Duque saca pecho porque el Producto Interno Bruto -PIB- creció en un 10,6% en el 2021, comparado con el del 2020. Pero no solo él o el partido Centro Democrático se enorgullecen, también citan la cifra los precandidatos de la Coalición de derecha o Coalición Colombia, que, pese a las críticas estéticas, siguen perteneciendo u orbitando a la coalición del gobierno uribista.
Los panelistas de los programas de los medios corporativos de comunicación, y más aún, gran parte de la matriz noticiosa ha venido insistiendo en la visibilidad de la cifra
Los panelistas de los programas de los medios corporativos de comunicación, y más aún, gran parte de la matriz noticiosa ha venido insistiendo en la visibilidad de la cifra, en un contexto en el que se viene criticando no solo al actual gobierno sino al modelo económico mismo, con especial fuerza desde el pasado paro nacional del 2021.
Cuando se ve con detenimiento la cifra, es claro que no se trata de una expresión del avance del país en materia económica, sino de una consecuencia apenas lógica luego de que la economía tuviera un fuerte impacto por la pandemia. Con la vuelta casi total de la presencialidad, es normal que la oferta de servicios, la parcial producción, y el consumo, crecieran nuevamente.
Con la vuelta casi total de la presencialidad, es normal que la oferta de servicios, la parcial producción, y el consumo, crecieran nuevamente.
Ahora, tampoco se pueden perder de vista algunas cifras que también presentó el Dane como el 7% de decrecimiento del PIB en el 2020, que llevaría a que el comparativo entre el 2020 y el 2021, es decir, entre prácticamente un año de freno de la economía y otro año de aceleración de la economía, sea cuando menos impreciso. Por este motivo, el Dane propuso la comparación entre el 2019 y el 2021, con el que identificaron que el aumento fue de apenas un 2,8%, uno de los más bajos desde los años 90’s.
Cabe destacar que el PIB, además, ha sido cuestionado por diversos economistas porque es asumido como el mecanismo fundamental de medida del crecimiento de un país, aun cuando sólo contempla el valor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos, y deja de lado, por ejemplo, la medida sobre la desigualdad frente al ingreso o la riqueza. Estas medidas sobre la desigualdad son distintas y generalmente no gozan de una gran cobertura mediática.
Viendo entonces que, haciendo la comparación adecuada, el incremento del PIB fue mínimo, es posible identificar lo deteriorada que está la economía colombiana. En el discurso de la prensa corporativa, y en general en el discurso hegemónico neoliberal, es decir, el de los defensores del modelo económico que nos rige, la actual inflación, cuya variación anual llegó a un aumento de 6.94%, tiene que ver con factores como la crisis internacional de los contenedores o el aumento del precio del dólar antes que, con factores internos, y si se tiene en cuenta algún factor nacional, es el supuesto efecto negativo que trajo el paro del 2021.
la apertura a una dinámica desigual de intercambio, en la que en países como el nuestro, se abren las fronteras económicas no para sacar productos nacionales, sino para recibir cientos de productos de potencias económicas.
El hecho de que el país haya implementado hace ya 30 años el modelo neoliberal, poniendo en marcha algunas de sus medidas, incluso desde el gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-1978), tiene una relación directa con la actual crisis.
Entre algunas de las medidas del paquete neoliberal está la apertura económica hacia el mercado internacional, algo que a secas suena bien, pero que en la práctica se ha traducido en la apertura a una dinámica desigual de intercambio, en la que en países como el nuestro, se abren las fronteras económicas no para sacar productos nacionales, sino para recibir cientos de productos de potencias económicas. Es decir, el énfasis se pone en las importaciones antes que en las exportaciones. Estas importaciones son incluso en reemplazo de productos que se podrían hacer o cultivar en el país, como cereales, frutas u hortalizas.
Quienes ganan con el modelo son algunas empresas nacionales que se benefician de las importaciones sobre sectores estratégicos, y las empresas transnacionales que exportan hacia Colombia.
Poco a poco, esas importaciones de productos que se podrían producir en el país, van afectando a los productores nacionales, como el campesinado o las empresas de zapatos, por ejemplo, porque van llenando el país de arroz de otras latitudes, o de zapatos de otros países —en muchos casos de menor calidad—, y van destruyendo a su vez las posibilidades de elaboración de los insumos necesarios para producir, es decir, de la capacidad industrial nacional. Quienes ganan con el modelo son algunas empresas nacionales que se benefician de las importaciones sobre sectores estratégicos, y las empresas transnacionales que exportan hacia Colombia.
La dependencia de las importaciones lleva a depender, por tanto, del precio del dólar. Si el dólar sube, se encarecen los precios en Colombia. Por consiguiente, la subida del dólar no sería solo un factor externo y normal en la incidencia de la inflación en Colombia, sino un efecto por el hecho de tener un modelo económico que depende ampliamente de las importaciones y por ende de las fluctuaciones del dólar.
La implementación del modelo no ha traído los beneficios prometidos al conjunto de la población.
Sumado a esto, en días pasados fue noticia que Colombia tendría la moneda más devaluada de Latinoamérica con respecto al dólar, según el índice Big Mac de la revista The Economist, con una devaluación del 43.5%. Una evidencia más de la crisis de la economía nacional y de cómo la implementación del modelo no ha traído los beneficios prometidos al conjunto de la población.
La inflación está directamente ligada al aumento de precios de alimentos de la dieta básica de las y los colombianos. La papa es el ejemplo paradigmático, que en un año tuvo un incremento del 140% en su precio. Entre los factores están la importación de papa, el alto costo de los insumos para su producción —que son importados—, y las pérdidas que tuvieron en el 2020, cuando los cultivadores —que en el mayor de los casos son pequeños propietarios de tierra— tuvieron que vender bultos de papa a precios que rondaban incluso los $10.000 pesos, con los que no alcanzaban a recuperar la inversión inicial para la siembra ni los costos de la cosecha.
El Estado no les dio apoyos efectivos a las familias papicultoras, ya que, en el modelo neoliberal, el Estado no tiene como prioridad proteger a los productores.
En ese entonces, salvo algunos casos locales, el Estado no les dio apoyos efectivos a las familias papicultoras, ya que, en el modelo neoliberal, el Estado no tiene como prioridad proteger a los productores. Desde ese momento, muchos productores se vieron forzados a cambiar los cultivos de papa. De esa forma bajó la oferta de papa y subió la demanda.
Se ha vuelto reiterativo responsabilizar al paro, algo curioso si se tiene en cuenta primero, que la responsabilidad inicial vino del Estado que no subsidió, entre otras cosas, de forma efectiva los insumos ante su encarecimiento, y segundo, que también comunidades campesinas protestaron —como en el 2013 aunque no con la misma intensidad—, contra la importación de alimentos, el alto costo de los insumos, la falta de vías terciarias, las pocas hectáreas de las que disponían para producir, y exigiendo apoyo estatal para la obtención de medios y herramientas para aumentar la producción.
Con este breve panorama de la economía nacional, se puede ver que el modelo económico está trayendo más problemas que soluciones.
La reducción a 0 de más de 200 aranceles —impuesto a las importaciones— sobre insumos, es una medida desesperada del gobierno que, si bien puede frenar en lo inmediato la inflación, es una consecuencia del modelo de desprotección de la economía nacional en ejes estratégicos como el agro, ya que estas medidas, en el mediano plazo, siguen afectando las posibilidades de producir tanto los alimentos como algunos de los insumos que se requieren.
Con este breve panorama de la economía nacional, se puede ver que el modelo económico está trayendo más problemas que soluciones. Adicionalmente, la negativa de poner en marcha la implementación real del acuerdo de paz, ha impedido que avance el punto 1 sobre reforma rural integral, que tiene medidas como el apoyo a la población campesina en términos de acceso a tierra, créditos y otros respaldos estatales; lo que a la larga también se constituye en otra de las causales del incremento de los costos de los alimentos, en un contexto en el que “El 1 % de las fincas de mayor tamaño tienen en su poder el 81 % de la tierra colombiana”, según la Radiografía de la Desigualdad elaborada por Oxfam.
“El 1 % de las fincas de mayor tamaño tienen en su poder el 81 % de la tierra colombiana”, según la Radiografía de la Desigualdad elaborada por Oxfam.
Lo sensato entonces es el cambio del actual modelo neoliberal, y no su continuidad. Lo urgente es la puesta en marcha de un modelo que incentive y proteja la producción nacional para que el intercambio internacional sea en unas condiciones más justas, antes que la defensa de un modelo que termina beneficiando solo a algunos sectores minoritarios y poderosos.