El 15 de julio de 2022 fue publicada en El Tiempo una columna de opinión escrita por Moisés Wasserman, un bioquímico colombiano quien también fue rector de la Universidad Nacional, además de haber ostentado varios cargos directivos en el campo académico.
sino que su propósito es comentar dos conceptos “equivocados” y “peligrosos”: la ciencia hegemónica y la justicia epistémica.
En esta columna, el autor se refiere a un documento oficial del gobierno de Gustavo Petro en el cual se establecen los fundamentos para la política en ciencia, tecnología e innovación. Según argumenta Wasserman, dicho documento plantea a la ciencia como una amenaza. Posteriormente, afirma que su intención no es desmentir todas las proposiciones falsas que contiene el documento (que se da a entender que son demasiadas), sino que su propósito es comentar dos conceptos “equivocados” y “peligrosos”: la ciencia hegemónica y la justicia epistémica.
el hecho de que las hegemonías en la ciencia (paradigmas, para usar el término de Kuhn) sean resultado del consenso no implica que no sean resultado del poder.
Con respecto al primero, afirma que la ciencia hegemónica es entendida como logocéntrica, monológica, antropocéntrica, tecnocéntrica y patriarcal. A partir de ahí, afirma que hay hegemonías en la ciencia, pero que estas no son resultado del poder, sino del consenso científico. En ese sentido, la hegemonía en la ciencia es resultado no del poder, sino de su éxito para lograr explicaciones verdaderas de la realidad.
los seres humanos podemos consentir porque no nos queda otra opción o porque el rechazo implicaría la expulsión de una comunidad, incluso científica.
En relación con este argumento, el hecho de que las hegemonías en la ciencia (paradigmas, para usar el término de Kuhn) sean resultado del consenso no implica que no sean resultado del poder. Es decir, Wasserman comete un error de razonamiento al plantear que como es resultado del consenso, no es resultado del poder. En realidad, dicha disyuntiva no existe: es posible que algo sea resultado del consenso y del poder en simultáneo. Esto debido a que los seres humanos podemos consentir porque no nos queda otra opción o porque el rechazo implicaría la expulsión de una comunidad, incluso científica. Por lo anterior, este es un falso dilema y la afirmación de un elemento (el consenso) no implica la exclusión del otro (el poder).
Es un hecho que históricamente quienes han podido hacer ciencia han sido los hombres, clase media-alta y blancos. Los grupos oprimidos que hemos podido -a costa de una gran lucha- involucrarnos en el mundo científico, lo hemos hecho adaptándonos a lo previamente establecido.
Por otro lado, parece considerar que el poder se refiere únicamente a las relaciones establecidas entre los científicos, pues ellos son los que llegan a consensos o a disensos. No obstante, el concepto no se refiere a esto únicamente, sino especialmente a las relaciones de poder que existen en la sociedad y que definen las perspectivas que sí alcanzan un estado de veracidad, a partir de los criterios establecidos por quienes hacen ciencia. Es un hecho que históricamente quienes han podido hacer ciencia han sido los hombres, clase media-alta y blancos. Los grupos oprimidos que hemos podido -a costa de una gran lucha- involucrarnos en el mundo científico, lo hemos hecho adaptándonos a lo previamente establecido.
El consenso que fue consenso para unos sujetos puntuales, implicó para nosotros una adaptación. Al establecer el método científico, fueron ellos mismos quienes decidieron definir qué sí alcanzaría el estatus de “científico” y qué no. No sólo eso, sino que también definieron los problemas que sí era relevante estudiar, bajo qué perspectivas hacerlo y cómo hacerlo. A esto se refiere el reconocimiento de cómo la subjetividad humana limita a la ciencia: el sujeto cognoscente establece los criterios, las necesidades, los problemas relevantes, la forma como se estudian, la forma como se publican, la forma como se comunican, entre otros. Y estas definiciones no pueden responder a las necesidades, intereses e incluso criterios de todos, sino a los suyos. Esto construye una ciencia limitada como se verá más adelante.
Como han demostrado autoras como Miranda Fricker, esta injusticia epistémica sí tiene incidencia en los resultados de la ciencia, en las “verdades” que puede ver y cómo puede verlas.
En cuanto al segundo concepto, cuyo significado Wasserman parece no entender, sostiene que lo “científico no busca repartir méritos igualitariamente entre teorías diferentes y hasta contradictorias” (párr. 4). No obstante, el concepto de justicia epistémica no se refiere a que haya igualdad entre las teorías, sino que se refiere a que el conocimiento sea construido sin jugar bajo las lógicas de la injusticia social. Puntualmente, hay dos maneras de entender la injusticia epistémica: cuando se le niega a alguien acceder al conocimiento y ser sujeto de conocimiento y cuando se le niega a alguien ser objeto de conocimiento. Como han demostrado autoras como Miranda Fricker, esta injusticia epistémica sí tiene incidencia en los resultados de la ciencia, en las “verdades” que puede ver y cómo puede verlas.
la injusticia epistémica que implica no tomar el cuerpo de la mujer como objeto de estudio diferenciado ha tenido como resultado que en la ciencia haya un sesgo y, en ese sentido, su verdad sea parcial.
Un ejemplo claro de esto es con relación a los paros cardíacos. Tomar al hombre como el objeto de interés universal ha implicado en el pasado que no se estudien los síntomas específicos de los infartos en mujeres. Finalmente, se supo que había síntomas diferenciados por el sexo. No obstante, no se le ha dado la relevancia necesaria, lo cual ha implicado que el 95% de las muertes por infarto de mujeres puedan ser evitadas con un diagnóstico a tiempo (al respecto puede leerse este artículo de difusión). En este sentido, la injusticia epistémica que implica no tomar el cuerpo de la mujer como objeto de estudio diferenciado ha tenido como resultado que en la ciencia haya un sesgo y, en ese sentido, su verdad sea parcial.
Por lo tanto, no se señala como injusticia epistémica el hecho de que mi teoría no sea aprobada y la de un investigador en Harvard sí lo sea (aunque habría que analizar si esa aprobación responde al mérito de la investigación o si responde a posibles sesgos en mi contra por ser una mujer de color que investiga en el sur global, lo cual es innegable que también ocurre y para ello recomiendo explorar el papel del sesgo en la epistemología). No es que las teorías deban ser iguales. Se trata de que los sujetos podamos crear conocimiento y no seamos objeto de exclusiones o de subvaloraciones/sobrevaloraciones por quienes somos.
Seguramente si hubiera existido una participación de las mujeres en la ciencia, el clítoris no habría sido “descubierto” por la ciencia hasta 1559, sino desde la antigüedad.
Es ingenuo suponer que en todos los aspectos de nuestra vida tratamos a las personas con sesgos, pero esto no ocurre en la ciencia, como si la ciencia fuera una burbuja hermética libre de toda irracionalidad. La realidad es que los científicos son seres humanos y como tales tienen limitaciones, que pasan por estereotipos y sesgos sociales, pero que también incluyen su incapacidad para abarcar la totalidad de la realidad y adelantarse a las omisiones y exclusiones que sus prioridades establecen. Seguramente si hubiera existido una participación de las mujeres en la ciencia, el clítoris no habría sido “descubierto” por la ciencia hasta 1559, sino desde la antigüedad. Solamente nosotras hubiéramos reconocido la importancia y el interés de su estudio desde antes. Este es otro ejemplo de cómo la subjetividad de los sujetos cognoscentes sí limitan a la ciencia.
con relación a ambos conceptos, es un hecho que hombres blancos han adquirido conocimiento de comunidades indígenas para el “descubrimiento científico” de propiedades medicinales de distintas plantas.
Por otro lado, y con relación a ambos conceptos, es un hecho que hombres blancos han adquirido conocimiento de comunidades indígenas para el “descubrimiento científico” de propiedades medicinales de distintas plantas. Un ejemplo reciente ocurrió en el 2015. Me refiero al caso de la planta quassia amara, la cual es usada en el Amazonas contra la malaria. Científicos franceses se acercaron a los indígenas para obtener conocimientos sobre las propiedades de esta planta, con el fin de patentarla como un descubrimiento de ellos. Esto constituye un ejemplo claro de biopiratería, que lamentablemente no es el único. Además, pone en evidencia cómo en efecto hay una injusticia epistémica que lleva a escuchar unas voces y no otras, a darle crédito a unos y no a otros. Este ejemplo da cuenta de cómo el conocimiento científico no es científico solamente por sus características de veracidad y objetividad o porque haya sido validado por el método científico, sino también por quiénes enuncian esa verdad y desde qué lugares lo hacen.
cómo el conocimiento científico no es científico solamente por sus características de veracidad y objetividad o porque haya sido validado por el método científico, sino también por quiénes enuncian esa verdad y desde qué lugares lo hacen.
En conclusión, la ciencia hegemónica y la justicia epistémica sí son conceptos que dan cuenta de cómo se ha construido la ciencia occidental. Además de ello, se refieren a una comprensión más profunda de las dinámicas relacionales en el mundo científico para determinar las verdades. En este sentido, es claro que Wasserman no sólo no comprende estos conceptos, sino que cree que puede desterrarlos a partir de su tergiversación. Contrario a él, yo sí espero que la ciencia se construya con base en la justicia epistémica, pues esto no sólo repercute en un beneficio para las personas en su diversidad (ya que pueden ser sujeto y objetos de conocimiento), sino que también repercute en un beneficio para la ciencia, pues el diálogo desde la diferencia entre sujetos de conocimiento permite identificar posibles sesgos y vacíos que puedan ser resueltos para lograr el mejor resultado, es decir, el más completo. En suma, el reconocimiento de estos conceptos no supone una identificación de la ciencia como una amenaza, sino como un espacio en el cual es deseable que las dinámicas de poder se modifiquen para mejorar el conocimiento y actuar con base en la justicia.
Un artículo muy bueno y oportuno. Aunque la discusión es básicamente desde lo epistemológico, tampoco se debe olvidar el carácter personal del científico, pues aunque sea excelente y muy encumbrado en su disciplina, esto no necesariamente va a la par con que sea un humanista, un seguidor de la justicia, ni siquiera un defensor de la naturaleza ni de los derechos humanos. Pero dadas sus fortalezas intelectuales, el científico puede construir discursos engañosos donde le da carácter de ciencia a lo que simplemente son sus sentimientos, deseos y creencias. La Ciencia no es neutral.
Yo leí hace días el artículo mencionado y me quedó trabajando en la mente algunas cosas que no podía cerrar. Gracias a esta columna de opinión pude concretar esos conceptos. También me sirvió para notar y analizar la actualidad en la que laburamos las personas vinculadas a las ciencias. Además, existe todo ese mundo detrás de lo que son las relaciones interpersonales entre directores y tesistas.
Excelente columna. Me gustó mucho.
Gracias por tus palabras. Además de oportunas y claras, éstas aterrizan conceptos que no surgen naturalmente sino que, por el contrario, evidencian un filosofía y epistemología deconstructiva. Resulta irrisorio pensar que personajes como Wasserman, hombre blanco, hegemónico alienado de la realidad del sistema científico, tome (o haya tomado) decisiones por todos/todas/todes quienes entendemos la desigualdad de oportunidades en el sistema de CyT.