El veganismo y el anticapitalismo en diálogo

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En diversas discusiones en las que he intervenido ha estado presente la pregunta en torno a si es necesario o no que el veganismo sea anticapitalista o si, por el contrario, es posible que el veganismo y el capitalismo convivan. Es posible que ambos convivan. Lo que no es posible es que en el capitalismo los demás animales sean libres y tengan garantizadas las condiciones materiales que requieren para vivir bien. En este texto me propongo argumentar por qué considero, entonces, que la relación entre veganismo y anticapitalismo es necesaria, no contingente. Como en los análisis que suelo hacer, presentaré una perspectiva bidireccional que interpele a ambos lugares: por un lado, cuestiono al veganismo no anticapitalista y, por otro, cuestiono al anticapitalismo no vegano.

El veganismo es fundamentalmente un conjunto de prácticas y discursos que cuestionan frontalmente al especismo*. En las prácticas puntuales, el veganismo implica encontrar fugas vitales en un sistema especista que cuestionen y eviten el especismo. Estas fugas fisuran, pero no desbaratan al especismo. Se presentan como acciones de resistencia a nuestro alcance, sin ser suficientes para hacer estallar al especismo. En definitiva, el veganismo es necesario, pero insuficiente. 

En este sentido, es entendible que el veganismo conviva con el sistema no únicamente especista, sino también capitalista y esto es claro en el contexto actual: el veganismo es una alternativa dentro del mercado. Mientras yo pido una hamburguesa vegetal cientos de vacas siguen siendo asesinadas en los mataderos. Hoy conviven veganismo y capitalismo de una manera conflictiva, porque claramente el veganismo cuestiona una de las industrias más rentables para el sistema: la explotación animal. Por esta razón, afirmo que sí es posible que ambos convivan. Pero, tal y como hoy ocurre, que el veganismo haga presencia no significa que los demás animales puedan vivir de una manera más justa y digna, porque el capitalismo no lo hará posible jamás.

Creo que los errores a la hora de pensar el veganismo en relación con el capitalismo se deben a una comprensión reduccionista del capitalismo. El capitalismo no es usar smartphone, comprar en la tienda de la esquina o usar internet. El capitalismo es muchísimo más que eso. El capitalismo, por definición, es un modo de producción caracterizado por la acumulación de capital. Como toda acumulación no hay límites: entre más, mejor. Y esa acumulación implica necesariamente que haya un lado que pierde: para que x pueda tener más y acrecentarlo debe arrebatárselo a otro. En el caso de los demás animales, la acumulación se da arrebatándoles sus vidas y el producto de su trabajo, convirtiendo su existencia y vitalidad en dinero que engrosa los bolsillos de ciertos seres humanos.

Debido a que la acumulación de capital es la esencia del capitalismo, es decir, sin acumulación no hay capitalismo, la expansión de las fronteras a explotar deben ir moviéndose, abriendo paso a territorios a colonizar. La deforestación, la contaminación de las aguas, y en general, la colonización de territorios donde la intervención humana es poca, se hace necesaria para el funcionamiento del sistema. Esto no es una opción, es una necesidad para que el capitalismo siga funcionando. Con esta expansión lo que logramos es desplazar y destruir los territorios de los demás animales, negándoles así vivir bien y eliminando, paulatinamente, las condiciones materiales que garantizan su existencia.

Un veganismo centrado en los animales domesticados no tendrá problema con esto. Pero, si lo que en realidad buscamos es que en algún momento el ser humano deje de afectar a los seres susceptibles de sufrir, es claro que la mayoría de ellos que están siendo afectados por nuestra acción deberían ser de importancia para nosotros. La liberación animal y garantizar una vida digna a los demás animales incluyendo a los no domesticados, sólo será posible si el modo de producción existente no consiste en la acumulación de capital, pues esta acumulación, sí o sí, implica destruir la materia necesaria para perseverar en la vida y satisfacer las necesidades básicas, como el alimento y el refugio. Por este motivo, el capitalismo sólo podrá convivir con el veganismo si, tal y como ocurre ahora, el veganismo se reduce a una opción dentro del mercado. Pero nunca podrá convivir con la liberación animal.

Es más, hoy las causas principales del sufrimiento animal son la crisis socioecológica a la cual nos ha llevado el capitalismo y la industria de explotación animal potenciada por el capitalismo. Propiamente, antes de él no era posible hablar de una “industria” de explotación animal, puesto que, aunque la explotación animal existiera no se encontraba tecnificada a un nivel industrial que consista en no poner frenos a la hecatombe ni por un segundo. Por estas razones, si el objeto del veganismo son los demás animales, nuestras apuestas deben ser necesariamente anticapitalistas. Sólo así el veganismo dejará de ser sólo un nicho de mercado y tendrá repercusiones revolucionarias (de transformación radical) en las vidas de los demás animales.

Ahora bien, un anticapitalismo incapaz de poner la vida y dignidad de seres susceptibles de padecer como nosotros la explotación, la tortura, el dolor, el trabajo obligado, etc. por encima del hedonismo característico de las sociedades de consumo (un hedonismo vulgar, hay que aclarar), será como mínimo inconsecuente. Alimentamos con nuestro dinero, no únicamente la explotación sistemática de seres sintientes, sino que lucramos a una de las principales industrias causantes del ecocidio planetario. Además de ello, justificamos sistemáticamente que el peso de la “civilización” lo lleven sobre sus hombros seres obligados a trabajar durante su corta vida para evitar el latigazo que el amo pueda poner sobre sus pieles. Aceptamos sumisamente que la vida se mercantilice y se convierta en dinero, que los burgueses se lucren con el resultado de comercializar la vida, que los gritos, el llanto y la sangre se conviertan en capital. ¿Y cuál es nuestra excusa para no optar por el veganismo?: el dinero. Sabiendo que una alimentación 100% vegetal implica ir a la plaza de mercado más que a la cadena de supermercados, ir a comprarle al campesino y no al magnate de McDonald’s, más a la autogestión o a la industria colombiana que a la compra de productos de empresas multinacionales que experimentan con animales, etc. Como bien expone Jason Hibral en “los animales son parte de la clase trabajadora y otros ensayos”, la cuestión del trabajo y su importancia para poner a funcionar la imparable máquina capitalista no se reduce al ser humano: trasciende nuestra especie e incluye a los demás animales.

Por todo lo anterior expuesto, el anticapitalismo consecuente debe abrazar al veganismo, y el veganismo debe abrazar al anticapitalismo. Sólo de este modo será posible construir una sociedad radicalmente distinta en la que la vida y la dignidad estén por encima de la comodidad individualista, la acumulación de capital y del lucro obtenido a partir de la explotación de otros.

*El especismo se define, generalmente, como un prejuicio o discriminación que consiste en considerar inferiores a otros seres por el simple hecho de pertenecer a otra especie. En este sentido, especismo es equiparable al sexismo o al racismo, sólo que el criterio de discriminación no sería ni el sexo ni la raza, sino la especie. Aquí se entiende en ese sentido, pero dándole relevancia al hecho de que funciona como una jerarquización que tiene implicaciones en la manera como construimos lo social, lo cultural, lo económico, lo político, etc. De este modo, no es sólo un prejuicio (una cuestión psicológica), sino que trasciende al individuo y conforma al sistema social, político, económico y cultural.

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Sharon Barón | @SharonVeg1 | Licenciada en Ciencias Sociales, estudiante de Filosofía, activista antiespecista y feminista. Las letras son el aire que respira, la música es el suelo que la sostiene y los demás animales son su razón de ser. (Sigue) Exist(iendo)e por y para la transformación.

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