En los últimos años el hecho de reconocer prácticas machistas está a la orden del día, ahora un gran número de mujeres tiene el detector de machismo activo 24/7, pero casi todo el tiempo con los hombres, lo que está muy bien, se trata de identificar y concienciar sobre las razones que hacen que x o y comentario o acto sea machista. El problema es que ese detector de machismo no lo aplicamos entre nosotras las mujeres.
Sí. Las mujeres al haber crecido y al haber sido educadas en un sistema patriarcal, y así estudiemos sobre feminismos, vamos a reproducir prácticas machistas que, reconozcámoslo, hemos naturalizado. Ahora el tema es que hay mujeres de mujeres, no nos podemos medir todas con el mismo racero, estamos las mujeres que reconocemos cuando somos machistas y que procuramos la constante construcción de sororidad, y entre una gran variedad de mujeres, están las que me llevan a escribir este artículo, las arpías.
Cuentan en la Grecia antigua, que Zeus envió a las arpías para que le robaran la comida a Fineo. Las arpías del siglo XXI parece que fueron enviadas por el machismo para sabotearnos.
Ahora, la existencia de las arpías no obedece a un fenómeno espontáneo, sino que se trata del resultado de la enemistad histórica de las mujeres, un arma infalible del patriarcado, pues logra generar rivalidades y divisiones al interior de grupos conformados or mujeres o en lo que participan las mujeres. Otro aspecto a tener en cuenta es la ideología femenina, un término acuñado por la maravillosa Marcela Lagarde, entendida como las condiciones genéricas que todas las mujeres compartimos como resultado de una construcción histórica y no biológica, que se reflejan en formas de comportamiento, que en algunos casos reproducen, entre otras cosas, la enemistad histórica, por otra parte, es necesario mencionar las relaciones desiguales de poder, además de nacer en una sociedad patriarcal, también lo es capitalista y esta situación se refleja en nuestras formas cotidianas.
A continuación menciono algunas de las características de las arpías:
1. Ven a las demás mujeres como competencia, por eso es común escuchar que trabajar con mujeres es muy difícil, porque las arpías hacen todo lo posible por dividir y poner en contra las unas con las otras.
2. Cuando son jefas, anulan a las demás al ignorarlas, al no mirarlas cuando les hablan.
3. Privilegian a los hombres sobre las mujeres.
4. Para descalificar se refieren al aspecto físico: porque hace o no hace ejercicio, porque es o no vanidosa.
5. Hablan de feminismo, dicen “todas, todos y todes” pero se queda en eso, en la mención, no lo ponen en práctica.
6. Entienden la sororidad como amiguismo con su círculo más cercano, no como solidaridad entre iguales, entre mujeres.
7. Confunden lo que es ser una mujer empoderada y fuerte, con una saboteadora, cruel y matoneadora.
8. Están las que conocen el discurso feminista y juzgan a las mujeres que no, las opacan, las minimizan, en lugar de traerlas hacia La Fuerza.
9. Las hay de izquierda, derecha, centro, el espectro político determina el uso o no de algunas palabras, nada más.
10. Apelan a la violencia pasiva y simbólica para hacer que las mujeres se sientan inferiores.
Tal vez se me escapen algunas características, si es así, no duden en señalarlas.
Quiero aclarar que no crítico al grueso de las mujeres, ni busco darle argumentos al machismo para que deslegitime algo tan bonito y mágico como el feminismo, sino que busco en parte desahogarme, hacer un llamado de atención a todas, a que revisen si son arpías o víctimas de ellas.
Posdata 1: entiendo al feminismo como el movimiento social y el cuerpo teórico-práctico que busca la equidad entre los sexos, develando las opresiones y privilegios, en términos de género, raza y clase.
Posdata 2: la sororidad es la solidaridad entre mujeres, el reconocer que estamos en una sociedad patriarcal y por eso en lugar de sabotearnos, se trata de apoyarnos.
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Por: Paulina Iglesias. Amiwis de la casa Hekatombe, conocida por sus opiniones impopulares y por ser políticamente incorrecta.