Sin lugar a duda, el accionar político del presidente Iván Duque se ha caracterizado por incumplir las promesas que realizó públicamente durante su campaña. En aquel entonces, el caricaturesco candidato, en alianza con los medios corporativos de comunicación, se presentaba muy alegre, con una pelota, una guitarra y su cabello pintado, a asegurarle a la sociedad colombiana que, en el caso de quedar presidente, jamás implementaría el Fracking en Colombia, reduciría impuestos para poder aumentar los salarios de trabajadores, buscaría incentivar la educación superior gratuita, perseguiría a narcos y asesinos, y sería un ferviente defensor de lo público.
Sin embargo, la realidad es otra, pues durante su mandato, han sido constantes las contradicciones con lo prometido durante su campaña, pues le está dando rienda suelta al Fracking en Colombia, los únicos impuestos que ha reducido son los que tenían sus socios de grandes empresas, bancos y multinacionales, mientras que el salario mínimo no aumentó significativamente. En paralelo, no ha buscado avanzar en el tema de la educación gratuita, por el contrario, ha reforzado el ICETEX como si fuera una entidad bancaria, tampoco ha aceptado sus nexos con narcos como el Ñeñe, a pesar de que existen pruebas irrefutables de que este narcotraficante inyectó grandes sumas de dinero a su campaña presidencial. Así mismo, siguen asesinando líderes sociales en sus narices y, por si fuera poco, ahora, en medio de una pandemia en donde se ha dedicado a decretar a favor de los bancos y las multinacionales, pretende vender la empresa pública que más ganancias le genera a la nación, Ecopetrol.
En este momento, los hospitales del país están colapsando, cientos de personas contagiadas de Covid-19 están muriendo porque no pueden acceder al sistema de salud, hay demoras en la atención de urgencias, en la toma de muestras y en la entrega de resultados. Además, la sociedad colombiana está denunciando bastantes irregularidades que se están presentando en las UCIS, en donde los médicos no dan abasto, a causa de las decisiones tomadas por el Gobierno Nacional, que no han logrado contener la pandemia, como sí ha ocurrido en otros países, y la situación se ha salido de control.
En un momento así, el pueblo colombiano esperaría que su máximo mandatario enfrentara la crisis con madurez, humanismo y transparencia, para poder salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Sin embargo, es claro que la vida de los colombianos no es una prioridad para el tercer gobierno de Álvaro Uribe Vélez y sus secuaces, pues para nadie es un secreto que nuestro presidente Iván Duque es simplemente una figura interina que recibe instrucciones de patrones, bancos y multinacionales, quienes le ordenan como debe realizar cada una de sus acciones, las cuales siempre han estado para el beneficio de los más adinerados.
Pues bien, este gobierno macabro ha decidido continuar con los despropósitos de gobiernos como el de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, quienes trabajaron sin descanso buscando privatizar Ecopetrol, ISAGEN —esta última fue vendida a empresarios canadienses por Juan Manuel Santos en el 2016—, entre otras empresas. El primero, Álvaro Uribe, impulsó la venta del 10% de las acciones de la prospera empresa, sin importarle un pequeño detalle: se trataba de una empresa pública. El segundo, Juan Manuel Santos, convirtió a Ecopetrol en un grupo de empresarial, dividiéndolo en filiales —siendo CENIT la más importante pues genera cerca del 70% de las ganancias que Ecopetrol le entrega al Estado—, con el fin de venderlas cada una por separado. Aunque no lo logró vender a CENIT, gracias a la presión de la Unión Sindical Obrera y de la sociedad colombiana, si logró vender el 1.6% de las acciones de Ecopetrol.
Hoy en día, en pleno 2020, durante una crisis mundial, los obreros sindicalizados de Ecopetrol, pertenecientes a la USO (Unión Sindical Obrera) han denunciado durante meses, que Iván Duque se está aprovechando de la crisis, del confinamiento, del pánico colectivo que tiene la gente hacia el Covid-19 y de sus decretos presidenciales expedidos durante la pandemia, para empezar con la venta de la empresa CENIT.
El último mecanismo encontrado para tal propósito, fue la expedición del Decreto-Ley 811, que da vía libre para que el gobierno venda esta y otras empresas. En paralelo, Iván Duque, el ministro Carrasquilla y las directivas de Ecopetrol buscan trasferir la nómina de la vicepresidencia de transporte de Ecopetrol hacia CENIT. Esta es una de sus “jugaditas” políticas y administrativas que les facilitaría la venta de CENIT al mejor postor privado. Imagínense la magnitud del caso: el presidente estaría cediendo cerca del 70% de las ganancias directas que le genera Ecopetrol a la nación, bajo la excusa de enfrentar la pandemia, cuando en numerables ocasiones los sectores alternativos del país han sido insistentes en que, el problema económico actual se debe enfrentar con una redistribución de la riqueza en materia tributaria, impartiendo mayores impuestos a los más ricos para beneficiar a los sectores más vulnerables y al Estado, y no entregándoles nuestro patrimonio de manera feriada a las grandes multinacionales. Es importante agregar que, el Gobierno Nacional también excusa la venta de Ecopetrol bajo el argumento de pagar la deuda que se adquirió con el FMI (Fondo Monetario Internacional), una deuda que adquirió la misma administración. Como quien dice “tapar un hueco con otro hueco”.
Ahora bien, desde el nacimiento de la USO (Unión Sindical Obrera) en 1923 que desembocó en la fundación de Ecopetrol en 1951, cada uno de los presidentes de nuestra nación se ha enfrentado a la valentía de los obreros de la industria de los hidrocarburos, quienes, junto al apoyo de las bases de la sociedad colombiana, una y otra vez se han visto dispuestos a organizarse y movilizarse a favor de la defensa de Ecopetrol, para evitar que sea entregada a los intereses extranjeros. Es así como, a manera de guardianes, estos obreros y obreras han defendido el patrimonio público. En un principio, lo recuperaron de las garras extranjeras de la Troco (Tropical Oil Company) consiguiendo la nacionalización de esta actividad en Colombia, luego durante décadas la han defendido de cada uno de los presidentes y empresarios extranjeros que han querido arrebatarnos nuestro patrimonio.
Ahora, durante el desarrollo del Siglo XXI, la USO se ha enfrentado a los corruptos, una y otra vez: durante la primera década, para impedir que Álvaro Uribe siguiera vendiendo el patrimonio colombiano, luego, en la segunda década, contra la amenaza privatizadora de Juan Manuel Santos y ahora, en el marco del gobierno remoto de Iván Duque, convoca una vez más a las bases populares colombianas, a armarse de dignidad y valentía para defender uno de los más importantes frutos de la lucha obrera en Colombia, Ecopetrol.