es la del relato de la guerra, la extrema derecha se esta ganando el alma de este país y la izquierda camina en círculos sin saber exactamente que hacer cuando debería ser ejemplo de superioridad moral y de humanidad.

Se está repitiendo la canallada que los mayores de quienes hoy lideran todos esos sectores llamados alternativos, progresistas y de izquierda, le hicieron a la Unión Patriótica en el momento en que se esta desarrollando un genocidio político no solo contra el liderazgo social de este país sino también contra quienes decidieron dejar las armas y apostarle a la vía democrática y legal para transformarlo. ¿Con que cara esa misma gente que ha agitado la bandera de la solución negociada a nuestro conflicto armado le exige al ELN que deje las armas si hoy excluyen a las FARC en esas coaliciones que le quieren arrebatar el poder a los de siempre?

Hoy la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común – incluyendo a Iván Márquez y Jesús Santrich a pesar de Rodrigo Londoño y Carlos Antonio Lozada – como colectivo, entregaron sus bienes y recursos materiales para que sean usados en los procesos de reparación de las victimas de nuestro conflicto armado, quieren contar la verdad y recibir justicia a pesar del incumplimiento sistemático de los acuerdos del Teatro Colón y desean apostarle a las nuevas formas de hacer política defendiendo la institucionalidad y el estado social de derecho que conquistamos con la constitución de 1991 y que con Álvaro Uribe Vélez encabezando esa manada de cavernícolas machistas, clasistas y racistas que mal llaman Centro Democrático, sus aliados cristianos y conservadores se mantiene en riesgo.

El principal ejemplo político de humanidad que la izquierda colombiana esta echando a la basura rechazando a la FARC en estas elecciones regionales, es el de la convivencia y la reconciliación entre diferentes; increíble que gente que hace parte de los partidos que conforman la llamada bancada parlamentaria por la paz – lo más cercano a la hipotética unión de los votos de Fajardo, Petro y de la Calle – copien y peguen los comportamientos del uribismo fascistoide al sentirse llamados a hablar por las víctimas y por lo tanto elijan no perdonarlos cuando no es una necesidad, se puede y se debería poder convivir odiando, apoderarse del discurso de las victimas para rechazar las alianzas electorales con la FARC es cínico desde ese espectro de la política colombiana que se llama diferente a lo de siempre.

Yo si creo que una alianza política es posible sin perdonar a la FARC, finalmente nadie con mero sentido de sensatez puede negar que se comparten fines y adversarios, ¿Dónde quedo la consigna de la unidad en la diversidad? La discusión debería ser en primera instancia programática, la estética, el marketing y las tácticas electorales deberían ser consecuencia de los acuerdos programáticos, no al revés.

La construcción de paz con enfoque territorial en Colombia también implica trabajar por una sociedad abierta, tolerante, incluyente y por lo tanto ese trabajo pasa por que entre todos construyamos las condiciones para que la sociedad acepte la participación política de la FARC más allá de las ventajas institucionales de carácter transitorio que le brindo el acuerdo.

Según las cuentas más conservadoras – las del gobierno de Iván Duque – están asesinando un líder o lideresa social de este país cada 4 días y los más cercanos a la realidad – los de las organizaciones sociales y populares de este país – hablan de cada dos días. En síntesis, el paramilitarismo y los agentes del estado colombiano están matando a todo lo que huela a izquierda en los territorios en conflicto. Eso tiene un mensaje político detrás y es que en el país gobernado por el uribismo todo lo que huela a izquierda – o en sus palabras castrochavismo – será cada vez menos tolerado, silenciado o eliminado, y dentro del espectro del castrochavismo uribista caben personajes tan disimiles como Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle.

La política de la izquierda no se puede definir única y exclusivamente por una cuestión de marketing electoral. La política de la izquierda colombiana tendría que estar atravesada por una profunda reflexión ética – estética – que imposibilitara a todo lo que se hace llamar alternativo, progresista o de izquierda en Colombia excluir a la FARC condenándola al ostracismo, ya que mediante este cálculo pendenciero están legitimando un genocidio que finalmente se traducirá en que se acabe cualquier posible participación política de todo lo que para ellos es el castrochavismo.

Esa misma gente que no ve con buenos ojos la participación política electoral de la FARC – sean quienes tienen el poder o los que votan por sus verdugos – son susceptibles a no ver con buenos ojos la participación política de cualquier cosa que medio se parezca a la izquierda y por lo tanto no solo es una cuestión ética – que insisto, debería ser prioritario – sino también una cuestión estratégica incluir a la FARC en las coaliciones electorales que se disputaran el poder regional de nuestro sistema político este año. Ojalá, este año no sea de mas decepciones.

Publicado 07 de Julio de 2019

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Por: Shameel Thahir Silva | @ShameelThahir | Amigo de la casa Hekatombe.
Politólogo y Magíster en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Ciclista urbano. Enamorado de Bogotá y con ganas de servirle a su gente. Preocupado por un país en donde quepamos todxs.

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