La estrategia común del centro y la derecha: cuando la historia se repite como farsa

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Hace unos meses vimos algunos roces y “controversias” entre los candidatos del autodenominado centro político que terminaron en un “cónclave”, un cambio de nombre y la foto que selló la unidad de ese sector político para ir a una consulta interna en marzo que definirá un único candidato presidencial de centro. Las declaraciones y acusaciones que salieron de un lado y otros, los señalamientos y demás, tenían como partes a Alejandro Gaviria, por un lado, y a los demás hombres de la que entonces se llamaba coalición de la esperanza, por el otro.

Una vez Gaviria renunció a la rectoría de la Universidad de Los Andes y anunció que aspiraría a la presidencia, los coqueteos con los demás hombres de esa coalición no se hicieron esperar más, aunque personajes como Jorge Enrique Robledo dijeran una y otra vez que no se aliarían con Alejandro Gaviria, porque “que el santismo y el neoliberalismo, y que la salud como negocio, y que terrible aliarse con alguien a quien el MOIR le hizo férrea oposición por años”, y a pesar de estar en una coalición con el exministro de gobierno de Santos y con varias figuras declaradas del santismo…

En un punto álgido de los fallidos acercamientos, Gaviria publicó un video anunciado que no haría parte de esa coalición porque su función en la historia era unir el centro con las ideas liberales y que no estaría en un espacio que de entrada ponía vetos a cierto expresidente, léase César Gaviria.

La reunión se dio con todos los convocados y de allí salió la misma coalición de hombres más Alejandro Gaviria; con un nombre más largo, pero con una misma apuesta: “derrotar a Petro”.

Luego del anuncio, y la revelación de detalles de una reunión entre los hombres de la coalición y Alejandro Gaviria en la que quedó claro que Fajardo y Cristo no aceptarían una alianza con el partido Liberal propiedad de César Gaviria, y Robledo seguía haciendo sus malas caras, otros personajes de esa coalición siguieron llamando a la “unidad del centro” con mensajes en redes, pronunciamientos, cartas y otros etcéteras. Mientras las directas e indirectas corrían de un lado a otro, principalmente en redes digitales, Humberto De la Calle convocó a las fuerzas políticas del llamado centro al tal “cónclave” para llegar a acuerdos y lograr esa anhelada unidad. Finalmente, la reunión se dio con todos los convocados y de allí salió la misma coalición de hombres más Alejandro Gaviria; con un nombre más largo, pero con una misma apuesta: “derrotar a Petro”.

Tras bambalinas, lo que acabó motivando a Alejandro Gaviria a asistir a esa reunión fue el portazo, con gritos incluidos, que le dio César Gaviria por juntarse con esa gente que no lo quiere en sus lides.

Tras bambalinas, lo que acabó motivando a Alejandro Gaviria a asistir a esa reunión fue el portazo, con gritos incluidos, que le dio César Gaviria por juntarse con esa gente que no lo quiere en sus lides. Así como Gaviria (César) había estado detrás del pronunciamiento de Gaviria (Alejandro), cuando éste dijo por primera vez que no haría parte de esa coalición, porque le estaban haciendo el feo a él (a César), fue él (César) quién terminó por empujar a Gaviria (Alejandro) a ubicarse, entre otros, junto a sus otrora copartidarios Juan Fernando Cristo y Humberto De la Calle.

La coalición de la derecha, que busca también su anhelada unidad para, ojo, “derrotar a Petro”

Esa puesta en escena, que tuvo varios episodios y duró como dos semanas mojando prensa, parece repetirse esta vez como farsa en otra coalición, una que también ha mutado de nombre: antes era de “la experiencia” –o la apariencia, como bien la llamaron algunos–, ahora es “equipo Colombia”, pero en todos los casos ha sido la coalición de la derecha, que busca también su anhelada unidad para, ojo, “derrotar a Petro” … Y cualquier parecido con la otra coalición no es pura coincidencia.

Veamos: mientras esa coalición ha buscado consolidarse teniendo como integrantes a exalcaldes y exgobernadores de partidos y corrientes políticas tradicionales, por el lado del uribismo partidista, es decir, el Centro Democrático, por medio de una fraudulenta encuesta ungieron a Óscar Iván Zuluaga como candidato presidencial. Se decía en radio que la coalición estaba esperando la decisión del uribismo para convocar a la unidad de la derecha e ir en marzo a una consulta interna y escoger candidato presidencial único. Pero, como en la otra coalición (la del llamado centro), las opiniones frente al ingreso de Zuluaga están divididas por la sombra de cierto expresidente, léase Álvaro Uribe; y personajes como Alejandro Char, que en esta coalición interpretaría el papel de Jorge Enrique Robledo, declararon públicamente que no estaban de acuerdo con que Zuluaga entrara a la coalición, porque ajá.

Finalmente –para no extendernos en detalles–, esta semana hemos conocido que quien interpretaría el papel de Alejandro Gaviria en esta escena, es decir, Zuluaga, antes de que la coalición le diera un portazo anunció públicamente que no haría parte de tal escenario. Tras bambalinas también esta un expresidente y recientemente expresidiario, Álvaro Uribe, quién –dicen algunos portales de opinión– azuzó la decisión de Zuluaga sin tener en cuenta al otro Iván [Duque], como si lo tuviera en cuenta para algo.

Así la política colombiana se repite como farsa, con protagonistas muy parecidos en el fondo y en sus formas.

El resultado del anuncio ha sido, ¡Oh, sorpresa!, la publicación de cartas, declaraciones y pronunciamientos de algunos de los candidatos de la coalición para llegar acuerdos para que Zuluaga entre a hacer parte. El papel de Humberto de la Calle lo está interpretando Federico Gutiérrez, quien ya convocó a Zuluaga y Alejandro Char a sentarse a dialogar y lograr la tan anhelada unidad de la derecha.

Veremos en qué termina este reencauche de estrategias políticas, si la coalición decide aceptar a Zuluaga, pero a este sí con la carga de su titiritero, Álvaro Uribe; o si pasa, como con el expresidente Gaviria, que termina el presidente eterno regañando a su candidato y mandándolo de manos abiertas a la coalición… O sí, en definitiva, el desenlace es otro y la derecha continúa dispersándose, lo que no parece ser muy probable…

Porque esa repetición de la historia sería como tragedia y no como farsa. Una dolorosa tragedia y un fracaso generacional del que es muy difícil que nos recuperemos en el mediano plazo.

Así la política colombiana se repite como farsa, con protagonistas muy parecidos en el fondo y en sus formas. Mientras tanto, esta puesta en escena sirve como perfecta cortina de humo para esconder las recientes declaraciones de Benito Osorio, expresidente de Fedegan y exgobernador de Córdoba, sobre los ya conocidos nexos entre en gremio de los grandes ganaderos y el paramilitarismo, a través del siempre célebre por estos contubernios José Feliz Lafaurie. Confiemos en que esta vez, ante el Tribunal de Paz se logre conocer la verdad sobre esa relación que tanta sangre y despojo le ha costado al campesinado del país…

Y también confiemos que la derecha no gane en 2022. Porque esa repetición de la historia sería como tragedia y no como farsa. Una dolorosa tragedia y un fracaso generacional del que es muy difícil que nos recuperemos en el mediano plazo.

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