El techo electoral de Álvaro Uribe Vélez

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Hay algo que no se dice mucho en medio de la opinión publicada en este país, que es muy importante y de lo que estoy convencido: Álvaro Uribe Vélez es pieza clave para entender el sistema político colombiano duélale a quien le duela.

En el senador Uribe se cruzan temas transversales de la dominación a lo largo de nuestra vida republicana como la propiedad de la tierra, la desigualdad social, la exclusión y violencia política, el discurso del miedo, las lógicas oligárquicas, el narcotráfico, el clientelismo, la corrupción y el terrorismo de Estado (falsos positivos y paramilitarismo, por ejemplo).

Uribe es la conexión que articula los fragmentos de las elites que nos han dominado: una caracterizada por sus vinculos con el narcotráfico, el paramilitarismo y terratenientes, que él representa, y otra ejemplificada en el carácter oligárquico y burgués de Juan Manuel Santos. Nunca se nos debe olvidar que sus diferencias son de forma más no de fondo.

En estos días hable con una señora que cumple el perfil típico de la votante uribista, es una emprendedora dueña de un restaurante en el sur de la ciudad, se ha hecho a pulso y viene del campo en donde no tuvo oportunidades, hoy tiene un negocio estable y próspero que la podría ubicar en lo que algunos llaman “clase media acomodada”

La señora afirmó que votará por Iván Duque porque fue el que dijo Uribe. Realmente no sabe mucho sobre quién es Iván Duque y qué ha hecho en su corta carrera política. Ella asegura sin ambages que a Uribe le tiene que agradecer que se le paró duro a la guerrilla y la sacó del campo y de su región en donde eran amos y señores. Ese es más o menos el discurso de siempre, anclado en el pasado y que nada tiene que ver con el futuro del país y sus problemas estructurales. Es el discurso que se ha ganado el corazón de la gente que le sigue creyendo a Uribe.

Cuando uno se pone a profundizar generalmente lo que dicen es que la guerrilla no se ha acabado, que les parece terrible que en este país para la gente humilde y trabajadora no existan oportunidades de trabajo y que en cambio a esos “bandoleros” se les regalan hasta puestos en el Congreso con salarios escandalosos. No les parece justo esa realidad, su realidad.

Para el uribista promedio el país era un mierdero antes de la llegada del senador a la presidencia en el 2002, en el relato que Uribe ha logrado instalar en el sentido común de la gente, el senador era un outsider sin vínculos con las oligarquías tradicionales, lo que hoy llamarían “un apolítico”, eso lo logra entre otras cosas gracias a su imagen de señor de pueblo que anda con sombrero, ruana y crocs. Para la gente que vota por el uribismo el fue que llegó a poner orden y a luchar contra la guerrilla y pararse duro contra la corrupción, muchos le perdonan como “un mal menor” sus vínculos con el paramilitarismo y privilegian sobre todo el hecho de que no tuvo miedo y sigue denunciando los abusos de esa oligarquía que odian, y que odian no solo por “favorecer” a las Farc.

Tengan en cuenta que en toda esa gente uribista que tiene este país, y mucha que no lo es, el paramilitarismo se justifica por otro cuento chino que para muchos es realidad y es que los paramilitares surgieron para “combatir a la guerrilla”.

Estoy convencido que Álvaro Uribe Vélez tiene un techo electoral, no hay mal que dure cien años ni país que lo resista y él no es la excepción, Uribe es un político que si no logra renovar el discurso de la Seguridad Democrática que ya se está haciendo viejo, cada vez es más difícil seguir ganando votos cuando ya no existe las mismas Farc que lo hizo ganar la presidencia en el 2002, se marchitará en votos hasta convertirse en una fuerza marginal que desaparecerá con su muerte (porque ÉL no tiene planeado retirarse).

Es por ese techo que también se explica la candidatura de Iván Duque con su discurso “renovador” en donde intenta proyectar el uribismo hacia adelante más allá de Uribe y sus “glorias” del pasado. Iván Duque evita hablar de hacer trizas los acuerdos y la poca institucionalidad de este país para centrarse en la economía naranja, el emprendimiento, la legalidad y su juventud.

Por eso también es que Iván Duque le produce desconfianza a los uribistas “pura sangre” como Fernando Londoño, que afirma sin ambivalencias que el Centro Democrático es un partido de derecha y que Duque es el caballo de Troya del santismo.

Es también por eso que el futuro de las disidencias, los problemas de las mismas Farc como partido y lo que pase con el Eln determinarán el futuro del uribismo. Seguramente si son gobierno y con sus mayorías en el Congreso volverán a alimentar la guerra, como todos sabemos, no con la intención de acabar militarmente los problemas del conflicto armado, sino precisamente para que se mantengan ahí y les sigan sirviendo como razón de ser, para que les sigan eligiendo esas personas que “vivieron” los años de la seguridad democrática desde los televisores de Caracol y Rcn y están agradecidas con al que siguen llamando presidente. 

El techo del uribismo es generacional, la juventud que no tiene memoria de los gobiernos de Uribe y la fuerte propaganda que lo acompañó es más susceptible a que se politice por discursos medioambientales o en defensa de la diversidad antes que por la política de la muerte y la venganza que el uribismo representa.

Si Iván Duque es nuestro presidente el uribismo tendrá un mayor chance de renovación y será tarea de la oposición democrática evitar no solo volver a la Constitución de 1886, sino sobre todo juntarse y atajar la posibilidad de que el uribismo rompa el techo que se ha construido él mismo, al depender de una manera tan enfermiza y mediocre de la figura de su jefe supremo.
Independientemente del gobierno que se posesione en agosto no me cabe la menor duda que la tarea de los próximos cuatro años es ante todo la de construir ciudadanía si de verdad queremos cerrar la guerra en Colombia, si no es así, preparémonos para otros 50 años de desangre.

*Nota editorial: las opiniones expresadas por el columnista no representan el medio.

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Shameel Thahir Silva | @ShameelThahir | Amigo de la casa Hekatombe.
Politólogo y Magíster en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Ciclista urbano. Enamorado de Bogotá y con ganas de servirle a su gente. Preocupado por un país en donde quepamos todxs.

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