Artículo escrito por Vicente Mahecha, docente del sector.
Es una zona misteriosa para buena parte de Colombia que solo escucha el eco del conflicto armado y en el mejor de los casos la majestuosidad de Caño Cristales.
La Macarena, Meta y San Vicente del Caguán, Caquetá, son municipios hermanos, casi hermanos siameses pues su cercanía los hace dependientes, incluso su frontera se hace difusa para el propio Estado que se la disputa entre los dos departamentos. Escuelas, centros de salud y algunas otras entidades se encuentran manejadas por los dos entes territoriales, lo que podría ser favorable es solo otra excusa para el olvido en el que se encuentra el territorio. Es una zona misteriosa para buena parte de Colombia que solo escucha el eco del conflicto armado y en el mejor de los casos la majestuosidad de Caño Cristales.
Habitar en esta zona permite reconocer una de las joyas más valiosas para un territorio olvidado por el Estado: la organización popular, las juntas de acción comunal (adscritas a los dos departamentos) son también la base de organizaciones comunitarias sólidas como ASCAL-G, CORPOAYARI y ASOPEPROC, entre otras, que en la búsqueda del cuidado y la exigencia de garantías de las comunidades han logrado ser también quienes arreglan carreteras, resuelven conflictos, construyen y hacen mantenimiento a las escuelas (la mayoría multigrado), mientras exigen el apoyo de entidades estatales y ONGs.
Una de las principales características del territorio son sus vías en su mayoría destapadas a pesar de que unen cabeceras municipales. Entre San Vicente del Caguán y La Macarena solo hay una trocha, construida y mantenida por las comunidades que la utilizan; puentes de madera y placas que conmemoran a las veredas y las entidades de transporte que las hicieron posible se encuentran a lo largo y ancho de las vías.
Fue el hecho de exigir el cumplimiento de los acuerdos y la obligación como empresa extractora de proteger el medio ambiente en la región lo que motivó el bloqueo.
Hace casi tres semanas las comunidades decidieron bloquear la salida de una de las fuentes productivas más importantes de la región, un pozo petrolero ubicado en el centro poblado Los Pozos, a algo más de 30 minutos de San Vicente, pero que es la entrada directa a La Macarena por tierra. No es algo arbitrario pues este pozo petrolero lleva más de 15 años en explotación y solo ha entregado como acción retributiva a las comunidades lo que ellos llaman “migajas”, y solamente a las veredas cercanas sin tener en cuenta que la afectación tiene un área mayor.
Las organizaciones comunitarias recuerdan una acción similar hace aproximadamente 7 años, afirman que se acordó con el establecimiento local la pavimentación de San Vicente a Los Pozos (poco más de 14 km), de la que al día de hoy, solo hay unos pocos parches. Y no solo eso, además se supone que apoyarían con la pavimentación de Los Pozos al centro poblado siguiente llamado Las Delicias (un total de 40 km desde San Vicente), acciones de infraestructura que en realidad poco o nada han avanzado. Fue el hecho de exigir el cumplimiento de los acuerdos y la obligación como empresa extractora de proteger el medio ambiente en la región lo que motivó el bloqueo.
y evidentemente olvidaron contar que en la noche ese escuadrón de policía atacó sin previo aviso a las comunidades que resistieron hasta ocupar la petrolera y con su digna rabia la hicieron arder.
El 2 marzo, por fin, apareció en los medios masivos una nota sobre el tema, utilizando el lenguaje estigmatizante que ya es típico al hablar de esta región. Olvidaron mencionar que la comunidad, en manifestación legítima y de buena fe, el día anterior había dejado salir todos los carrotanques con crudo que habían bloqueado desde hace semanas; olvidaron decir que las y los habitantes esperaban una mesa de negociación, también omitieron el movimiento de tropa del ejército y el avance del ESMAD (que con nuevo nombre actúa igual); y evidentemente olvidaron contar que en la noche ese escuadrón de policía atacó sin previo aviso a las comunidades que resistieron hasta ocupar la petrolera y con su digna rabia la hicieron arder.
En ese momento un policía asesinó a un campesino, un buen nombre y querido por la comunidad de la vereda el Rubí: Don Reinel Arévalo. Pocos se imaginan la tensión en los centros poblados cuando veían a sus familiares ser atacados por la policía. Cadenas de WhatsApp nos informaban de los acontecimientos, hasta que llegó la foto que estalló el llanto, Don Reinel tirado en el suelo. Desde ese momento la organización se hizo más fuerte, las juntas, organizaciones y en general toda la comunidad se abrazó por la defensa de su territorio mostrando cara fuerte contra la represión del Estado, mientras al interior lloraba la pérdida de un amigo.
Desde ese momento la organización se hizo más fuerte, las juntas, organizaciones y en general toda la comunidad se abrazó por la defensa de su territorio
Las manifestaciones siguieron en una aparente calma, los trinos y las noticias grotescas de la derecha no hicieron que se perdiera la fuerza de la comunidad, afortunadamente no se desarrollaron enfrentamientos desde entonces. Los miembros de la policía, de los que tanto hablaron los medios tradicionales, lejos de ser secuestrados fueron retenidos por la comunidad por un margen corto de tiempo ya que se liberaron desde el día 3 de marzo.
El 4 de marzo en la comunidad lloramos. Ese día se conmemoró la vida de Don Reinel. Desde la salida de su cuerpo de una funeraria en San Vicente hasta la llegada a Los Pozos, donde la guardia campesina con bastones en alto le hizo calle de honor, recordaron los días que compartieron con él en la manifestación y en su vida cotidiana, hasta la llegada a la inspección San Juan de Lozada (a 50 km de San Vicente) lugar de su segundo funeral. El primero fue en el mismo lugar el día de su muerte, reposando su cuerpo cubierto por una sábana de la que solo se veían sus botas.
Esta vez, con muchos cambios, la comunidad, vestida de blanco, recibió su cuerpo, y con globos que añoran la paz perdida, con frases que recuerdan su vida y su memoria, acompañaron la ceremonia en el polideportivo, la comunidad se reunió y lloró su pérdida, se abrazó a la memoria y a la posibilidad de que su muerte no sea en vano.
Nota editorial: el paro se levantó el día 5 de marzo tras un acuerdo entre las comunidades y el gobierno nacional. En el acuerdo se incluye la pavimentación de algunas vías.