Decálogo de claridades sobre esta campaña presidencial

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En la inevitable reunión familiar de día de la madre fue evidente que tocaríamos el tema de moda: ¿por quién van a votar? Así como le pasa a muchas y muchos, yo también he aprendido a elegir callarme antes de dinamitar la tranquilidad y sonrisas propias de mis reuniones familiares. Un reflejo de este país es el hecho que temas como el futuro del mismo estén vedados y elijamos la autocensura, como diría Claudia López, dizque para evitar la “polarización”. La verdad es que lo único que estamos demostrando es cómo la alienación nos une mientras la realidad nos divide. En esos espacios tan íntimos en donde la política se cimienta y muestra su fuerza. En mi familia se hace más evidente sobre todo cuando me reúno con la fracción más gomela-uribista-arribista y anti acuerdo de paz con las Farc.

No sé si fueron los vinos o qué carajos, pero esta vez no pude quedarme callado. Aunque el escenario fue predecible, gente que en un pasado votó por Álvaro Uribe Vélez y que hoy votará por Iván Duque porque “está preparado”, “es joven”, “es la renovación” y que al demostrarles que es más o menos lo mismo de siempre se quedan sin palabras y para evitar aceptar que votarán por Duque porque fue el que dijo Uribe prefieren lanzarse lanza en ristre contra los Acuerdos con las Farc porque no satisfacieron su sed de venganza alimentada por la propaganda mediática corporativa.

Hoy dándole vueltas en mi cabeza a la charla de día de las madres, pensando sobre todo en la tragedia en términos de cultura política que significa la autocensura de esos temas en los espacios familiares, estoy convencido que independientemente de quien gane la presidencia, estas elecciones nos han dejado varias enseñanzas fundamentales:

1. Petro no tiene rival en términos de proyecto político ni en términos de argumentación. Si la elección presidencial se definiera a partir de los debates y las entrevistas Gustavo Petro seria nuestro presidente el 27 de mayo. Él no tiene que buscar en Google, hacer un recuento de “todo lo que hizo” en sus cargos anteriores y tampoco “asustarnos” con Venezuela para explicar con claridad y profundidad que éste país tiene arreglo y sobre todo futuro. Él no le tiene miedo a meterse en encerronas disfrazadas de entrevistas donde el mediocre periodismo del país queda en ridículo cuando no está a la altura de un entrevistado que habla en medio de su argumentación de referentes académicos como Jeremy Rifkin o Piketty. Quienes ven esas entrevistas y tienen dudas sobre Petro ven con toda claridad cómo el problema con el hombre es personal y automáticamente sienten empatía por él ante los ataques de ese “periodismo”.

2. Claudia López peló el cobre en su afán por figurar y tomarse el cielo por asalto. Se perfiló como una figura nacional honesta sin miedo, en contra de los corruptos y el paramilitarismo y eso nadie se lo va a quitar, pero su apoyo a Peñalosa y su desprecio por las formas populares y sus organizaciones sociales la tienen hoy más cerca de Vargas Lleras y de Iván Duque antes que de las mayorías del pueblo colombiano. No hay mucha diferencia entre un “don popo” que se vendió a Cambio Radical y una Claudia López que agradece en twitter que a ella supuestamente no la amenazan gracias a que no ha cultivado odios ubicando la responsabilidad en la victima y no en los victimarios. Ella y Sergio Fajardo son dañinos para el futuro del país solo por el hecho de ser funcionales hoy a las campañas de Lleras y Duque al atacar a Petro cuando no es el enemigo del pueblo.

3. Fajardo debe estar arrepentido de haberse metido con Claudia y Robledo, pues a estas alturas ha quedado claro que le habría ido mejor solo. El Grupo Empresarial Antioqueño que lo acompañó en el pasado en sus campañas a la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia hoy ven en Iván Duque una opción más viable para el mantenimiento de sus intereses antes que en Fajardo. Se le anota a Fajardo que a pesar de estar sin partido ni estructura nacional, logró torcer la voluntad de excelentes senadores como Robledo y Claudia para poner a su servicio sus partidos políticos y acercarlos, para mi tristeza, a la derecha colombiana, polarizando el país más de lo que estaba.

4. La Silla Vacía no es ningún medio alternativo sino más de lo mismo con cara de yo no fui. Se les abona que no dependen de grandes empresas o cacaos de la economía, sin embargo, la Silla Vacía no pudo ocultar sus preferencias por Sergio Fajardo en ésta campaña porque al igual que su candidato han sabido ocultar sus preferencias políticas de derecha y conservadoras en un manto de “frescura, juventud e independencia”.

5. La gente no es boba y no les come cuento, hay alternativas para informar incluso a la gente que no tiene redes. Los medios corporativos de comunicación no pudieron ocultar en su manto tramposo de “objetividad” y “neutralidad” su agenda política de estar del lado de quienes han tenido secuestrado la república en los últimos 200 años.

6. El Moir es una secta política dañina para el futuro del país, ha destruido sistemáticamente toda posibilidad real de unidad de la izquierda colombiana en los últimos 50 años de historia.

7. Hay mucho oportunismo dentro de la izquierda colombiana, esa es parte de las razones por las que todavía no ha sido gobierno. El oportunismo es poner los intereses particulares sobre los del pueblo que alegan representar. Siempre tendrán explicaciones para hacer lo que se hace, explicaciones autorreferentes y mediocres, al final es la gente que vota en Colombia la que no ve diferencias entre los mismos de siempre y esos que alegan ser de las clases populares y deberse a ellas, precisamente por ese oportunismo asqueroso.

8. La oligarquía y quienes se benefician de alguna forma del status quo le tienen miedo al pueblo. Lo desprecian, se ve en el rechazo a la “polarización” que es igual a afirmar que no hablemos de pobres, aunque todos los días nos topemos con alguien que está comiendo de la basura, o “ese Petro gobernó para los del sur” como si no fuera algo importante después que en Bogotá nos tenían acostumbrados a que la alcaldía gobernaba para las elites. La oligarquía y quienes se benefician de alguna forma del status quo han profundizado diversos métodos de intimidación y disciplinamiento que han venido perfeccionando desde la última vez que los asustamos con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Es por eso que es tan común la autocensura de temas “políticos” en reuniones familiares.

9. La oligarquía colombiana es mediocre, no tiene un proyecto de país, ni siquiera un proyecto para ellos mismos. Su país es el de los últimos 200 años, sometido, dogmático, inviable para las mayorías. Es una oligarquía parasita que no se piensa más allá de repetir políticas funcionales a los intereses de los grandes capitales extranjeros, el gobierno estadounidense y las instituciones financieras y empresas trasnacionales. Solo es ver que familias han gobernado, donde han estudiado y en que han trabajado para evidenciar su mediocridad y pobreza ideológica.

10. Si no fuera por Petro, en la campaña presidencial no se hablaría de política entendida como la gestión de los asuntos comunes, sino únicamente de lo buenas personas que son los unos y lo malas que son los otros, o directamente de plata, lechona, música popular y vallenato, o plomo a cambio de votos. Es precisamente por eso que todos se han visto obligados a copiarles sus propuestas sobre medio ambiente, cambio climático, educación, salud y generación de empleo. Otra muestra de la mediocridad y cinismo de los candidatos de las élites y el continuismo. Esta campaña ha re politizado al país y eso para mí es algo positivo.

Seguramente se me escapan muchas, si quieren complételas por mí en los comentarios…

 

*Nota editorial: las opiniones expresadas por el columnista no representan el medio.

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Shameel Thahir Silva | @ShameelThahir | Amigo de la casa Hekatombe.
Politólogo y Magíster en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Ciclista urbano. Enamorado de Bogotá y con ganas de servirle a su gente. Preocupado por un país en donde quepamos todxs.

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