La música ha sido un insumo social importante: desde su papel como medio para acicalar las necedades burguesas hasta la representación del sentir juvenil, social y revolucionario en las principales coyunturas de la escena mundial, y particularmente, en la latinoamericana. Sin embargo, un sector del black metal, raya con la línea de lo paradójico. Por su contenido, por sus liricas, sus letras e incluso discurso fuertemente religioso y, en otros casos, nacionalista, el black metal ha logrado cautivar la atención de millones de seguidores, pero también de perseguidores.
A la escena de esos áridos años, se mezcló un elemento en este género que, hasta el sol de hoy, ha alcanzado límites de lo misantrópico: el elemento Nazi.
Desde su metamorfosis acelerada en los años 90s, etapa con diferentes hechos marcaron la entrada a una nueva ola, la quema de iglesias y el asesinato masivo de personas era frecuente, el black metal se caracterizó por su agresividad e incluso restricción en un primer momento. A la escena de esos áridos años, se mezcló un elemento en este género que, hasta el sol de hoy, ha alcanzado límites de lo misantrópico: el elemento Nazi.
El movimiento de Black Metal Nacional Socialista, o sus siglas en ingles NSBM, es quizás uno de los más polémicos tanto en contenido como en ritmo y demás. Sus integrantes se caracterizan por coincidir en un discurso nacionalista, que es respaldado por el odio, la oscuridad y el rescate de elementos anticristianos de la escena clásica de los años 90s; no obstante, estos individuos van mucho más allá del espectro estético, pues su contenido artístico, ni tan siquiera entre líneas, defiende arbitraria pero directa y fidedignamente un discurso político.
No obstante, esto es en realidad una instrumentalización del discurso estético y espiritual del black metal clásico, el cual, explicita y desmesuradamente, revive no solo un discurso, sino también la ilusión de repetir un momento en específico de la historia
Un carácter principal de este movimiento es definido por Garrell (2003) quien abarca a su vez la definición del movimiento por integrantes de bandas de esta escena, dice que “este movimiento es una extensión lógica de la disidencia política y espiritual inherente al black metal” (2003, p. 307). No obstante, esto es en realidad una instrumentalización del discurso estético y espiritual del black metal clásico, el cual, explicita y desmesuradamente, revive no solo un discurso, sino también la ilusión de repetir un momento en específico de la historia, dicho momento es el holocausto o también llamada “Solución final”.
Este tipo de bandas, incluso desde su propio nombre, caracteriza su claro enfoque ideológico; tal es el caso de la banda francesa Gestapo 666, cuya influencia directa está en la que solía ser la policía secreta del régimen Nazi. Con sus letras, evocan no solo una posición ideológica, sino también que validan un momento histórico pútrido en el que el exterminio era el único medio para abastecer al honor nacional; siendo esta la manifestación del nacionalismo sucio y ambiguo que aun defienden muchos ¿o no le suena a sumercé familiar?
Otro insumo de instrumentalización es el teológico, materializado en el odio al cristianismo, haciendo del discurso nacionalista, una propuesta de combate a lo que es el aspecto religioso. Retomando el ejemplo de Gestapo 666, en su canción “Gestapo Of Satan” estos afirman: “Los judíos fueron eliminados primero, para satisfacer a nuestro señor SATANAS”. Sin embargo, en realidad el discurso anticristiano, característico de la escena clásica del black metal de los 90s, es solo un pretexto.
En su gen primitivo en los 90s, Varg Vikerns, líder y único miembro de Burzum, buscaba con su propuesta musical anular el discurso cristiano e imponer una religión pagana alterna, símbolo de la destrucción de la raza
El anticristianismo tiene otro objetivo además de la imposición de un discurso nacionalista; dicho objetivo es reivindicar la religión pagana. En su gen primitivo en los 90s, Varg Vikerns, líder y único miembro de Burzum, buscaba con su propuesta musical anular el discurso cristiano e imponer una religión pagana alterna, símbolo de la destrucción de la raza y de imposición de una nueva generación de hombres. Lo anterior apoyado en discursos racistas, homófobos e incluso xenófobos.
En la actualidad, esta escena del NSBM es primordial, y más en el contexto bélico, siendo esta otra de sus estratagemas de justificación del discurso. La base fundamental de la ideología de la escena NSBM, hoy, es el extremo nacionalismo, gen del Nazismo en la validación del exterminio de millones de personas. En Ucrania, por ejemplo, contexto en disputa con Rusia, bandas de black metal han apoyado ideológica y pragmáticamente las determinaciones de Vladimir Zelensky, en donde la nación está por encima de la integridad humana, y la vida de millones de personas se pierde solo por el deseo enfermo de reivindicar un nacionalismo con claras bases fascistas.
En Ucrania, por ejemplo, contexto en disputa con Rusia, bandas de black metal han apoyado ideológica y pragmáticamente las determinaciones de Vladimir Zelensky, en donde la nación está por encima de la integridad humana
Es preocupante el cómo el discurso fascista alcanza el aspecto estético de la humanidad, sinónimo de libertad y trascendencia. La escena del black metal, pese a que es una en donde tanto individuos como estilo y propuesta estética e ideológica es densa, no puede permitir que agrupaciones con claras intenciones de revivir etapas sádicas de la historia y discursos de odio que justifiquen la superioridad, sean parte de una propuesta musical que queda plasmada en el panteón de la cultura, en donde, inmediatamente, será validada la propuesta estética que esconde claros intereses políticos, religiosos, pero también culturales y personales.
Bibliografía
Gardell. M (2003) Gods of the Blood: The pagan Revival and White Separatism. Carolina del Norte: Universidad de Duke.
Opinión de J. S Ramírez. Estudiante de filosofía de la Universidad de Caldas, amante de la música mamerta y de la historia del pensamiento.