El viernes 7 de julio de 2024, durante la discusión de la comisión de gobierno del Concejo de Bogotá, la concejal del Partido Liberal y pastora cristiana Clara Lucía Sandoval lideró el saboteo que impidió la aprobación en primer debate de un acuerdo de ciudad, que buscaba fortalecer los manuales de convivencia de los colegios de la ciudad, con acciones afirmativas dirigidas a la población LGBTI de estas instituciones.
En el Concejo, los debates de proyectos de acuerdo tienen una primera discusión en una de sus tres comisiones permanentes, cada una compuesta por 15 concejales. Si se aprueban con mayoría simple, pasan a una segunda y definitiva discusión en la plenaria, con los 45 concejales.
Clara, quien también fue una de las ponentes del plan de desarrollo de Carlos Fernando Galán junto a Daniel Briceño del Centro Democrático y Julián Espinosa de la Alianza Verde, manifestó desde el primer momento, con mentiras y tergiversaciones, que estaba en contra de la aprobación de este proyecto de acuerdo.
No es sorpresa entendiendo cómo se desarrolló en las últimas semanas la discusión del plan de desarrollo del gobierno distrital. Aunque el alcalde se proyecte en los medios de comunicación corporativos, que lo miman todo el tiempo, como un personaje «técnico» y «basado en la evidencia», lo cierto es que su hoja de ruta durante su gobierno, aprobada en el Concejo, expresa un sesgo discriminatorio, securitario y antiambientalista, muy propio de la bancada mayoritaria en el Concejo de Bogotá, que atraviesa a varios partidos tradicionales pero que tiene en el cristianismo radical de extrema derecha su horizonte.
Cuando esta bancada vio en la comisión de gobierno que perderían por un voto su rechazo al proyecto, decidieron, en contra del reglamento del Concejo, romper el quórum para obligar el archivo del proyecto. Con estas maniobras, demostraron que solo les sirven los procedimientos democráticos cuando se trata de reafirmar sus doctrinas excluyentes y discriminatorias, muy amigas de los negocios del gran capital y muy perseguidoras de la economía popular de la ciudad.
Mientras se daba esa discusión en el recinto de la corporación, afuera de la misma se adelantaba una protesta de vendedores informales que reclaman un articulo del plan de desarrollo que esta bancada impulsó, que habilitaría a Transmilenio a perseguirlos en el sistema evitando que puedan conseguir lo que se guerrean todos los dias para sobrevivir con su labor.
Durante la discusión del plan de desarrollo, intentaron, por ejemplo, privilegiar la contratación de veteranos de la fuerza pública como gestores de convivencia, yendo en contravía de la prioridad que ha tenido la contratación de juventudes populares en este cuerpo de gestión social de las manifestaciones de la ciudad.
Con marrullas similares a las que usaron para impedir el proyecto de acuerdo en la comisión de gobierno, lograron revivir la avenida Longitudinal de Occidente, cuando ya en una discusión previa de otro artículo se había priorizado la construcción de la ciudadela del cuidado sobre los terrenos de la misma en la localidad de Suba. Paralelo a esto también impulsaron la consolidación del vaciamiento de la institucionalidad publica educativa en Bogotá para privilegiar el subsidio a privados a través de, por ejemplo, los mecanismos de pagos por resultado, y el impulso a lo que ahora llaman jóvenes a la E y que Claudia López llamaba jóvenes a la U.
De la misma manera, esta bancada de extrema derecha impulsó la construcción de un Transmilenio en la carrera Séptima, a pesar de todas las manifestaciones que la propia comunidad de esta arteria histórica de la ciudad ha hecho en los últimos años, en contra de la pauperización de sus barrios, tal como pasa hoy con la Caracas, y del hecho cierto de que colapsará todo el borde oriental de Bogotá si se sigue avanzando en la construcción del metro elevado en paralelo con esto.
Es esta bancada la que aprobó, por ejemplo, el privilegio para los cristianos de parquear sobre la vía sin ninguna consecuencia mientras estén en culto, bajo la excusa de que es para cualquier creencia. Pero, y si sobre la calle 80 con NQS se forma un trancón de musulmanes que estén orando en la mezquita de la zona, ¿qué dirían?
Todas esas iniciativas que aprobaron en el plan de desarrollo de Galán, se convertirán en nuevas conversaciones difíciles sobre derechos humanos, democracia, paz y resiliencia a la crisis climática durante lo que queda del periodo en el Concejo de Bogotá. Porque está claro que la retórica «cool» tan propia del autodenominado centro que hoy gobierna en la capital de Colombia, es solo un engaña bobos. Esos bobos no entienden que la lucha de clases que ellos libran la van ganando hoy quienes gobiernan y son mayoría en el concejo, en contra de los pobres y lo diverso de la ciudad, y a costa de los límites ecológicos de la misma para enriquecer a los de siempre.
Posdata: En la comisión de gobierno la bancada cristiana de extrema derecha esta conformada por Clara Lucia Sandoval pastora cristiana del Partido Liberal; Diana Diago del Centro Democratico; Darío Cepeda del Partido Liberal; Huberto Amin del Centro Democratico; Emel Rojas del partido Nueva Fuerza Democrática.
Los concejales Rolando Gonzales de Cambio Radical, Ricardo Correa del Nuevo Liberalismo y Edward Arias de la Alianza Verde muy convenientemente cuando les llamaron a votar porque estaban en la virtualidad por supuesta calamidad domestica, no aparecieron. Ya veremos si hacen parte de esta bancada o no, pero según las votaciones de Rolando en el Plan, él sí es uno confirmado.