Inicio Blog Página 68

21 de noviembre: paro nacional colombiano dentro de un capitalismo global en crisis

0

El sistema-mundo capitalista globalizado está en crisis y ad portas de una gran recesión si todo sigue como va. De ello es consciente la nueva directora del Fondo Monetario Internacional —FMI—, Kristalina Georgieva, quien «en 2019, [espera] un crecimiento más lento en casi un 90% del mundo. La economía global está en una desaceleración sincronizada». El culpable de esta desaceleración general, se suele decir, es la guerra comercial entre China y Estados Unidos, pero esta perspectiva ignora las dinámicas sistémicas de acumulación del capital, en particular su tendencia decreciente de tasa de ganancia. Como sostiene Michael Roberts, «un colapso financiero o una guerra comercial no conducen a una recesión económica, a menos que ya existan problemas serios con la rentabilidad del capital». Y las bajas tasas de interés de algunos bancos centrales no han podido reversar esta desaceleración.

Crisis en la economía-mundo moderna

La desaceleración de la economía capitalista, estructurada según el análisis de sistemas mundiales en procesos productivos centrales y periféricos y semiperiferias —espacios que viven una mezcla de ambos procesos—, tiene efectos para las «periferias» y «semiperiferias». Si la otra cara del «desarrollo» de los «países centrales» es el «subdesarrollo» de los países periféricos —originado o perpetuado a través de la dominación colonial o imperialista—, una crisis de rentabilidad de los países centrales golpeará a los países «en desarrollo», pues las economías dependientes crecen no por la fortaleza de sus mercados internos sino porque están volcadas hacia las exportaciones de materias primas o productos básicos a «países centrales». En palabras de Roberts, el panorama general es el siguiente:

«La economía alemana en su conjunto está en recesión virtual, según su propio banco central, el Bundesbank. China está creciendo a su ritmo más lento en casi 30 años. Los detonantes para una depresión mundial se multiplican. Incluso en los Estados Unidos, la principal economía capitalista avanzada con mejores resultados, el crecimiento se está desacelerando, mientras que la inversión y las ganancias están cayendo. Tenemos disturbios y protestas contra los recortes de austeridad en varias “economías emergentes” a medida que la desaceleración global afecta a las exportaciones y los ingresos: en el Líbano, en Ecuador, en Chile, en el empobrecido Haití. Al mismo tiempo, las economías emergentes más grandes están en crisis (Argentina, Turquía) o estancadas (Brasil, México, Sudáfrica)».

Justamente, si algo tienen en común las protestas y los procesos políticos de Líbano, Haití, Ecuador, Chile o Argentina es su rechazo a las reformas del FMI como forma de gestionar la crisis y mantener así las condiciones de dependencia de los países que acceden a endeudarse con la «banca multilateral». Se rechazan los préstamos del Banco Mundial condicionados por el FMI bajo la figura del «paquetazo» o «recetario» de reformas estructurales, el cual tiende a desregular las economías e impulsar la disciplina fiscal —lo que incluye, por supuesto, privatizaciones y reducción del gasto público—, con graves afectaciones a derechos económicos y sociales otrora conquistados por las movilizaciones sociales de trabajadores, mujeres o estudiantes y posibilitados por el régimen keynesiano de acumulación —o su émulo cepalino de industrialización por sustitución de importaciones para el caso de las economías periferializadas o del «tercer mundo»—.

Lo que no se puede perder de vista, entonces, es el papel del FMI y el Banco Mundial en el mantenimiento de la «estabilidad económica mundial», que no es más que un eufemismo para esconder su rol en la preservación de la dominación capitalista de los «centros» —hoy en crisis— sobre las «periferias».

La crisis sistémica en Colombia

El capítulo de Colombia parece constituir un caso aparte, pues, dice su presidente Duque, a diferencia del 90% de economías desaceleradas, «Colombia está en el 10% de los que crecerán, según el FMI». Pero si para Jairo Estrada la economía colombiana no sufrió el fenómeno de la crisis de la deuda latinoamericana de la década de 1980 gracias al colchón del capital del narcotráfico y su blanqueamiento y circulación en la «economía legal», no hay razones para pensar que parte de la explicación de la «excepcionalidad colombiana» no tenga que pasar por ahí y que las altas tasas de ganancia proporcionadas por el narco en una economía periferializada, beneficiadas del control de la inflación como centro de la política monetaria, sean uno de los factores que expliquen su «estabilidad macroeconómica». Un reporte de El Espectador de mayo de 2019 titulaba que «Colombia todavía es el mayor productor de coca en el mundo» de acuerdo con una entidad de la ONU.

La reciente masacre perpetrada en el resguardo de Tacueyó, Cauca, contra cinco indígenas, incluyendo su gobernadora Cristina Bautista, no es más que la muestra del curso terrorífico que está teniendo la disputa violenta por el control territorial de rutas de narcotráfico en el Pacífico colombiano entre «disidencias de las FARC, ELN, el EPL y grupos neoparamilitares». «Y es que esta zona hace parte del llamado “Corredor Estratégico”, por donde se transportan alucinógenos al Pacífico caucano. Toribío, y en especial Tacueyó, son parte del tramo inicial de ese “Corredor”», se recoge en El País. El narcocapitalismo como amortiguador de la crisis va constituyendo un orden político cruento que atenta contra las autonomías de los pueblos indígenas que se le oponen. Y qué ha sido la parapolítica sino la legitimación estatal de ese proyecto político-económico vinculado con la financiarización económica de clases terratenientes que propulsaron el narcotráfico, y el cual requería la estigmatización y exterminio de «la izquierda».

Pero si los principales mercados de drogas, Estados Unidos y Europa, están decreciendo, la economía subterránea del narco es insuficiente para gestionar la dominación capitalista en la «periferia» colombiana. La «excepcionalidad colombiana» configura un marco de crecimiento, pero, a la par, dada la «desindustrialización» y dominio del capital financiero —con Sarmiento Angulo a la cabeza—, de aumento del desempleo y alta informalidad laboral. Sólo hasta este año la economía colombiana ha mostrado algún tipo de recuperación coyuntural, después de «una desaceleración sufrida entre 2014 y 2015 por la caída de los precios del petróleo, el principal producto de exportación», lo que ilustraba su carácter dependiente monoexportador y su vulnerabilidad a los cambios exógenos. No es descartable, entonces, asegura el analista Felipe Campos, que para el 2020 o 2021 Colombia viva una nueva fase de desaceleración similar a la que están sufriendo Chile o Perú.

Las salidas que aparecen para Colombia ante estos problemas socioeconómicos son el aumento de la productividad, dificultado por su condición sistémica periférica y la financiarización, o reformas que propugnen por la flexibilización laboral, respaldadas por la fórmula mágica de que la disminución de los costos de los empresarios llevará a la contratación de más empleados y, por esa vía, a más empleo. Pero esta idea ignora, de acuerdo con Juan Carlos Guataquí, que «la demanda laboral es una demanda derivada. Eso significa que un empleador contrata más trabajadores porque el mercado le demanda más productos, no porque sus trabajadores le cuesten menos»; así, este autor llega a la salida keynesiana de «estimular la demanda de bienes y servicios y, por ende, estimular la demanda de trabajo». El problema es, pues, la baja productividad del mercado de bienes y servicios que afecta a la productividad laboral. ¿Pero cómo generar esta estimulación de «demanda agregada» y aumentar la productividad laboral en una economía dependiente desposeída de sus excedentes de deuda y susceptible de verse afectada por la desaceleración de las economías centrales y una ulterior recesión global? ¿Por qué se ha deteriorado la productividad periferializada de la economía colombiana y se han destruido miles de empleos?

Estas cuestiones, en realidad, van más allá del mero fomento de la competitividad y el crecimiento nacionales y tienen que ver con el modo en que históricamente —desde el colonialismo europeo de los siglos XV y XVI, pasando por el imperialismo inglés decimonónico y el imperialismo estadounidense del siglo XX—, ha funcionado y se ha reproducido el orden del capitalismo realmente existente a través de la integración colonial o imperialista a la economía mundial de territorios «descubiertos» o «nuevos Estados» con apoyo subordinado de sus élites políticas y económicas. La «baja productividad laboral» —lo que no significa que no se trabaje mucho más— es una condición sistémica característica de las economías periferializadas. Vencerla requeriría «desarrollo» —modernizar de modo general su aparato productivo y acceder a procesos productivos centrales— y no mero «crecimiento», y alterar por esa vía el «patrón de poder mundial», lo que generaría nuevas tensiones globales en términos de disputa por mayores tasas de ganancia en el sector tecnológico, como las vividas hoy entre Estados Unidos y China. Pero ni al FMI ni al Banco Mundial les interesa realmente el desarrollo capitalista de los países intervenidos por ellos: la acumulación por desposesión de excedentes de deuda y la constitución del clima político institucional para ese fin es funcional para preservar el statu quo del «subdesarrollo políticamente gestionable».

Una oportunidad del movimiento popular de cuestionar al régimen capitalista

Es en este contexto de eventual recesión mundial en el que desde la CUT, con apoyo de la ONIC y del estudiantado movilizado, se invita a un paro cívico nacional para el 21 de noviembre «contra el paquetazo del gobierno Duque, el FMI, la OCDE, por la Paz y la Vida». El gobierno colombiano está reaccionando a la crisis sistémica, presionado por la banca multilateral, con más disciplina fiscal y desregulación económica en tres frentes: reforma laboral, pensional y tributaria. En esa medida, de acuerdo con Pablo Nariño, como parte de la reforma tributaria «el gobierno nacional ya ha avaluado en un total de 160 billones de pesos las propiedades del Estado, que tras la aprobación del Plan de Desarrollo serán rematadas; ya es un hecho la venta del resto del 20% de las acciones de Ecopetrol, la subasta de ISA, la venta del oleoducto Cenit y de las electrificadoras estatales, lo que además conlleva recortes en los gastos del Estado para atender la educación y la salud»; en fin, como resultado de su acuerdo de 2019 con el FMI, sostiene el mismo Nariño, «el país presenciará reformas que afectarán directamente a amplios grupos sociales; aumento de la edad de jubilación, reducción de los derechos pensionales, ampliación de las personas que pagarán impuestos, reducción de transferencias a las regiones […] disminución de los salarios, entre otros».

En definitiva, el problema económico que lleva al recorte de gasto social y la erosión de derechos sociales y económicos es la baja productividad del capitalismo dependiente colombiano vinculada con una tendencia decreciente mundial de las tasas de ganancia y bajas inversiones en el sector productivo. El recetario «neoliberal» aparece como la fórmula para solventar las dificultades causadas por la baja rentabilidad. Este fenómeno es lo que los economistas deberían explicar, más allá de la coyuntura de la guerra comercial, la cual es una expresión detonante de la crisis y no la crisis como tal. Algunas élites sistémicas alternativas, como la que representa el sector de Petro, dirán que el problema colombiano reside en la hegemonía del capital financiero sobre el sector industrial y que lo que se necesita es que desde el Estado se hagan inversiones para aumentar la productividad de la «economía real», generar empleo y combatir la financiarización y la desigualdad socioeconómica. Pero desde el punto de vista aquí esbozado sostenemos, en cambio, que el problema es la dinámica de acumulación capitalista y su estructuración histórica concreta. En algún momento el consumo impulsado por la deuda y no por la productividad como modo de solventar los problemas de tasa de ganancia será insostenible y estallará la burbuja financiera.

De todas formas, ya sea que los movimientos populares que reunirán sus fuerzas sociales el próximo 21 de noviembre en un paro cívico nacional consideren que están rechazando el sistema mundial capitalista o sólo un régimen particular de su organización —el «financiarizado» o «neoliberal»—, hay en el repudio al «paquetazo» de Duque un rechazo simultáneo al orden capitalista global hoy por hoy vigente y, en ese sentido, el movimiento popular colombiano tiene una dimensión antisistémica común, pues resiste a que la ley capitalista de valor continúe mercantilizando la educación, la salud o las pensiones.

Es posible que estemos asistiendo al momento de bifurcación del que hablaba Wallerstein, en el cual el sistema-mundo capitalista enfrentará dos caminos frente a la crisis según la fuerza e intencionalidad de los movimientos sociales: si continuar con una versión modificada del sistema u optar por uno nuevo. Pero mientras en Colombia se construye un consenso radicalmente anticapitalista o «capitalista alternativo», la base común del «paquetazo neoliberal» es un paso importante para la concertación ideológica y la unificación política de las distintas fuerzas sociales del «movimiento popular». Es un «buen sentido» que cada vez más tenemos que llenar de contenido razonable.

Hay en Colombia algunos factores importantes para mostrar que un cambio social antisistémico o sistémico alternativo son posibles, pues no se puede establecer una relación mecánica entre la crisis capitalista general, sus implicaciones nacionales y la eventualidad social de transformación de un régimen o sistema político-económico. Quizá uno de los factores que más destacan es la derrota del uribismo en las elecciones regionales de octubre de 2019, con un frío aumento del 0.31 % del total de votos respecto a las elecciones de 2015 en alcaldías y gobernaciones, y cuyo partido ha estado asociado cada vez más en el imaginario electoral —y no sólo en el imaginario— a las maquinarias santistas y, en general, a la clase política de derechas tradicional, lo que ha tenido efectos deslegitimadores que su modesto crecimiento en las elecciones ha reflejado. A ese fenómeno también hay que vincular la baja aprobación del presidente Duque y de Álvaro Uribe, lo cual refleja un clima de descontento social generalizado que puede ser aprovechado por los movimientos populares sistémicos alternativos o antisistémicos.

Existe un panorama de incertidumbre respecto a lo que pueda implicar el paro nacional del 21 de noviembre; si, por «efecto contagio», derivará en los niveles de alta movilización social acaecidos en Chile o en Ecuador. Semana ha dicho que: «En el país no hay conciencia de que el 21 de noviembre puede constituirse en una fecha trascendental. El paro nacional anunciado para esa fecha tiene el respaldo de más de 40 sindicatos y más de 100 representantes de movimientos sociales. Aunque ha sido convocado antes de las manifestaciones y disturbios de Chile y Ecuador, no se descarta un efecto contagio en Colombia […] En el país hace muchos años no ha habido un paro nacional». Esta última parte es importante porque aunque el movimiento estudiantil a nivel nacional tenga síntomas de desgaste y agotamiento debido al esfuerzo realizado en el paro de 2018, por primera vez en «muchos años» los distintos sectores del «movimiento popular» podrán confluir a escala nacional en torno a unos objetivos comunes «antisistémicos». Puede emerger, entonces, una fuerza social inédita en Colombia, una multitud con amplio poder destituyente y constituyente con la capacidad de resistir y enfrentar al statu quo y elevar la conciencia de la población afectada por el régimen capitalista vigente de acumulación, que frente a la pérdida de capacidad de construir consenso y legitimidad ante la multitud movilizada acudirá una y otra vez a la coacción violenta de sus fuerzas estatales.

Una vez más los excluidos nos enfrentaremos a los brazos represivos del sistema y al cierre político habitual del bloque de poder hegemónico. Pero marcharemos una y otra vez con la esperanza de un mundo nuevo que supere las exclusiones estructurales del capitalismo realmente existente. Juntos seremos más fuertes construyendo lo común a pesar de las diferencias programáticas y de repertorios de lucha.

Vencer el miedo, continuar con la organización de la multitud, la articulación de más sectores, construir repertorios de lucha comunes y luchar por la transformación cultural de las conciencias son los retos por cumplir.

¡Que viva el próximo paro nacional!

Las elecciones territoriales: notas para una lectura desde la izquierda

0

Es verdad que el uribismo agrupado en el Centro Democrático perdió muchas de las alcaldías y gobernaciones que disputó en las pasadas elecciones, algunas emblemáticas para esa fuerza política como las de Antioquia y  Medellín, otras claves por su peso político como la de Bogotá y esta es claramente una razón para ver las cosas con moderado optimismo, por eso de ahí a estar echando voladores eufóricos, como si de verdad que no ganara el Centro Democrático[1] significara necesariamente un cambio genuino en la gestión de las localidades o el avance de posiciones que van a hacer mejor la vida de la gente, hay un trecho pavimentado de ingenuidad que quienes estamos por cambiar las cosas no nos podemos permitir transitar.

La pregunta obvia tras comprobar la derrota relativa del uribismo[2] es ¿quién gano entonces? En la mayoría de gobernaciones lo hicieron coaliciones pero no coaliciones de fuerzas del cambio, si no coaliciones de los partidos tradicionales y corruptos que representan el continuismo de los enfoques con los que se vienen mal gobernando desde siempre las localidades.

Para hacernos una idea, los tres partidos más repetidos en las mencionadas coaliciones son Cambio Radical que participa en 14 de ellas, el Partido Liberal en 14, y el Partido de La U en 14, le sigue en este listado el Partido Conservador que participa en 9. Solo en las gobernaciones del Huila y Santa Marta se abren paso posiciones alternativas, en el primer caso en coalición y en el segundo caso como movimiento solitario.

En el caso de las alcaldías de las ciudades capitales aunque hay avances como en Villavicencio, Santa Marta y Buenaventura[3], el panorama general es desalentador porque los mismos de siempre mantuvieron posiciones fundamentales en este nivel de la administración ya fuera en solitario o en coalición, el Partido Liberal, Cambio Radical y el Partido Conservador poco sospechosos de ser fuerzas alternativas jugarán en la mayoría de las capitales del país un papel muy importante.

Los grupos significativos de ciudadanos o candidaturas por firmas que tan de moda estuvieron antes y que algunos Como Vargas Lleras utilizaron para esconder la militancia en partidos impresentables, solo lograron triunfos en tres alcaldías: Medellín, Bucaramanga y Cartagena.

Justamente estas alcaldías en las que triunfaron los llamados independientes se convierten en la mejor evidencia de una condición a la que hay que prestarle toda la atención: por un lado existe un nivel de cansancio y desgaste en la gente respecto a la política tradicional, pero por otro las posiciones más resueltamente alternativas no son capaces aun de capitalizar el descontento, esto hace que las fuerzas de cambio terminen cargando maletas o jugando el rol de segundones en campañas o administraciones ambiguas que con una mano critican aspectos del modelo para darnos contentillo y con la otra dan continuidad a las políticas de los de siempre.

El problema no es que a veces sean necesarias las alianzas, el tema es que siempre son los sectores más timoratos los que tienen la iniciativa y ponen las condiciones y  que tras muchos años de estar en ese juego de alianzas incomodas para avanzar quienes queremos cambiar las cosas nos hemos desdibujado antes que fortalecernos.

La Alianza Verde merece mención aparte, porque esta es una fuerza política que se auto referencia como alternativa pero que en realidad es una formación vacilante que oscila entre la defensa de unas mínimas garantías del Estado Social de Derecho o servir de muleta a los partidos tradicionales, en la mayoría de ocasiones, hay que decir, se impone lo segundo, veamos algunos ejemplos: los verdes ganaron alcaldías como la de Manizales aliándose con la maquinaria rancia de la Familia Lizcano, o como la de Quibdó al lado del Partido Conservador y el Partido Liberal, gobernaciones como la de Antioquia de la mano de Cambio Radical, La U y los liberales.

En mi opinión esta fuerza política que representa una social democracia neoliberal matizada por algunas convicciones y figuras estrictamente alternativas sufrirá un largo proceso de descomposición hasta convertirse del todo en una formación política que sirva para refrescarle la cara al modelo, papel que, hay que decir, ya juega en muchos lugares.

Otros partidos como ASI, MAIS, AICO se comportan en algunas regiones como alternativos y en otras como aliados de partidos defensores del régimen, todo esto contribuye a una confusión general en la cual  el campo de lo alternativo no está claramente demarcado de los partidos tradicionales, no ha sido posible establecer un “ellos” y un “nosotros” desde donde construir identidades, referentes o programas de cambio que confronten el estado de cosas que tanto indigna a la mayoría social, esto al final termina generando que delante de la ciudadanía todos pasemos a ser la misma cosa y lo que es más grave que se abra paso en el imaginario colectivo una idea según la cual ser alternativo es igual a no molestar, a no incomodar y a quedar bien con todo el mundo, la dictadura de la corrección política que desactiva la esencia misma de la confrontación de ideas sobre la que se funda la democracia liberal.

Retos para las fuerzas alternativas

Un par de cuestiones adicionales cabe mencionar: primero, las fuerzas alternativas concurrieron a estas elecciones particularmente atomizadas en una indigerible sopa de siglas que dividió votos a mas no poder y segundo estas siguen sin poder hacer que su participación permanente en la lucha social y popular de corte reivindicativo-gremial o sectorial se traduzca en fuerza electoral, esto se debe, es cierto, a la influencia de algunas posiciones infantiles que creen que Colombia es la Rusia de 1917 o la Cuba del 1959 y que defienden la tesis que votar le quema las manos al revolucionario auténtico, pero su causa más profunda es el divorcio persistente entre la calle y las urnas.

Te recomendamos: La hora del viejo topo.

Alguna vez una profesora me dijo en medio de una charla: “yo en las elecciones del sindicato voto por los más radicales porque sé que me defienden bien, pero las elecciones al Congreso son otra cosa” infelizmente muy poco hemos hecho para resolver esa tensión.

Ganar las elecciones no es tomar el poder ni hacer la revolución, en esto nadie puede engañarse, pero en política las condiciones para intervenir son las que son y dada la complejidad de las nuestras me atrevo a afirmar que si queremos que las transformaciones profundas y radicales tengan más y mejores opciones para vencer en proyección hay que atreverse hoy a disputar y ganar elecciones, esto implica de entrada tomárselas en serio, dejar de improvisar, asumir una conducta que deje al lado el binarismo de: poder popular o elecciones, que se atreva a pensar estratégicamente el papel de la confrontación electoral en una sociedad como la nuestra y que se ponga en la tarea de ir buscando formas y contenidos nuestros y nuevos para ir a las elecciones sin parecernos en NADA a los partidos tradicionales a los que debemos adversar en cada gesto y argumento.

Seguir regalando espacios de confrontación claves para cambiar las relaciones de fuerzas —que nos son desfavorables— en la opinión pública nos mantiene relegados en las márgenes desde donde podremos seguirnos dándonos palmaditas en la espalda con las dos o tres victorias que obtenemos cada 20 años, pero no avanzar.

Va siendo hora que entre los rebeldes nos rebelemos contra varias de nuestras tradiciones y dogmas legados, y nos pongamos a reinventar de una buena vez este lugar llamado izquierda. Estoy convencido que una parte de esa tarea pasa necesariamente por construir una nueva perspectiva sobre el combate electoral que asuste y cree contradicciones entre los de arriba y de esperanzas a los de abajo, la tarea hoy es renovarse para vencer o seguir en las mismas para morir.

Notas al pie de página

[1]  Un partido que desde sus inicios ha demostrado tener baja capacidad de implantación territorial, pero sigue siendo decisivo en términos de su influencia nacional y de su ideología transversal para las derechas.

[2] Derrota que en mi opinión hay que sopesar porque el centro democrático controla 2 de las 6 gobernaciones en las que ganaron partidos en solitario (Vaupés y Casanare) participa en 5 de las 26 coaliciones que ganaron en el resto del territorio nacional y obtiene importantes votaciones a las asambleas departamentales y concejos municipales en algunos casos como fuerza más votada por ejemplo en los concejos de Medellín y Puerto Carreño y en las asambleas de Antioquia y San Andrés.

[3] que no es capital pero es una ciudad importante en la que ganó una coalición encabezada por uno de los dirigentes del pasado paro cívico que se enfrentó a todas las maquinarias juntas-

Turbaco: la capital de la paz

0

De manera histórica y luego de la firma de los acuerdos de paz en el 2016, Julián Conrado se ha convertido en el primer excombatiente de las FARC-EP en llegar a la alcaldía de un municipio por medio del voto popular.

Aunque a Julián, como a muchos otros, la desigualdad lo obligó a elegir el camino de la guerra, él lleva una bandera de paz clavada en el corazón y no hay prueba más fehaciente de esto, que el compromiso entregado a los acuerdos de paz y a la construcción de una nueva Colombia que ha caracterizado su vida. En el pasado, demostró su amor por el pueblo desde las montañas con una guitarra en su regazo, luego, más adelante y con la misma guitarra, pero injustamente desde una cárcel en Venezuela, demostró que su alegría y su compromiso con la justicia social no eran objeto de claudicación; más tarde, lo reiteró como negociador de los acuerdos de paz con el Gobierno en Cuba, ahora en la vida civil y como alcalde de una ciudad que le ha confiado la administración de sus recursos, Turbaco espera que este compromiso siga siendo materializado y que esta alcaldía se convierta en el mejor ejemplo del grito de los sin voz.

Con la frente en alto, como diría Julián, el pueblo de Turbaco, Bolívar, con más de 18 mil votos, le ha demostrado a el país que la guerra debe ser un asunto del pasado, y ahora es el tiempo para la paz. Aunque la democracia no debe limitarse a la representatividad, la elección de Julián Conrado es, sin lugar a dudas, una luz de esperanza para un pueblo que camina en una larga noche pero que a veces parece que no avanza.

Es menester para Colombia, más y más Turbacos, más y más soñadores como Julián. Que se sepa que ante la injustica no abra rendición, que es la paz el camino deseado, vamos arando la paz.

Estudiantes hacen llamado al periodista Jair Orozco de Noticias TeleMedellín

0


Medellín, 25 de octubre de 2019. En las últimas semanas estudiantes de diferentes universidades del país se han manifestado para visibilizar situaciones particulares de sus claustros, además de poner sobre la agenda pública el incumplimiento del gobierno nacional a la UNEES frente a los acuerdos a los que llegaron hace un año para mantener viva la universidad pública, así como su inconformidad con el artículo 44 del Presupuesto General de la Nación.

En contexto: ¿Por qué las universidades deben salir a las calles?

Las y los estudiantes han sido víctimas de desmanes del Esmad, en el último año dos estudiantes han perdido un ojo, resultado de los disparos indiscriminados de la fuerza pública, además organizaciones de derechos humanos han denunciado el uso de armas no convencionales para atacar la protesta.

Los medios corporativos de comunicación no han sido ajenos a esta situación, insistiendo en la necesidad de que el Esmad ingrese a las universidades públicas y señalando a quienes protestan como “hamponcitos”, tal como lo hizo Néstor Morales el pasado 26 de septiembre en Blu Radio. A esta situación se suman los señalamientos realizados por el periodista Jair Orozco de Noticias TeleMedellín de las 6:00 AM en la emisión del 22 de octubre, quien presentó, según el comunicado, información sesgada, falta de veracidad y tendenciosa, sobre la marcha realizada en dicha ciudad.

Ante tal situación, Estudiantes Universidad Nacional de Colombia, en un comunicado a los medios de comunicación y a TeleMedellín explican la situación y hacen un llamado a dicho periodista. A continuación, reproducimos el comunicado.

Comunicado a los medios de comunicación y a TeleMedellín

El siguiente comunicado va dirigido a Noticias TeleMedellín de las 6:00 am, y manifiesta el desacuerdo con la información emitida el día 22 de octubre, en la emisión de la mañana. En él, el periodista Jair Orozco asumió detallar y opinar sobre los hechos ocurridos en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, el día 21 de octubre, donde hubo una protesta estudiantil y, claramente, una perturbación en el tránsito vehicular de ese sector de la ciudad.

Los detalles periodísticos expuestos por el comunicador fueron raquíticos y poco veraces, toda vez que, en lugar de informar de manera equilibrada y veraz sobre los acontecimientos acaecidos en esa jornada, se dedicó a cuestionar y hacer señalamientos ajenos a su labor profesional, ante lo cual los estudiantes decidimos manifestar nuestra inconformidad con la información dada por el periodista y hacer algunas aclaraciones que la opinión pública debe conocer.

Primero, aunque el derecho a la opinión es uno de los fundamentos sagrados y valiosos en un Estado de Derecho, lo expresado por el señor Orozco presenta una falencia ética, falta de veracidad y toma de postura sesgada respecto a la movilización estudiantil y a los objetivos que ésta tiene. Y es que el profesional realiza una pregunta puntual:

«¿Y los demás qué (refiriéndose a los conciudadanos que no hace parte de la protesta)? ¿entonces la ciudad se tiene que afectar por lo que ustedes están protestando?».

Cabe aclarar, señor Orozco, que el movimiento estudiantil no sabe discernir entre “ustedes” y “nosotros”, pues los estudiantes asumimos como propios todas las violaciones al sector social en actuamos en favor de la construcción de un país plural, por lo tanto, no existe el término «los demás» en nuestras luchas. Somos unidad, estamos dispuestos al debate y a la conciliación argumental, pero contundentes contra la represión Estatal.

En la lucha social siempre se ha previsto la anormalidad del orden público, pues la lucha se da -en primera instancia- desde la diplomacia burocrática de los altos cargos públicos y políticos elegidos de manera democrática. Esta diplomacia trae con normalidad falencias en la normatividad consensuada entre ellos, excluyendo el sentir y el parecer de la gran mayoría. Y es allí donde los ciudadanos de a pie ejecutamos nuestro derecho a la protesta y a la manifestación callejera (artículo 37, Constitución Política de Colombia), forma válida y legítima para demostrar el inconformismo desde tiempos pretéritos. Es más, utilizando una frase de un colega suyo, Felix de Bedout, publicada en la red social Twitter: “No hay ninguna conquista social que se haya logrado sin movilización. Ninguna”, (@fdbedout, 17 octubre 2019).

Por lo tanto, salir a las calles a defender lo público implica la anormalidad del tráfico vehicular y que se presenten congestiones como las padecidas esta semana. Algo que ocurrió ayer, ocurre hoy y ocurrirá siempre.

En ese orden de ideas, los estudiantes hacemos uso de dichos mecanismos de movilización, por lo que decidimos unirnos a la Semana de la Indignación, que implica el rechazo a la Ley de Financiamiento, a la raquítica implementación de los acuerdos logrados en el paro estudiantil del año pasado, el desmonte del ESMAD como arma represiva del Gobierno hacia las continuas manifestaciones y a la Ley 44A, por ser ambigua y representar un fatal riesgo al patrimonio público de las Instituciones de Educación Superior.

Por último, como estudiantes invitamos a la ciudadanía a que se informen por medios alternativos más equilibrados y autónomos, ajenos a las veleidades y presiones de los grandes dueños de empresas, que son a la vez portadores de esa clase de información en ocasiones alejadas de la coyuntura socio política de nuestro país. De igual manera, hacemos un llamado al periodismo sano y veraz, equilibrado y polifónico, que le dé cabida a las voces institucionales y, sobre todo, a aquellos a los que en pocas ocasiones les brindan sus micrófonos y cámaras para expresarse y resaltar las injusticias padecidas. Ellos, nosotros, también tenemos algo –mucho- qué decir y no solo las fuentes oficiales o institucionales.

Es bueno recordar al maestro Javier Darío Restrepo, del cual seguro el periodista Orozco conoció en su proceso formativo, quien fue un defensor de los débiles y un abanderado del equilibrio y el compromiso periodístico. Restrepo expresó en su libro “El zumbido y el moscardón” que “entre el periodismo insípido de los que no se comprometen con nada ni con nadie y el periodismo fogoso que se vuelve propaganda ardorosa a favor o en contra de una causa hay un camino medio: el del periodista que muestra hechos y los hace entender” (Restrepo, 2016, 80).

Invitamos a los medios a que, en estos momentos de crisis no solo nacional sino hemisférica, ayuden con su poder y capacidad de orientación a comprender los hechos no a estigmatizar y actuar de forma parcial. Igualmente, estamos prestos para contactarnos con ustedes y que conozcan otro ángulo de la historia, como predican los fundamentos del periodismo moderno.

FIRMA

Estudiantes Universidad Nacional de Colombia.

Est_unalmed_@hotmail.com

¿Por qué las universidades deben salir a las calles?

0

En la coyuntura latinoamericana estamos viendo los estallidos de insumisión popular en Haití, Costa Rica, Chile y Ecuador, resultado de la indignación de centenares de jóvenes, mujeres, obreros, indígenas, negros, campesinos y desempleados que se han tomado las plazas públicas, las calles, las universidades y el transporte público (privatizado), para frenar la avanzada de las “medidas económicas” que pretenden imponer los gobiernos neoliberales a costa de profundizar la pobreza y la miseria, favoreciendo a los grandes capitales de la muerte transnacional. Medidas, que cabe anotar, no les están quedando nada fáciles de implementar.

A estos escenarios de movilización y lucha por la dignidad, se suman los universitarios, que desde hace más de dos años retomaron la senda de la defensa de la educación pública superior ante la crisis de financiación por parte del Estado que amenaza con acabarla.

En este último aspecto me quiero detener, por la importancia de responder la pregunta ¿Por qué las universidades deben salir a las calles? En el marco de una agenda de lucha universitaria nacional.

Se debe recordar que “las instituciones de educación superior (IES) públicas vienen en constante deterioro desde hace más de 25 años; y que hoy es inocultable el déficit financiero que amenaza con cerrar más de una IES pública en el país (…), como está sucediendo con la Universidad de La Guajira, que cierra sus puertas desde el 25 de septiembre de 2019 por las deudas que tiene la gobernación con esa institución por más de 92.000 millones de pesos, afectando el derecho a la educación de 14.000 estudiantes.

El Estado tiene una deuda con las universidades estatales por el déficit histórico acumulado calculado a finales de 2018 por más de $3.2 billones de pesos para funcionamiento y $15 billones de pesos para inversión. Deudas que no han sido cubiertas con el Presupuesto General de la Nación (PGN).

En el PGN aprobado para 2020, se asignaron $44,1 billones para educación, donde aún siguen orientados a:

  1. Pagar el endeudamiento del ICETEX por préstamos financieros a estudiantes.
  2. Cubrir las deudas del programa SER PILO PAGA (PSPP) que benefició a 40.000 estudiantes, se apropió de más de $1.57 billones de los recursos del extinto CREE y dejó un déficit de más de $2 billones.
  3. Mantener la estrategia de desfinanciación de los recursos de la educación pública superior a través del programa GENERACIÓN E, que sustituye al PSPP y se proyecta ¿beneficiar?, a más de 336.000 jóvenes en el marco del gobierno de Duque.

En la actualidad se han beneficiado cerca de 67.000 estudiantes y para el 2020, se proyecta atender a más de 80.000. Haga cuentas, si el PSPP solo benefició a cerca de 40.000 jóvenes y favoreció a la grandes universidades privadas acreditadas de este país, ¿Cómo será el negocio entre manos en estos 4 años?

Las Instituciones de Educación Superior Públicas, a pesar de declaraciones públicas y acuerdos con los gobiernos de turno, como lo sucedido a finales del año 2018, seguirán soportando la carga financiera, administrativa y académica con tan solo el 50% del presupuesto que aporta el Estado, y aún están obligadas en sus labores de extensión social a la venta de servicios, para completar el otro 50% restante de sus presupuestos anuales, para garantizar su funcionamiento en condiciones precarias.

Lo paradójico del asunto es que en Costa Rica, los estudiantes se están tomando el país a pesar de que la destinación de recursos del Estado para financiar las universidades públicas supera el 80% de su presupuesto.

Al anterior panorama, se suman otras acciones del gobierno para Desfinanciar la Educación Pública Superior, y con bala y bolillo mantener el (OCDE -Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos-) orden.

La primera acción, es el poco anunciado y discutido Proyecto de Ley Número 212 de 2018 Cámara, “por medio del cual se modifican los artículos 86 y 87 de la ley 30 de 1992 y se dictan otras disposiciones”. Se encuentra aprobado en primer debate por la comisión sexta constitucional permanente de la Cámara de Representantes, publicado en la Gaceta del Congreso, el 1 de agosto de 2019.

Lo grave del proyecto es el acorralamiento y condicionamiento a las Universidades Públicas, donde se establece una regla fiscal para el financiamiento de las Instituciones de Educación Superior Pública que tendría como criterios:

  • Crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), lo que sería poner a las Universidades y al país a defender la crisis ambiental sustentada en el actual modelo de desarrollo extractivista y la inversión extranjera transnacional, donde se utiliza la fracturación hidráulica, la minería a cielo abierto, las hidroeléctricas, la venta de empresas del Estado y otras modalidades de saqueo y exterminio de la vida para incrementar el PIB.
  • Índices de costos de la Educación Superior (ICES), que es establecido por el DANE, con indicadores que presenten “…a partir de un semestre base, la variación promedio semestral de los precios de los bienes y servicios representativos de los costos y gastos, que realizan las instituciones de educación superior para el desarrollo de su objeto social”[2].

Es decir, que si se tomara como referencia la información del DANE en el “(…) primer semestre de 2019 y se comparará con el segundo semestre de 2018, la variación semestral del Índice de Costos de la Educación Superior –ICES– fue 2,16%”.

Existe además un tema que debe llamar la atención, “(…) el mayor aporte correspondió al grupo gastos de personal que contribuyó con 1,43 puntos porcentuales”. En este asunto, casi el total del 50% que gira el gobierno para los presupuestos de las universidades públicas se destina al pago de nómina, es decir, a garantizar el funcionamiento de las instituciones.

Este tema para lo público ha significado en las discusiones de formalización docente con el Ministerio de Educación Nacional y algunas universidades, que los profesores fueran señalados de ser los responsables de los problemas de déficit de las universidades por el pago de sus (supuestos) exorbitantes salarios, justificaciones que también fueron útiles para castigarlos con la reforma tributaria dejada por el ex presidente Santos.

  • Cobertura, que está vinculado estrictamente al incremento de los alumnos que se matriculen en las universidades públicas.

El aumento de recursos financieros para la base presupuestal de las universidades sería la suma del PIB+ICES+Cobertura y se indica un +2% que no se conoce su fórmula para calcular.

Lo anterior significa asumir el no carácter de derecho fundamental de la educación y la ubicaría en la progresividad del derecho, es decir, estaría supeditada la financiación a la capacidad económica del Estado cada año y a la disposición (negociación) de los gobiernos de turno.

Adicionalmente, los recursos se condicionan a los aumentos de cobertura, lo que significa, recibir más estudiantes sin tener previamente los recursos financieros y de infraestructura para garantizar su permanencia y graduación.

La segunda acción se expresa en la aprobación del artículo 44 del Presupuesto General de la Nación para el 2020, donde se señala: «En virtud de la autonomía consagrada en el artículo 69 de la Constitución Política, las universidades estatales pagarán las sentencias o fallos proferidos en contra de la nación con los recursos asignados por parte de ésta en cumplimiento del artículo 86 de la Ley 30 de 1992″.

El texto aprobado es otra de las formas jurídicas de desfinanciar el presupuesto de las universidades públicas. El presupuesto proyectado para pagar las demandas que pierde el Estado se acerca a más de $7 billones, y de ser canceladas con este rubro, el aumento del 6,41% del PGN en sector educación para el 2020 por $44,1 billones no sería real, al contrario, sería un presupuesto de $37,1 billones, menor que el presupuesto asignado en 2019 y 2018.

Este asunto no es un tema nuevo que llega por equivocación en la redacción del gobierno nacional. La Agencia Nacional de Defensa Jurídica, reportó en el mes de febrero que “al cierre del 2018 había casi 400.000 procesos en contra de la Nación, cuyas pretensiones rondan los 338 billones de pesos; además, los rezagos en el pago de sentencias han generado una deuda de 7 billones de pesos”.  Más claro no se puede…

Y con bala y bolillo mantener el (OCDE) orden.

La desfinanciación de las Universidades Públicas no solo se realiza por la vía jurídica, sino que estas medidas neoliberales vienen empadronadas con acciones de guerra que buscan obediencia debida al gobierno de turno y el establecimiento del orden para no afectar al capital. No olvidemos que nuestros vecinos están en “Estado de excepción”, “toques de queda” y en represión a la población por parte de las Fuerzas Militares.

En las movilizaciones que estamos presenciando en Colombia “no todo es color de rosa”, las tonalidades para enfrentar la indignación social y la lucha por derechos, son manchadas por fuego, sangre y dolor. Muestra de ello, es que desde el año 2016 a octubre de 2019 han asesinado a más de 800 madres, padres, hermanos, primos y amigos que han luchado por conseguir la paz con justicia social desde los territorios.

Así mismo, centenares de jóvenes que salen a las calles a ejercer su derecho a la protesta social, están siendo víctimas de tentativas de homicidio y muchos de ellos han quedado con lesiones físicas y psicológicas de por vida, como pasó en las movilizaciones a inicios de octubre. Los disparos le han quitado los ojos a nuestros estudiantes, lo que constituye un modus operandi del ESMAD.

Sin que lo anterior sea suficiente, la comunidad universitaria es estigmatizada por funcionarios del Estado, que indican que los universitarios tienen inclinaciones hacia la insurgencia, convirtiendo a las universidades en objetivo militar.

Dichas actuaciones legitiman las infiltraciones en las universidades, las marchas, las organizaciones sociales y estudiantiles; justifican judicializaciones, y lo más grave, favorecen las prácticas de tortura y sevicia con que actúa la fuerza pública contra el pueblo.

A pesar de las adversidades y el avance del proyecto de derechas en el continente, a la sociedad y en especial a la comunidad universitaria no nos quedan más caminos que generar las grietas de nuevos proyectos poscapitalistas que solo serán posibles si defendemos la Educación Pública.

 Nota:

La espiral de la guerra y la violencia sigue inerme y el fascismo se ondea al son de la bandera del norte del continente y con la reelección presidencial de carácter indefinido.

 

Galán el “independiente”

0

 Hace años asistimos a la crisis de los partidos políticos y de la política en sí misma, la incapacidad de los partidos y de los políticos para resolver los problemas concretos de la gente y la polarización ideológica profundiza el malestar ciudadano frente a los políticos tradicionales, mientras que los sistemas “democráticos” tienen reglas y funcionamiento cuyo ritmo es más lento que el movimiento del mundo contemporáneo; esto hace que la gente pierda la esperanza. Ya nada diferencia a los partidos tradicionales, lo mismo es el partido liberal y el conservador, sus propuestas son idénticas, los políticos, líderes y lideresas de esas colectividades, transitan de cuando en cuando de uno a otro partido, mientras tanto, se fundan “nuevos” partidos que realmente solo cambian de letrero pero siguen defendiendo los intereses de las casas políticas de donde vienen.

Este es un fenómeno que no solo está ocurriendo en Colombia, es un fenómeno global cuyo denominador común es el de sociedades con instituciones débiles, desacreditadas y donde la ciudadanía desconfía de los partidos políticos y sus líderes, todo ello es caldo de cultivo para el surgimiento de los llamados movimientos y/o políticxs OUTSIDERS, una especie de anti-política; así que, ante el desprestigio de los partidos, todo lo que se busca es aparentar que los liderazgos políticos no tienen pasado, que no tienen vínculo con la política tradicional, mostrar que vienen de afuera, que incursionan como un personaje nuevo, refrescante, alternativo, o que vienen de lugares distintos a la política, ya sea el arte, la academia, el deporte o la farándula. Ese ha sido el intento de figuras como Sergio Fajardo en las pasadas elecciones presidenciales y ahora de Carlos Fernando Galán en la campaña por la Alcaldía de Bogotá, Galán es como un Fajardo para Bogotá.

Toda su campaña se ha construido bajo un discurso “independiente”, se ha esforzado por no “polarizar”, y lo ha hecho muy bien, se ha esforzado por esconder sus vínculos con la política tradicional y sus responsabilidades con lo que ha pasado en esta ciudad, se ha mostrado ante la ciudad como un “político de bien”, hablando de construir sobre lo construido y de posicionar una imagen para superar el “revanchismo” en Bogotá. El riesgo para Bogotá es enorme, por ello a pocos días de las elecciones quiero llamar la atención sobre la trampa y sobre lo que significaría su alcaldía para nuestra ciudad.

  1. ¿Con quién va a gobernar?

Carlos Fernando Galán representa a los partidos tradicionales, como parte de su movida OUTSIDER, se inscribió por firmas, tal como lo hizo Vargas Lleras en las pasadas elecciones presidenciales. Sí, Vargas Lleras con el que compartió militancia durante 10 años en Cambio Radical, partido del cual fue director y con el cual fue electo Concejal de Bogotá para el periodo 2008-2011 y Senador de la República para el periodo 2014-2018.

Mucho se ha hablado de su responsabilidad y actuaciones en Cambio Radical, sin embargo, quiero hacer énfasis en un hecho que no puede pasar desapercibido, Carlos Fernando Galán es responsable de la peor Alcaldía que ha tenido Bogotá, la de Enrique Peñalosa. No en vano, este último casi entre lágrimas en su discurso de victoria hace 4 años, agradeció el importante papel de Carlos Fernando Galán en la campaña y la victoria de Enrique Peñalosa. La gratitud de Peñalosa ha sido comprobada con los contratos denunciados recientemente entre la Escuela Galán y el Distrito, les hablo del millonario contrato por $10.921 millones de pesos para realizar “pedagogía en TransMilenio”, todo ello en plena Ley de Garantías y en medio de la campaña electoral para llegar a la Alcaldía de Bogotá, no sé a ustedes, pero a mí me parece que tiene pinta de favorecimiento político y sin duda evidencia el interés de Peñalosa en esta candidatura “independiente”.

Pero no solo es gratitud, lo que está detrás de todo esto, es el compromiso político entre ambos, compromiso que me lleva a afirmar que en una eventual alcaldía de Carlos Fernando Galán van a continuar gobernando los mismos que hasta el momento han sido parte del gabinete de Enrique Peñalosa; por supuesto, con algunos cambios y lavados de fachada, pero en el fondo se va a preservar la misma estructura política en el gobierno distrital. Galán también tienen contentas a las casas liberales y conservadoras en Bogotá, aquellas que en cada administración se camuflan para mantener su burocracia y que ven con total agrado un gobierno de éste. Hoy además, no es para nadie un secreto que ante el pobre resultado de la campaña de Miguel Uribe Turbay ya se está moviendo la maquinaria al interior del distrito a favor de Galán.  Así que damas y caballeros, votar por Galán es la continuidad, la continuidad de la peor alcaldía que ha tenido nuestra ciudad.

  1. El modelo de ciudad de Galán

Desde el comienzo de la administración Peñalosa advertimos de las graves consecuencias de su modelo de ciudad sobre el territorio, la gente y la naturaleza. Ya nos encontramos a contadas semanas de culminar y tal vez haber resistido dicho modelo. Sin embargo, la posibilidad de continuidad de ese proyecto de ciudad, amenaza con un nuevo periodo. El modelo de ciudad de Galán, no hace quiebre con el modelo de esta administración, prueba de ello está en su plan de gobierno eje V. Bogotá planeada, saludable y sostenible, en donde salvo algunas palabrillas solo contempla “una estrategia de divulgación del Plan de Ordenamiento Territorial, por medio de un lenguaje claro y sencillo al ciudadano, lo que permitirá una discusión más amplia, informada y legítima de este instrumento de ordenamiento territorial”, pero sobre todo se evidencia con el énfasis que hace en su propuesta de gobierno en una agenda de integración regional a través del impulso de la Región Metropolitana de la Sabana de Bogotá, lo cual encaja a la perfección con la concepción de ciudad expandida de Peñalosa.

Este modelo de ciudad se extiende más allá de los límites oficiales de las unidades territoriales, acentuando los problemas de conurbación y desarrollando una ciudad que ocupa mayor territorio del estrictamente necesario, lo cual a su vez genera graves consecuencias ambientales, si consideramos que es precisamente en los bordes de la ciudad en donde debemos hacer mayores esfuerzos de protección y conservación.

Ese es el debate alrededor de la Reserva Thomas Van Der Hammen y la “Ciudad Norte”, a propósito, Galán ni siquiera menciona en su programa la Reserva TVDH. Recordemos que todo ello, se enmarca en la propuesta del Plan Zonal del Norte Lagos de Torca y el ambicioso proyecto de viviendas que allí está diseñado y frente al cual se ha librado una dura batalla para evitar que sea afectada la conectividad entre los cerros orientales, la reserva TVDH y el río Bogotá. Pero además, porque las metas de vivienda para Bogotá no coinciden con el último censo del DANE. Es decir, que se están proyectando más viviendas de las que necesita Bogotá.

De otra parte, Galán mantiene la propuesta de Parque Lineal de Peñalosa: “Garantizaremos una Zona Adecuada de Manejo y Protección Ambiental del Río Bogotá con miras a la creación de un Parque Lineal que promueva la apropiación, recuperación y cuidado del río Bogotá”. Sin embargo, para la implementación de dicho parque lineal se debe adoptar el POMCA –  Plan de Manejo y Ordenamiento de la Cuenca en el nuevo POT de Bogotá, sin conocer una posición clara por parte de Galán sobre el nuevo POT, es incierto lo que pueda ocurrir con dicho Parque Lineal.

En materia de movilidad su punto de arranque es la Primera Línea del Metro de Peñalosa, ya se ha denunciado hasta la saciedad sus irregularidades, ilegalidades y se ha advertido de los riesgos que para la ciudad representa construir un metro sin estudios y el cual se va a diseñar en el camino. Para Galán, ese metro es una realidad. Su compromiso y modelo de movilidad esta con TransMilenio, en su programa contempla la construcción de cuatro nuevas troncales, entre ellas la Avenida Carrera 68, Avenida Ciudad de Cali e insiste en la construcción de TransMilenio por la Carrera Séptima.

Adicionalmente, propone la construcción de un tranvía en el Centro Histórico de la Ciudad, así como la construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente, para lo cual solo introduce algunos conceptos sin explicación, ni desarrollo alguno como “estructura ecológica principal”. El tranvía,  apenas como un estudio, que difícilmente podría llevarse a cabo en medio de la construcción del metro y la ALO, al menos en lo escrito en la propuesta de gobierno, no ofrece información sobre el trazado a ejecutar. Recordemos que la ALO, tal como hoy está diseñada afecta cuatro humedales y de continuar hasta el norte por Suba, implica el paso por parte de la Reserva Thomas Van Der Hammen. Además, no cuenta con una adecuada gestión de predios y aún no es claro su mecanismo de financiación, pues en diferentes oportunidades se ha planteado que su construcción será desarrollada a través del pago de peajes. Muy diferente a la idea que se le ha vendido a la ciudadanía; esa idea según la cual, dicha avenida es para desembotellar el occidente de la ciudad, ¡pura paja! es para el transporte pesado y para los grandes complejos logísticos que se vienen construyendo en el occidente y en la Sabana de Bogotá.

Uno de los aspectos que tal vez ha pasado más desapercibido en el debate público es su concepción de seguridad, su programa está dedicado mayoritariamente a este asunto y plantea propuestas como: la “investigación criminal predictiva”, el aumento de cámaras de seguridad, la implementación de un cuerpo de “gestores contra el hurto” y la creación dentro de la Policía Metropolitana de una Fuerza Urbana de Despliegue Rápido, “dotada de tecnología y altamente entrenado”. No sé a ustedes pero todos estos instrumentos en las manos equivocadas siempre me generan desconfianza.

En educación Galán propone: “mejoramiento de los programas de pregrado de licenciatura, y ampliaremos el apoyo económico para el acceso a estos programas y a los de maestría en áreas de educación y pedagogía” sin mencionar para ello a la universidad de Bogotá, la Universidad Distrital, mientras que por otra parte, plantea la ampliación de cobertura en la educación superior “a través de un mecanismo de financiación contingente al ingreso y el otorgamiento de beca-crédito”, algo que suena muy parecido a un SER PILO PAGA para Bogotá, en otras palabras un modelo de educación superior que beneficia a las universidades privadas mientras endeuda a las familias y a su vez asfixia a la universidad pública.

La tímida referencia a la Universidad Distrital refleja el poco interés en su fortalecimiento, en su consolidación y en la inaplazable tarea de transformar a la UD en una universidad libre de corrupción, no aparece una propuesta concreta para mejorar las condiciones de acceso y aumento de cobertura,  y así pasar de los 30 mil estudiantes actuales, a una cifra superior que sea medible en un periodo de gobierno.

Galán tampoco propone nada respecto a la necesaria Facultad de Ciencias de la Salud, con la cual es posible formar profesionales que hoy requiere la ciudad y que podrían ayudar a resolver los problemas de atención en salud. Desconoce además la capacidad de la Facultad de Ciencias y Educación, para convertirse en el centro de la política de formación, especialización y mejoramiento de las capacidades profesionales de los maestros y maestras del distrito, pero no, nada de eso aparece en su programa. En materia de educación básica y media, mantiene la propuesta de jornada única en los colegios de Bogotá, sin una explicación mínima de cómo aplicar el modelo sin afectar a los docentes del Magisterio.

El programa de gobierno de Galán, no plantea ningún quiebre con el modelo Peñalosa, ni se compromete con los temas de fondo para el futuro de la ciudad, está escrito de una delicada manera para parecer políticamente correcto, pero señoras y señores ni Galán es independiente, ni su propuesta de ciudad plantea cambios sustanciales, con el peor gobierno que ha tenido Bogotá. Lamentablemente ni los movimientos de izquierda, ni de “centro”, ni demócratas de esta ciudad fueron capaces de ponerse de acuerdo, para derrotar de manera contundente la continuidad de este modelo, ahora las encuestas dicen que estamos en empate técnico y nos tocó a nosotros y nosotras desempatar, ¡pueblo bogotano salve usted la patria!

La hora del viejo topo

0

Hay quienes creen que todo lo que gravita el mundo del poder responde a un plan perfectamente maquinado, ordenado y sin fisuras en el que quienes mandan nunca pierden el control. Un circulo en el que todo cierra y encaja perfectamente como en la continuidad de los parques de Julio Cortázar, esta manera en que les miramos y pensamos tiene un grado de verdad,  no hay que ser un genio para reconocer la probada habilidad de nuestra elite para caer casi siempre parada, pero llevado al extremo peliculero en el que creemos que nada se les escapa nunca, esta manera de ver las cosas tiene un efecto inconveniente que expresa una sobre estimación reverencial de las capacidades del adversario, derivada de nuestra ya interiorizada condición subalterna en el tablero político y de la necesidad de justificar nuestra ya cómoda posición defensiva. En política como en el fútbol, respetar tanto al rival, es problemático porque conduce a la auto castración para imaginar nuevos caminos y adormece la audacia y creatividad necesarias para patear el tablero.

El poder también es torpe, deja cabos sueltos, brinda oportunidades para impugnarlo, abre boquetes, se fisura, fracasa, se estanca, no coordina… pensémoslo de este modo, ellos tienen para dirigir el aparato económico, político, militar, cultural y coercitivo hegemónico en el que sustentan sus privilegios y los de sus amigos, tantos o más problemas que nosotros, para articular y poner a funcionar nuestras pequeñas fuerzas en resistencia.

Ronda en el ambiente la indignación, un malestar que se está generalizando, una desconfianza que empieza a desnudar el juego del policía bueno y el policía malo con el que nos han gobernado en el último tiempo, una sensación de incertidumbre furtiva que lastima a una mayoría amplia de personas en el país. Se anuncian reformas contrarias a la dignidad y los derechos de la juventud, se plantean reformas pensionales que pretenden que nos coja el día de la muerte trabajando, se destapan escándalos de corrupción por todas partes, la gente siente que vive peor, que el desempleo crece, que la inseguridad retorna, que no alcanza el sueldo, que la cosa no va tan bien como habían prometido, sumemos a este coctel el ejemplo cercano y reciente de los ecuatorianos que nos recordó que cuando la gente quiere y se junta pueden cambiar algunas cosas.

Quienes todavía defienden al uribismo de frente lo hacen apelando al “pasado glorioso” en el que por obra y gracia de la seguridad democrática se despejaron las carreteras de guerrilleros o invocando el argumento del terror frente a la amenaza de una demonizada izquierda que ojalá tuviera tanta fuerza y capacidad como dicen y que desenvuelve una estrategia que implica: ideología de género, castro-chavismo, Petro, las purgas de Stalin en la era soviética y el Foro de Sao Paulo. Muy pocos se atreven a decir que en este año y medio de gobierno de Duque y el Centro Democrático, las cosas estén mejor.

Es esta pequeña grieta la que tenemos que ensanchar para que no pase en vano otra oportunidad de hacer pagar a los de arriba sus abusos y atropellos contra la gente, es fundamental que de este lado del campo de batalla empecemos a superar el libreto de la eterna resistencia que nos entrampa en el conservadurismo y los caminos trillados, que nos hace confundir los disturbios con la victoria, que nos empantana en la cotidianidad de nuestros aparatos y siglas, que nos hace perder de vista que militar no sirve para nada si no es para ganar, que nos resigna a una actitud defensiva y de supuesta acumulación -que no acumula mayor cosa- a  ver si se alinean los astros para que llegue de una buena vez el día en que podamos asaltar los cielos.

Yo digo que en estos tiempos falta una actitud de ofensiva, que hay que atrevernos a golpearlos a arrancarles triunfos así sean pequeños: que bajen las lentejas y la gasolina, que suba el mínimo, que la salud mejore, que la universidad sea gratis, que no se roben la plata de los impuestos que se pagan con el sudor de la gente trabajadora, que  los bancos no embarguen a los y las campesinas, que dejen de perdonarle impuestos a Sarmiento Angulo y las multinacionales… estas cosas claro no van a construir los soviets con que soñamos ni van a socializar los medios de producción, pero van a hacer lo que toda opción política de cambio tiene que hacer para abrirse paso a batallas más decisivas: fustigar al enemigo y dar esperanza y victorias a los suyos.

Falta más de un mes para el paro nacional del 21 de Noviembre, ojalá este potencial creciente no se dilapide en una movilización testimonial, en la que se camina tres horas por alguna calle en el que el estudiantado reclama los suyo, las centrales obreras sacan su rosario de reivindicaciones, alguna persona del común se pega por simpatía instintiva pero no entiende mucho, las organizaciones de izquierda reparten algún comunicado en arial 10, tamaño oficio y letra roja de manera que ninguna persona que no sea un friki del mundillo de la izquierda pueda leer o entender, en el que hay alguna reyerta que los medios magnifican y al siguiente día todo sigue como si nada. Se necesita que las organizaciones sindicales y partidos o movimientos políticos que quieren cambiar las cosas se sienten ya a pensar y diseñar una estrategia de verdad que apunte a articular a las mayorías entorno a unos puntos claros en los que se planteen reivindicaciones comunes al 99% de la sociedad, sustentados en un lenguaje sencillo y contundente que se plantee un derrotero de movilización continua y creativa en la que puedan participar desde la presidenta de la junta directiva del sindicato que tiene permiso permanente y puede ir a marchar hasta la cajera del ARA que si no va a trabajar es despedida porque allá no hay sindicato que la defienda.

La metáfora del viejo topo usada por Marx retomando a Shakespeare y Hegel, es la alegoría a las fuerzas del cambio en la historia, subterráneas, invisibles, pero con capacidad de cavar en silencio debajo del suelo que pisa el adversario, a veces muy rápido a veces no tanto pero siempre aguardando el mejor momento para irrumpir. Es momento de arriesgarse a vencer, es hora que el viejo topo vuelva a asomar la cabeza.

Carlos Fernando Galán es la antípoda de su padre

0

Sin el ánimo de agredir, pero con el propósito de aclararle a la ciudadanía, hay que ver a Carlos Fernando Galán en sus justas proporciones.

Comencemos por señalar que mientras Luis Carlos Galán fue asesinado por denunciar los vínculos de políticos con narcotraficantes, su hijo promovió un partido en el que fueron investigados 41 congresistas por tener nexos con paramilitares y 19 fueron condenados.

Paramilitares responsables del 38,5 % de las víctimas del conflicto colombiano, quienes se financiaban del narcotráfico, torturaban, violaban, empalaban, quemaban viva a la gente en hornos crematorios y se apropiaban de las tierras de los campesinos, con el apoyo político de congresistas de Cambio Radical, como lo han dicho jueces.

Un político decente como su padre habría renunciado y abandonado ese partido de manera inmediata, pero no. Carlos Fernando continuó hasta el 5 de junio de 2018 y el escándalo de la parapolítica fue en 2006. Sin embargo, él acepta ser director de Cambio Radical en el 2011 y apoyar las candidaturas a la presidencia de la república a Germán Vargas Lleras en 2010 por Cambio Radical y luego como “independiente” 2018.

Si algo caracterizaba a Luis Carlos Galán, eran su decencia y honestidad. Cuando Carlos Fernando le dice a los ciudadanos “soy Independiente”, ¡miente de manera cínica y descarada! cómo se puede ser independiente: ¿cuando la familia recibe contratos del actual alcalde, al que ayudó elegir? ¿cuándo lo apoyan alfiles de Cambio Radical como David Luna? ¿cuándo se tiene el mismo asesor de campaña de Germán Vargas Lleras?

Como si fuera poco, las investigaciones realizadas por Ariel Ávila y José Roberto Acosta, denuncian un orangután de la corrupción electoral y clientelar de Bogotá, en el cual la familia Galán es protagonista y miembros de la lista “independiente” Bogotá para la gente. Debido a los contratos otorgados de manera irregular por Transmilenio a la corporación Escuela Galán, por 10.900 millones de pesos, recursos que son de nuestros impuestos, que quedaron en las manos de Maruja Pachón, tía de Carlos Fernando para repartirlos en burocracia o cargos, como lo evidencia el caso de la señora Alexi Osorio contratista de la Escuela Galán, esposa de José Alonso Ruda candidato al concejo de la lista “independiente” candidato Galán.

Carlos Fernando no ha llegado a la alcaldía, pero al parecer está influyendo para favorecer contratos a la familia, mintiendo de independiente cuando tiene toda la maquinaria de Peñalosa y Vargas Lleras. Con mucho respeto y sinceridad, ojalá no gane. Colombia y Bogotá merecen políticas y políticos honestos y valientes, como lo fue su padre al enfrentarse al narcotráfico. No uno conciliador con las clientelas, corrupción y las mentiras.

Por último, señalar que el padre biológico de Carlos Fernando Galán fue Luis Carlos Galán, a quienes algunos recuerdan con mucha nostalgia por ser un hombre decente, pero el padre político es Germán Vargas Lleras un politiquero de la rancia política corrupta y clientelar.

¿Qué está pasando en Ecuador?

0

Ecuador cuenta con una larga experiencia de movilización popular, allí, cuando los sectores indígenas y los sectores populares están inconformes, no dudan en tomarse las calles y carreteras para exigir condiciones de vida digna. Sus protestas las han levantado contra los gobiernos neoliberales previos a la presidencia de Rafael Correa, contra el desarrollismo del mismo Correa —al no distanciarse tajantemente de la dependencia económica del petróleo y en general de los recursos minero energéticos—, y en la actualidad, contra la “nueva derecha” que se pintó de progresismo posneoliberal para llegar a ser gobierno, con el presidente Lenin Moreno a la cabeza.

Pero el neoliberalismo de Moreno, es decir, la instalación de políticas que responden a un modelo económico que privatiza lo público haciendo públicas las pérdidas y privadas las ganancias (para una élite), no tardó en emerger como el eje transversal de su mandato con la reverencial puesta en marcha de lo que llaman “el paquetazo económico”, exigido por el Fondo Monetario Internacional para la realización de un préstamo al Estado ecuatoriano.

Pero antes de eso, hace algunos meses, el presidente Lenin Moreno, al mejor estilo del uribismo colombiano, condonó a las grandes corporaciones y empresas el monto de 4000 millones de dólares en impuestos, luego, ante el desequilibrio económico que esa medida supone, ordenó la eliminación de los subsidios adicionales a la gasolina y el diesel, lo que se traduce en un incremento absurdo en el coste de vida de las y los ecuatorianos y residentes. Y como si eso no bastase, como parte de ese “paquetazo”, pretende impulsar políticas de precarización laboral contra la población, así como la disminución en el precio de los aranceles “para liberalizar más la economía”, de nuevo, en detrimento de la producción nacional ecuatoriana y en beneficio de los grandes capitales.

El pueblo ecuatoriano, en cabeza de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y de las centrales sindicales, no dudó en formar ríos humanos de protesta en prácticamente todo el territorio nacional y en declarar paro nacional.

La respuesta de Moreno hasta el momento fue decretar estado de excepción, estado de sitio y toque de queda, y la más feroz represión —incluso llegando a restringir las telecomunicaciones en días pasados—, que según organizaciones sociales ecuatorianas, ha dejado como saldo algunos asesinatos en manos de la policía, más de 1121 detenidos, y un sin número de manifestantes heridos, lo que ha llevado a aumentar la indignación nacional al punto de que se escuche con fuerza en las calles el llamado a “tumbar” el gobierno, en el marco de consignas como “Ni Correa, ni Moreno; ni Nebot ni Lasso; el pueblo está contra el paquetazo” y “Ni Correa, ni Moreno; la lucha es del pueblo”, dejando en claro que la movilización social no es expresión de una fuerza política particular ni que es impulsada por un líder político específico, bien sea progresista-desarrollista como Correa, o derechista neoliberal como Jaime Nebot y Guillermo Lasso.

A continuación, reproducimos la siguiente entrevista de María Luisa Muniz al líder de base de la CONAIE, Severino Shuarupi.

Miguel Hernández y la poesía de la resistencia

0

El 30 de octubre de 1910, nació en Orihuela-España el poeta Miguel Hernández. Hijo de una modesta familia campesina, creció en el paisaje rústico de ese municipio de Alicante entre las cabras que pastoreaba y las letras de la poesía mística del Siglo de Oro, el romanticismo del siglo XIX, y los versos de vanguardia de la generación de los autores de 1898. Su papá lo retiró de la escuela a los 14 años, sin que eso significase un impedimento en su formación, al optar por el estudio autodidacta.

En su juventud inicia una serie de viajes hacia Madrid donde se involucra con importantes poetas y dramaturgos de la talla de Pablo Neruda y Federico García Lorca, quienes leen por primera vez su estilo particular y ecléctico de escritura. En 1934 empieza a trabajar con las misiones pedagógicas de los organismos culturales de la República, siendo también testigo de las huelgas generales a cargo de sectores afines a las ideas comunistas y anarquistas.

Se siguen desarrollando aquellos convulsionados años y su conciencia política comienza a aflorar. En 1931 fueron las elecciones sobre las cuales se erigió la Segunda República, teniendo como contendor a la monarquía y los militares falangistas que no quedaron conformes con las libertades y derechos de esa nueva España. En aquel 1934 tiene lugar esa huelga general como respuesta del avance electoral del fascismo, que suponía un mandato retrógrado con respecto a lo obtenido en la República. Más adelante, la falange, la ultraderecha católica cercana al fascismo italiano y al nazismo alemán, intenta un golpe de Estado cuyo acumulado no dudará en utilizar Francisco Franco algunos años después.

Todas estas disputas empiezan a mostrar a España como la antesala de la lucha de la democracia avanzada contra el fanático y peligroso fascismo que toma fuerza en el centro y sur de Europa. Miguel Hernández, como hijo de su tiempo, no estará exento de la toma de partido por uno u otro bando.

Corren los años 1935-1936, Franco inicia un levantamiento militar con respaldo de la iglesia católica, la monarquía, los gobiernos alemán e italiano y la omisión de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. La Segunda República peligra y llama a organizar milicias antifascistas. Miguel Hernández ingresa a una de ellas, al Quinto Regimiento. El antifascismo gana y pierde batallas al mismo tiempo que se subdivide en consecuencia de la amalgama de tendencias que lo conforma. Por una parte, socialistas y comunistas consideran que es tiempo de cerrar filas contra el fascismo para la defensa de la República, por otra, anarquistas y comunistas que no son afines a Stalin, creen que es tiempo de aprovechar la guerra para iniciar la revolución social y llevar más lejos lo conseguido en la República.

Son los tiempos en que Miguel Hernández pública “Vientos del pueblo”:

¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
(…) Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Fragmento

El poeta miliciano combina hábilmente el fusil y la pluma, y con sus letras alienta a sus compañeros de trinchera en el frente de batalla. En 1937 contrae matrimonio con Josefina Manresa:

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa (…)
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
Es preciso matar para seguir viviendo.

Fragmento: Canción del esposo soldado

Del fruto de su amor nace Manuel Ramón, que fallece un año después, en 1938. Pero no solo a su hijo, «la muerte enamorada» también se llevará a su mejor amigo Ramón Sijé.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Fragmento: Elegía

El poeta rebelde se sumerge en una profunda tristeza. Al mismo tiempo la lenta y tortuosa victoria del fascismo recorre España, un fascismo robusto que cuenta con bombarderos nazis, que es enfrentado por un debilitado ejército popular, el último intento de unidad antifascista, y de algunas milicias compuestas por obreros e intelectuales internacionalistas.

Con el ascenso del fascismo a la española en 1939, Miguel Hernández procuró escapar de la inevitable captura. Privado de la libertad, y con un hijo recién nacido, es envuelto por la enfermedad y arrastrado por la muerte un 28 de marzo de 1942.

Miguel muere pero su recuerdo grabado en la poesía continúa para reafirmar que la poesía, como dijera Gabriel Celaya, es un arma cargada de futuro:

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.